Dentro de muy poco podremos ver en el supermercado una llamativa etiqueta de colores marcando los envases de los alimentos. Es el "Nutriscore", o "Etiquetado Nutricional Frontal", un elemento que ya se está implementando en España siguiendo el ejemplo de otros países europeos.
Este etiquetado pretende hacer más fácil elegir entre los alimentos más sanos a nuestra disposición en el super. Para ello, los productos serán evaluados según su composición, la cantidad de azúcar, fibra y otras sustancias que afectan a nuestra salud. Esta es la primera de las medidas anunciadas por el Ministerio de Sanidad del Gobierno Español en este Día Mundial contra la Obesidad.
¿Qué es el Nutriscore y cómo funciona?
El Etiquetado Nutricional Frontal, también denominado como Front-of-Pack, o FOP, consiste en pasar lo que nos interesa de los valores nutricionales al frente del producto, en vez de dejarlos solo en el dorso del envase. Para que sea más sencillo se opta por "traducir" estos valores a una escala de color y una puntuación en letras.
Esta va de A a E y del color verde al naranja oscuro. Los valores representan una mejor a peor calidad nutricional respectivamente. Así, un alimento etiquetado con una E en naranja es un alimento cuya composición no es saludable, mientras que uno con una B, verde claro, indica que es mucho más sano.
El funcionamiento es parecido a un "semáforo nutricional" que tiene la intención de hacer más sencilla la decisión de qué meteremos en nuestra cesta de la compra. De esta manera, ya hay algunas empresas que están adoptando este Nutriscore de forma voluntaria y no tardaremos en ver el este etiquetado en los supermercados.
El Gobierno también ha anunciado que en un año, máximo, todas las empresas estarán obligadas a adoptar este marcado, algo que se legislará mediante Real Decreto. La medida de Etiquetado Nutricional Frontal no es nueva y varias grandes grupos de la industria alimentaria han propuesto utilizar sus propios semáforos nutricionales. En otros países de la Unión Europea, por otro lado, ya se está empleando con bastante éxito, como veremos más adelante.
¿Para qué necesitamos un "etiquetado especial"?
El Etiquetado Nutricional Frontal “permitirá que la ciudadanía pueda comparar con otros productos semejantes de forma sencilla y tomar una decisión informada y motivada para seguir una dieta más saludable”. Con estas palabras anunciaba Luisa Carcedo, la actual ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, la implementación de este Nutriescore.
Esta medida se enmarca dentro de las dedicadas a concienciar e informar a la población. El objetivo final es facilitar la decisión voluntaria de una nutrición más sana. De hecho, esta es una de las medidas directamente aplicadas sobre los productos de consumo más interesantes de los últimos años.
Aunque, según el Real Decreto 126/2015, los alimentos han de estar correctamente etiquetados con la información nutricional, estos datos muchas veces son difíciles de interpretar y valorar por parte del consumidor. Según los estudios, un etiquetado más sencillo y orientado al consumidor general, sin conocimientos nutricionales, es más útil e importante.
Esto es justo lo que hace este sistema dispuesto por el Etiquetado Nutricional Frontal: una señal sencilla, con colores y una letra que ayude a elegir. Si queremos saber más, siempre podremos recurrir a la etiqueta tradicional, pero tendremos la información básica a golpe de vistazo. ¿Funcionará este sistema?
¿Cómo se decide qué puntuación tiene un alimento?
Aquí es donde está el quid de la cuestión. ¿Por qué habríamos de fiarnos de este etiquetado? El sistema de puntuación funciona, tal y como indica la Federación Europea de Dietistas y Nutricionistas (EFAD), de la siguiente manera: los puntos se asignan según los nutrientes por cada 100 gr de alimento.
De esta manera se evalúa la calidad de cada alimento según la evidencia científica que lo sustenta a partir de raciones controladas. Esto tiene sentido ya que los experimentos estándar en nutrición se evalúan según porciones de 100 gr. Así, por ejemplo, si el alimento contiene un alto porcentaje de azúcar libre, algo que ayuda a superar el límite diario aconsejado por la OMS de unos 25 gr, esto lo marcará en una categoría peor. Si contiene grasas omega 3, buenas para el organismo, y no contiene otras de peor calidad nutricional, esto le dará más oportunidades para tener una buena puntuación.
