El Ayuntamiento de Madrid va a empezar a introducir un nuevo modelo de organización social, jurídica y policial en los barrios. Lo dice El País basándose en el programa presentado por la institución municipal de Gobernanza Comunitaria de la Seguridad y la Convivencia para el barrio de Embajadores, según el cual en ese distrito se pondrá en marcha un sistema piloto que se extenderá después a los otros 120 barrios de la capital.
Este nuevo y complejo organigrama comunitario tiene varias figuras clave, como la Policía Comunitaria. Ellos se dedicarán, entre otras cosas, a solucionar conflictos de forma preventiva. Pero según El País esto es sólo una pequeña parte.
Sus fuentes indican que el gobierno de Manuela Carmena también va a llevar a cabo un ambicioso proceso integrador de otras figuras públicas como los “jurados vecinales” o el “gestor del barrio”, aunque en la nota de prensa del Ayuntamiento publicitada el pasado 14 de junio al respecto no dice nada sobre este asunto.
Policías del barrio: voluntarios e integradores
Según el periódico, este nuevo organigrama solucionaría ciertos conflictos vecinales de carácter leve con un sistema de penalizaciones más integrador que los juzgados, contando con ciudadanos del barrio como suerte de tribunales sociales que podrían cohesionar la vida social de las comunidades.
Como anuncian desde el Consistorio, estas iniciativas se basan en sistemas ya asentados en otros países como Alemania, Holanda, Inglaterra y Estados Unidos. Hemos querido conocer un poco más de los referentes a los que podrían aludir estos modelos para ver cuál es su nivel de éxito a la hora de solventar los problemas comunitarios.
Según el delegado del Área de Embajadores, Javier Barbero, la Policía Comunitaria es un nuevo modelo policial, de carácter voluntario, que servirá para “sustituir el policía en el barrio por el policía con el barrio, un agente cuyo papel no es tanto acudir a la llamada de los vecinos cuando estos avisen de una emergencia o una infracción, como ayudarlos a prevenir esas situaciones, acompañarles en su día a día para evitar que padezcan riesgo o delito”.
El modelo estadounidense: atención a los cristales rotos
Este modelo policial se impuso en algunas regiones de Estados Unidos, como Chicago o San Diego, en los años 70 (aunque la cosa se puso seria en los 90, con la creación de los "Community Oriented Policing Services" a nivel federal), en una época en la que la inseguridad ciudadana y el rechazo hacia las fuerzas del orden habían alcanzado unas altas cuotas.
Este tipo de políticas comunitarias son complejas, y dependen de distintos modelos de aplicación en función de cada comunidad, con lo que no siempre es sencillo hacer un análisis generalizado de su éxito. En general, siempre conlleva una descriminalización de los miembros conflictivos y un mayor trabajo de previsión y de integración, rompiendo con la alienación social de las comunidades que integran los barrios y trabajando por la implicación proactiva del cuerpo policial en la vida de los barrios. Prevenir antes que castigar.
Según un informe de Charlotte Gill, un investigador del Centro Investigador de Política Criminal Basada en la Evidencia, en el ámbito de la policía comunitaria la implementación ha sido irregular y dependiente del compromiso particular de cada departamento de policía, ya que la vaguedad de los principios que rigen este tipo de propuestas hacen que el nivel de compromiso sea poco mesurable. Son prácticas poco regladas, lo que hace que el enfoque sea flexible y por tanto dependiente del individuo que lo lleva a cabo.
De lo que no se olvidan de señalar los analistas tampoco es de que los niveles de criminalidad han bajado en muchas de estas comunidades a lo largo de los años, cayendo en Nueva York el número de homicidios de 2.200 a 900 entre 1990 y 1996 o el número de crímenes mayores en Michigan en un 70% en sólo seis años desde su adaptación a este sistema en los años 80. Por supuesto, es imposible hacer una correlación directa entre la caída del crimen y la introducción de las Policías Comunitarias, ya que esto podría deberse a muchas otras variables.
Los “jurados vecinales”, manteniendo en la comunidad los delitos menores
Como hemos adelantado, poco se sabe de esas nuevas figuras de los “jurados vecinales” o el “gestor del barrio”, aunque El País pormenoriza el modelo de gestión que Madrid pretende llevar a cabo en su ciudad y comunica que el Consistorio ha anunciado que el “sistema se aplica ya en Estados Unidos, Inglaterra y Australia con gran éxito”.
De manera particular, Javier Barbero, el Concejal de Salud, Seguridad y Emergencias de Madrid, ha comentado algo más sobre la noticia esta mañana en su Twitter. "Los espacios de mediación vecinal que proyectamos no son para delitos penales, sino para ayudar a conciliar derechos y convivencia cotidiana", ha anunciado, para completar después diciendo que este tipo de mediaciones "no sustituye al sistema judicial, se trata de intentar resolver los problemas de convivencia antes de que lleguen a tribunales".
