Cuando piensas en religión, probablemente piensas en un dios que recompensa a los que son buenos y castiga a los malos.
Sin embargo, la idea de dioses preocupados por la moralidad no es en absoluto universal. Expertos en ciencias sociales [saben desde hace mucho tiempo][1] que las sociedades tradicionales de pequeña escala (a las que los misioneros calificaban de "paganas") concebían un mundo espiritual donde importaba poco la moralidad del comportamiento humano. Su preocupación no era si los humanos se comportaban bien entre sí, sino más bien si cumplían con sus obligaciones en relación a los espíritus y mostraban la debida consideración.
Sin embargo, las religiones del mundo que conocemos hoy en día, así como sus innumerables variantes, exigen creer en deidades punitivas que todo lo ven o que, por lo menos, tienen algún tipo de mecanismo general (como el karma) para recompensar a los virtuosos y castigar a los malvados. En los últimos años, los investigadores han debatido cómo y por qué surgieron estas religiones moralizantes. Ahora, gracias a una gran base de datos procedentes de la historia universal, conocida como[Seshat][2] (llamada así por la diosa egipcia del mantenimiento de registros), estamos empezando a obtener algunas respuestas.
El ojo puesto en el cielo
Una [teoría popular defiende][3] que los dioses moralistas fueron necesarios para que surgieran las sociedades a gran escala. Las sociedades pequeñas, según esta teoría, eran como una pecera: es casi imposible adoptar un comportamiento antisocial sin ser descubierto y castigado, ya sea mediante actos de violencia colectiva, represalias o daños a la reputación a largo plazo y riesgo de ostracismo. Pero a medida que las sociedades crecían y las interacciones entre desconocidos se volvían más frecuentes, los posibles transgresores podían esperar salirse con la suya de la mano del anonimato. Para que la cooperación fuera posible en tales condiciones, era necesario algún sistema de vigilancia.
Qué mejor que inventarse un "ojo divino" sobrenatural: un dios que pueda ver dentro de las mentes de la gente y emitir castigos y recompensas en consecuencia.
Creer en una deidad así puede hacer que la gente se lo piense dos veces antes de robar o romper un pacto, incluso en interacciones relativamente anónimas. Tal vez también aumentaría la confianza entre los comerciantes. Si tú crees que yo creo en un dios moralizante omnisciente, es más probable que hagas negocios conmigo que con alguien cuya fe desconoces. El simple hecho de llevar insignias como marcas corporales o joyas que aluden a la creencia en un dios de este tipo podría haber ayudado a las personas ambiciosas a prosperar y a ganar popularidad a medida que la sociedad se hacía más grande y compleja.
Sin embargo, los primeros intentos para investigar el vínculo entre religión y moralidad [nos proporcionaron resultados mixtos][4]. Mientras que el castigo sobrenatural parece [haber precedido][5] al ascenso de las tribus administradas por jefes entre los pueblos de las islas del Pacífico, en [estudios realizados en Eurasia se sugiere][6] que la complejidad social surgió primero y los dioses moralistas después. Estos estudios regionales, sin embargo, tenían un alcance limitado, y utilizaban medidas bastante rudimentarias tanto a la hora de clasificar la moral de las religiones como de la complejidad social.
Revisando la historia
Pero nuestra base de datos Seshat está cambiando este proceso. Los esfuerzos para construir un archivo de este tipo comenzaron hace casi una década, atrayendo contribuciones de más de 100 académicos, lo que supuso un costo de millones de euros. La base de datos utiliza una muestra de las sociedades históricas del mundo, que se remonta a una serie cronológica continuada de hasta hace 10.000 años para analizar cientos de variables relacionadas con la complejidad social, la religión, las guerras, la agricultura y otras características de la cultura humana y de la sociedad que varían en el tiempo y el espacio.
Ahora que la base de datos está finalmente lista para su análisis, estamos preparados para probar una larga lista de teorías sobre la historia global.
Una de las primeras preguntas que estamos respondiendo es si las deidades con carácter morales impulsaron el surgimiento de las sociedades complejas. Analizamos datos sobre 414 sociedades de 30 regiones del mundo, utilizando 51 parámetros de complejidad social y cuatro parámetros de imposición sobrenatural de normas morales para llegar al fondo del asunto. Una nueva investigación que acabamos de publicar [en la revista Nature][7] revela que los dioses moralistas llegaron más tarde de lo que muchos pensaban, mucho después del aumento más pronunciado de la complejidad social en la historia del mundo.
En otras palabras, los dioses a los que les preocupa si somos buenos o malos no fueron los que impulsaron el surgimiento inicial de las civilizaciones, sino que llegaron más tarde.
Como parte de nuestra investigación elaboramos un mapa con la procedencia de los mayores dioses del mundo. En el mapa de abajo, el tamaño del círculo representa el tamaño de la sociedad: los círculos más grandes representan sociedades más grandes y complejas. Los números en el círculo representan el número de miles de años que hace que encontramos la primera evidencia de la creencia en dioses moralistas. Por ejemplo, el emperador Ashoka adoptó el budismo hace 2.300 años, después de haber establecido imperio grande y complejo en el sur de Asia conocido como el Imperio Maurya.
Nuestro análisis estadístico mostró que las creencias sobre los castigos sobrenaturales tienden a aparecer solo cuando las sociedades pasan de ser simples a complejas, aproximadamente cuando la población total supera el millón de personas. Ahora estamos considerando otros factores que puedan haber impulsado el surgimiento de la primera gran civilización. Los datos de Seshat sugieren que los rituales colectivos diarios o semanales (el equivalente a la misa de los domingos o a las oraciones de los viernes) aparecen cuando la complejidad social empieza a aumentar.
Si la función original de los dioses moralizante en la historia del mundo era homogeneizar varias coaliciones frágiles y étnicamente diversas, ¿qué podría significar para el futuro de las sociedades de hoy en día rechazar la creencia en tales deidades? ¿Podría la secularización moderna, por ejemplo, contribuir al desmoronamiento los esfuerzos de cooperación regional, como la Unión Europea? Si cada vez hay menos fe en los dioses más importantes, ¿qué significará para la cooperación entre grupos étnicos frente a la migración, la guerra o la propagación de la xenofobia? ¿Puede la moralización de los dioses ser sustituida por otros tipos de vigilancia?
Incluso si finalmente Seshat no nos proporciona respuestas sencillas a todas estas preguntas, nos podría dar una forma más fiable de estimar las probabilidades de diferentes futuros.
Autores: Harvey Whitehouse, University of Oxford; Patrick E. Savage, Keio University; Peter Turchin, University of Connecticut; Pieter Francois, University of Oxford.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
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