Si Ámsterdam no es la capital universal de la bicicleta se le parece mucho. El censo municipal contabiliza 880.000 unidades, y sus ciudadanos recorren dos millones de kilómetros diarios. Alrededor del 58% de los vecinos la utiliza para ir al trabajo o a la escuela, un uso modal sólo comparable al de Copenhague. Pese a ello, y pese al vivero de la bicicleta que representa Países Bajos, el coche sigue reinando en la carretera.
Los atascos colapsan a menudo la práctica totalidad del país. Ámsterdam incluida.
Huelga. Conscientes de ello, los trabajadores del transporte público decidieron convocar un paro sectorial para el pasado martes. Reclaman congelar la edad de jubilación en los 66 años, reformando el sistema de pensiones a cobrar tras el retiro. Tras algunas protestas concretas durante la primavera, la huelga del martes debía parar el país. Los trenes, los autobuses, los barcos y los tranvías.
Y dos elementos igual de importantes. Los túneles y los puentes.
El tráfico. ¿Cómo afecta eso a un país hiperurbanizado y repleto de cauces de agua que dificultan la construcción de infraestructuras? Durante los días previos, las autoridades daban por perdida la almendra central de Ámsterdam, conectada con la periferia mediante una densa red de túneles y pasos elevados. Uno de los más importantes, el IJ Tunnel, quedaría cerrado al tráfico al no haber operarios para mantenerlo.
Era una arteria crucial, ya que salva el enorme cauce de agua que separa al norte del centro de la ciudad, utilizado a diario por miles de vecinos.
¿Y qué pasó? Las bicicletas. Los trabajadores del túnel aceptaron abrirlo a las dos ruedas, permitiendo que miles y miles de ciclistas lo atestaran a primera hora de la mañana. Para muchos entusiastas de la movilidad sostenible la conclusión era clara: cuando los coches desaparecen de una gran ciudad, en su lugar aparecen alternativas más saludables, más eficientes y más ecológicas. Como las bicicletas.
Fue una excepción, no obstante. Ante la ausencia de buses o trenes, los holandeses utilizaron un 9% más el coche. Lo que resulta lógico.
Viralidad. Pese a ello, miles de personas han compartido el vídeo. Los ciclistas pasean por uno de los carriles habilitados (sólo uno) de camino a su trabajo o a sus quehaceres diarios. En la práctica, el cierre del túnel IJ a los vehículos motorizados lo convirtió en una autopista para bicicletas. Y aquí la demanda inducida, como el ejemplo de Valencia demostró de forma reciente, es testaruda: si creas infraestructuras, la gente las utiliza. Es el mejor modo de fomentar un modo de transporte.
¿Y mañana? Por supuesto, el IJ volvió a su rutina diaria al día siguiente. Y así seguirá durante muchos años. Es un túnel pensado para el coche. La anécdota ilustra la capacidad de una ciudad como Ámsterdam para reconvertir sus vías modales cuando la infraestructura y las condiciones (una ciudad que ha fomentado la movilidad ciclista durante décadas) lo permiten. Es posible sobrevivir al coche.
O de forma más realista, fomentar alternativas.
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