Así, la fibra, los micronutrientes y otras sustancias antioxidantes se evalúan bajo el prisma de las evidencias científicas actuales para disponer un valor del etiquetado u otro. ¿Y quién se encargará de hacer dicha evaluación? Aquí es donde se encuentra el origen de un debate un poco turbio: las empresas.
Estas son las primeras que tienen acceso a los perfiles nutricionales del alimento y, por tanto, son las más indicadas a la hora de evaluar su etiquetado correspondiente, siempre atendiendo a una normativa. Esta normativa, de hecho, es la que está todavía en la mesa de discusión.
Aún no sabemos exactamente cuáles serán los criterios o cómo se aplicarán, aunque Manuel Moñino, representante del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN) ante la EFAD, comentaba para nuestros compañeros de Directo al Paladar que la comisión prevé publicar en breve un informe que marque los criterios básicos y mínimos de este Etiquetado Nutricional Frontal.
La última palabra en el etiquetado
Hace unas semanas asistíamos a una polémica en torno al etiquetado mediante "semáforo nutricional". Esta tiene su origen en la propuesta hecha hace unos meses por Coca-Cola, Mondelez, Nestlé, Pepsico y Unilever. Las empresas querían usar un etiquetado propio en sus productos, algo que levantó el escepticismo entre los dietistas-nutricionistas.
Tal y como explicaba nuestro compañero Miguel Ayuso, este sistema podía perjudicar a los intereses de los consumidores. Según indicaba la OCU y la Asociación Europea de Consumidores, la forma en la que los fabricantes querían definir los colores para reflejar sus valores nutricionales según las porciones (y no según las raciones de 100 gr), lo que puede resultar muy subjetivo. Para los especialistas en nutrición, esta medida solo busca reducir la presencia de colores de alerta: que casi ningún alimento lleve etiquetas rojas.
Este sistema de "semáforo nutricional", llamado Evolved Nutrition Labelling, o ENL, es parecido al propuesto por el Gobierno Español, FOP, pero diferente en su manera de revisar la calidad del perfil nutricional. De hecho, el FOP tiene como base muchas disposiciones planteadas y defendidas por la OMS. Las más importantes son, como decíamos, el hecho de evaluar el etiquetado en base a la evidencia, lo que sería la pieza angular de su eficacia.
De esta manera, los consejos que dirigirán la normativa sobre el etiquetado provienen directamente de la OMS. Aun así, la aplicación y regulación la tendrá, en última instancia, el Gobierno Español. La CGCODN, y connivencia con la EFAD, asistirán y dirigirán los esfuerzos por marcar adecuadamente esta normativa, velando por que el sistema no se olvide nunca de la salud del consumidor.
¿Cómo sabemos si funciona?
Aun así, la inevitable presencia de la empresa en el sistema de Etiquetado Nutricional Frontal puede levantar algunos escepticismos. ¿De verdad funciona este sistema?. No es la primera vez que se usa, como decíamos. En Francia llevan desde el año pasado empleándolo con excelentes resultados. En Canadá, este sistema lleva ya varios años mostrando, de nuevo, bastante eficacia y satisfacción entre los consumidores.
Por otro lado, el desarrollo de este sistema ha sido supervisado directamente por la OMS, que es el organismo de referencia en temas de salud y nutrición. Entre las premisas de este sistema, como ya hemos dicho, está la necesidad de evidencia científica, sin la cual no existirá valoración positiva, tal y como indica la OMS. Esto, que no tiene por que ser positivo per se, es un buen punto de partida.
Con todo, parece que el uso de este sistema repercutirá positivamente en la educación e información de cara al consumidor. Sin embargo, también tiene sus críticas. Las principales, indicaban las empresas, es que podría estigmatizar sus productos.
Esto podría suponer que se clasificaran los alimentos como "buenos o malos" o, incluso, que algunos alimentos de calidad sean percibidos negativamente. Otro miedo resaltado por la industria es que el etiquetado provoque un exceso de consumo de los productos marcados con la mejor puntuación y obstaculice el libre mercado. También existe el temor de que hacer el seguimiento adecuado suponga una mayor carga administrativa para la empresa.
Sin embargo, a pesar de estas quejas, por el momento parece que el Nutriscore francés está dando sus frutos. No sabemos cómo afectará en España, pero sí que sabemos que la implementación ya está en marcha de manera voluntaria por parte de varios distribuidores y fabricantes asociados. No tardaremos en poder verlo en el supermercado de la esquina, y es bueno conocer este sistema que viene, seguramente, para quedarse.
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