Por tanto, aunque no hay declaraciones oficiales del departamento de prensa del Ayuntamiento de Madrid al respecto (que para hablar de todo este asunto nos remiten a la nota informativa sobre la Policía Comunitaria del pasado 14 de junio), los “jurados vecinales” podrían estar inspirados en el modelo de “cortes comunitarias” de los países anglosajones.
Sudáfrica, Reino Unido, Canadá, Australia y Estados Unidos tienen implementados unos sistemas de participación y conciliación vecinales de múltiples tipos que promueven la resolución de conflictos de diversa envergadura a través de tribunales comunitarios que tienen como objetivo principal la reducción de la reincidencia entre sus poblaciones.
Modelo de éxito en Nueva York extendido a países anglosajones
El Midtown Community Court de Nueva York de 1933 fue el modelo pionero que, dado su probado éxito, se ha aplicado a lo largo de los años en 52 municipios estadounidenses y otros tantos de otras poblaciones de los países anteriormente citados, especialmente a partir de los años 2000.
La idea inicial de la Community Court de Nueva York consistió principalmente en sustituir condenas de cárcel de delitos menores por trabajos comunitarios, intentando reducir la delincuencia de bajo perfil. El tiempo demostró una bajada de la criminalidad en las calles y una mayor paz social en los barrios.
Los Citizen Juries, la otra figura de organización ciudadana australiana
Además de las “cortes comunitarias”, los australianos también cuentan con unos “jurados ciudadanos” o “Citizen Juries”. Son, según el gobierno, un tipo de órganos de consulta de ciertas decisiones a miembros representativos de la comunidad, para que los ciudadanos puedan involucrarse en mayor grado de la vida política que les afecta de forma directa.
Estos miembros, seleccionados de forma aleatoria, remitirán informes, mediarán en conflictos urbanos y proporcionarán nuevos puntos de vista. Es decir, su implicación es de consejo, más que de toma de decisiones, y en ningún momento sustituirán en autoridad a otros órganos oficiales del poder ejecutivo o legislativo.
Los “jurados vecinales”, un modelo también implantado en latinoamérica
También en países latinoamericanos pueden encontrarse estudios de proyectos similares, llamados en ocasiones Casas de Justicia barriales, jurados vecinales o vecinos pacificadores, y su implantación todavía no es oficial en algunas de estas regiones, sino que se trata de programas en desarrollo.
Sería el caso de los Centros de Gestión y Participación Comunales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o de las Unidades de Justicia Vecinal en Chile, que han servido de momento, y en distritos concretos, para agilizar la justicia de la ciudad, solventando reyertas vecinales o pequeñas gestiones puntuales que más que de un juzgado necesitaban de figuras de mediación. Lo cierto es que, por lo reducido del tiempo de desarrollo de las medidas latinoamericanas (desde 2015 y 2011 en Argentina y Chile respectivamente), se hace difícil una evaluación de la eficacia de estos órganos a largo plazo.
La conexión cubana y venezolana del proyecto de Madrid
Algunos medios y usuarios han encontrado paralelismos entre la propuesta del equipo de gobierno de Manuela Carmena y los proyectos de los Comités de Defensa de la Revolución cubanos o las Brigadas Vecinales venezolanas. En el caso cubano, fuentes oficiales declaran que este organismo se dedica al patrullaje callejero y la prevención de delitos, pero su principal trabajo son tareas de limpieza y enfermería, mantenimiento del barrio, cuidado de ancianos, difusión propagandística y asuntos similares. Los CDR comprenden en realidad un amplio proyecto de voluntariado ciudadano y no tanto un trabajo de Policía Comunitaria o de "jurados vecinales".
Según la información disponible, las Brigadas Vecinales venezolanas se centran en tareas de mediación vecinal y prevención de los delitos urbanos, supeditando sus decisiones a la ley y a las instituciones oficiales del Estado. Estas brigadas aparecen anunciadas en el Plan de Gobierno venezolano de 2009, y se habrían puesto en marcha en algunos distritos de Caracas, como Chacao, en 2012.
Junto a ellos también existen las brigadas infantiles, jóvenes que apoyarán en universidades y escuelas las labores de promoción de la seguridad y de "promoción de valores" en la comunidad, tal y como cuentan medios de comunicación venezolanos.
Hay que tener en cuenta que en el estado venezolano existen también otros órganos civiles como los Colectivos. Los Colectivos son milicias paramilitares compuestas de civiles, defendidas y promovidas de manera oficial desde el Estado como órgano auxiliar de las Fuerzas Armadas, y de las que algunas organizaciones como Human Rights Watch han declarado que actúan como "bandas armadas urbanas que utilizan la violencia entre la población con impunidad". Por otra parte, el alcalde de Caracas es opositor de Maduro, con lo que no tendría por qué promover en sus calles aparatos afines al régimen.
Lo que toca será esperar a conocer algo mejor lo anunciado por el Ayuntamiento de Madrid y si se confirma que la resolución vecinal irá en sintonía con algunos de los proyectos aquí citados.
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