Estados Unidos es la primera potencia armamentística mundial. No sólo lo acredita el gigantesco tamaño de su ejército, el más poderoso del planeta, o su enorme gasto en Defensa, muy por encima del resto de naciones occidentales. También el comercio asociado a la compra y venta de armas. Especialmente a la venta: desde el fin de la Segunda Guerra Mundial no ha habido nación en el mundo tan prolífica en la producción y exportación de armas como Estados Unidos.
Su posición al frente de la industria armamentística planetaria se ha mantenido impertérrita por más que los contextos geopolíticos hayan variado con el paso de las décadas. A la Segunda Guerra Mundial le siguió la Guerra Fría, en la que Estados Unidos y la Unión Soviética financiaron y abastecieron a diversas naciones aliadas en las guerras proxy y en los conflictos estratégicos que determinaron al mundo durante cuatro décadas (Rusia sigue siendo aún hoy la segunda potencia exportadora de armas, recogiendo el legado de la URSS).
¿Y más tarde? Idéntica dinámica. Lo miremos como lo miremos, Estados Unidos lidera el ránking de países exportadores de armas. ¿Pero a quién vende y en qué cantidad? Es la pregunta que debió hacerse Will Geary, cartógrafo y diseñador (aquí su Patreon), cuando comenzó a trabajar en "The United States of Arms", un estupendo vídeo que ilustra año a año su volumen comercial armamentístico desde 1950. Incluye el flujo a cada país en una divertida visualización.
¿Qué podemos aprender de ella? Que los intereses comerciales de la industria armamentística están nítidamente ligados a los políticos. En la década de los '50, por ejemplo, los principales países receptores (compradores) de armas estadounidenses fueron Francia, Canadá, Alemania, Japón e Italia. Países aliados, y en el caso de cuatro de ellos devastados tras un terrorífico conflicto bélico. Estados Unidos contribuyó a que todos ellos rehicieran sus ejércitos (entre otras cosas).
A partir de los años 60 la situación se mantiene. Pero hay un cambio significativo: Alemania destaca por encima de todos los demás países aliados como el primer receptor neto de armas. ¿Por qué? Dos motivos: en plena escalada de tensiones con la Unión Soviética por la construcción del muro y por la crisis de los misiles cubanos, las administraciones estadounidenses creyeron que, de romper el conflicto, lo haría por la frágil frontera alemana. Proteger a la RFA resultó una prioridad.
Los años setenta sí representan un cambio de paradigma. Él foco se desplaza desde Europa hasta Oriente Medio (donde permanecerá por décadas). Irán se convierte en el primer socio comercial de Estados Unidos: la revolución islámica no tiene lugar hasta 1979, y hasta entonces el sha persa era uno de los aliados más firmes y sólidos del bloque occidental en la región. La venta de armas (las mismas que el régimen utilizaba para reprimir a la oposición) se convirtieron en un símbolo del apoyo estadounidense al sha, origen de la animadversión de los ayatollahs a la Casa Blanca.
El segundo en la lista fue Israel: pese a su rotunda victoria la Guerra de los Seis Días, el estado judío sigue rodeado de explícitos enemigos y en una precaria situación geopolítica. Estados Unidos apoyará sus esfuerzos bélicos tanto en el Líbano como en la Guerra del Yom Kippur, apuntalando su imponente ejército. Alemania, Japón e Italia continuaron comprando armas, seguidos ya de cerca por Corea del Sur, Taiwán y Vietnam del Sur, los tres antagonistas a regímenes comunistas.
Los ochenta vuelve a cambiar el paradigma. Rotas las relaciones entre Irán y Estados Unidos surge otro actor: Arabia Saudí, segundo comprador global de la década sólo por detrás de Japón (en un momento en el que el país reconstruía sus Autodefensa, que no ejército, bajo la estricta tutela de Washington). Israel, Corea de Sur y Egipto les siguen de forma inmediata (el caso de Egipto, antaño enemigo directo de Israel, es muy singular). Países Bajos y España aparecen en el ránking.
La dinámica se mantuvo de los noventa (Corea del Sur ya como principal importadora, Arabia Saudí, Taiwán) incluyendo al revivido ardor militarista de Turquía. A partir de la década de los 2000 el flujo comercial desciende drásticamente y los protagonistas se mantienen: cae Arabia Saudí pero pervive Egipto, prueba de los estrechos lazos de Estados Unidos con los hombres-fuertes de Oriente Medio frente al islamismo, y aparecen Emiratos Árabes Unidos (y en Europa, Grecia).
Por último, a lo largo de esta década el principal comprador ha sido Arabia Saudí, seguido de Australia y UAE. Cabe destacar la incorporación de Irak (de descabezado ejército tras el apogeo de ISIS y de progresiva reconstrucción hoy, en colaboración con Irán: las vueltas que da la vida), Singapur y la India. Cierra el ránking Reino Unido, que siempre ha contado con posiciones en casi todas las décadas (aunque de forma más discreta).