Leer la prensa salmón se está convirtiendo en algo tan deprimente como lo fue hacerlo entre 2007 y 2013. Muchos de los economistas ya no hablan en términos de posibilidad, sino de certeza: que estamos al borde de una nueva crisis financiera mundial ni se cotiza, pero lo que sí da pie a especulaciones es saber cuándo y dónde.
El historiador económico Niall Ferguson ha afirmado recientemente que habrá una nueva crisis, aunque sólo está "bastante seguro" de que "no será una crisis de EEUU o hipotecaria porque no hay dos crisis iguales". Los estrategas del banco JP Morgan adelantan a los inversores que se vayan preparando para 2020 si no ocurre antes: según sus vaticinios se viene otra crisis, mucho menos fuerte que la anterior, pero que hará que caída de los índices bursátiles en EE.UU. sea de un 20%. La presidenta del comité de supervisión del BCE, Daniele Nouy, reconocía esta semana en una entrevista que lo único que sabía a ciencia cierta es que llegará una nueva crisis financiera, aunque no sabía ni cómo ni por qué. De todas las declaraciones recogidas en este artículo, éstas son las que más deberían preocuparnos.
Los mercados, como entes que dependen de la confianza y de las creencias, no son un engranaje anticipable. Lo que sí se dice, se cuenta, es que la historia del capitalismo es la de las crisis, por lo que ahora toca recoger ficha. Con estos movimientos económicos a gran escala habrá ganadores y perdedores. Detrás de los números, los dramas humanos, por supuesto, así que, ¿cuándo y por qué vamos a tener que preocuparnos?
Los países emergentes
Gary Shilling es uno de los analistas financieros que habló de la burbuja inmobiliaria a principios de los 2000. Tal vez te suene por otro dato de su biografía: ¿viste La gran apuesta? La película estaba inspirada en un libro, y el personaje de Greg Lippmann, al que daba vida en el filme Ryan Gosling, es la persona real que siguió los consejos de Shilling para sacar tajada de la crisis que estaba a punto de explotar y que sólo unos pocos supieron anticipar. De ahí que muchos, ahora, le hayan conferido un estatus de gurú y sigan sus consejos.
Para él también está maduro el ciclo económico. Le preocupan los países emergentes como consecuencia de que el mercado esté demasiado quieto. Ahora que están subiendo los tipos de interés del dólar, Shilling cree que les va a costar mucho más devolver los 8 billones (en español) de deuda corporativa y soberana que arrastran. Cuando empiecen a fallar en sus pagos, arrastrarán al resto de mercados mundiales, algo que todo apunta a que empezará a ocurrir el año que viene.
La deuda corporativa y el Quantitative Easing
Es el comentario de Jim Stack, el presidente de Stack Financial Management, compañía que maneja 1.300 millones de dólares, y que también huyó de los créditos basura inmobiliarios (aunque sus predicciones acerca de cuándo estallaría la burbuja se quedaron cortas). Sheila Blair, ex presidenta de la FDIC (una agencia federal independiente de los Estados Unidos), es de la misma opinión. Es aquí a donde hay que mirar.
Sólo el BCE acumula una deuda empresarial de 96.620 millones (una décima parte corresponde exclusivamente a empresas españolas), pero es una tendencia común en muchos otros bancos centrales del resto de economías mundiales: buena parte de la recuperación tras 2008 ha consistido en que los estados absorban deuda del sector financiero para inyectar liquidez en el resto de sectores. Si en 2008 esta deuda a nivel mundial era de unos 700.000 millones, ahora es del doble.
La interpretación de Stack, Blair y otros analistas es que mucha de esta nueva deuda corporativa que se ha generado es subprime, de mala calidad, y que “este es el tipo de deuda que nos conduce de manera espectacular a una recesión económica".
Después de la última crisis tanto la Reserva Federal como el BCE implementaron medidas para atar en corto las posibilidades especulativas de la banca privada, pero no de los entes públicos. Los bancos centrales tienen libertad de endeudarse sin límite, cosa que hacen en situaciones de apalancamiento como la actual, y hay quien opina que esta política monetaria acomodaticia también conocida como Relajación Cuantitativa (QE o Quantitave Easing en inglés) ayuda a crear burbujas, lo que constituirá el próximo desafío de los mercados.
Italia (¿y España?)
Son palabras de John Mauldin, el escritor de una newsletter semanal sobre el panorama financiero a la que están inscritas un millón de personas y que ganó notoriedad, también, después de anticipar el estallido de 2008.
Mauldin vaticina un estallido de las bolsas europeas que comenzará con una crisis en el país alpino. En su visión, Italia estallará, y entonces “la elección de Europa creo que va a pasar porque el BCE incorpore toda la deuda a sus cuentas". Europa hará esto porque "si no lo hacen, entonces la eurozona se desmoronaría y colapsarían con una devaluación del 50%”.
No es el único en apuntar este camino hacia la próxima crisis. Italia es uno de los miembros más endeudados del euro, que debe ya 480.000 millones, y a punto estuvo después del crack de Lehman Brothers de ser rescatada por Europa. El nuevo gobierno italiano ha prometido una tanda de medidas que llevarían como consecuencia un aumento aún mayor de su endeudamiento. Al parecer, Europa habría aprendido ya con Grecia que dejar caer a un país no es necesariamente bueno, e Italia, pese a todo, es el cuarto país de mayor importancia económica de la zona euro.
Con España pasa lo mismo: quinta economía europea, enorme deuda pública, la recuperación económica del país estancada, el IBEX35 está perdiendo su valor a marchas forzadas y ahora tenemos un gobierno socialista. Los economistas de Bank of America Merryll Lynch (BofAM) realizaron hace unos meses una simulación de cuál sería el impacto de una crisis leve en la Eurozona, y su informe, centrado en las finanzas públicas, destacaba que España sería el país más afectado en términos de déficit y deuda pública dentro de las grandes economías.
El “shadow banking”
Si el guión dice que, después de Lehman Brothers, los grandes países se pusieron de acuerdo en cortarle las alas a los grandes bancos privados, hay otra visión que dice que estas regularizaciones no sirvieron de nada o de casi nada. El “shadow banking” son instituciones que hacen negocio bancario sin estar sujetas a las condiciones de la banca tradicional. Hedge funds, fondos de capital riesgo, los fondos del mercado monetario, Socimis... Es difícil calcular cuánto mueven, pero se estima que un 25% de los activos financieros del mundo.
El "shadow banking" podría haber cuadriplicado en volumen de negocio en la última década. Nos toca mirar a China: aunque Estados Unidos y diversos paraísos fiscales tienen porcentajes altísimos de su economía en este sistema, es la economía de la superpotencia la que puede hacer caer al resto.
Gordon Brown, ex primer ministro británico que entró a la salida de Tony Blair y uno de los actores de mayor peso del G-20 para paliar los efectos de la crisis de 2008, ha apuntado hacia este camino. Aunque Brown no se atreve a sentenciar cuál será la mecha que detone la bomba, sí dice que le preocupa mucho la desregularización de la banca a la sombra.
Brown ve síntomas de que “el mundo esté caminando irremediablemente hacia una nueva crisis financiera”, que no se corrigieron muchos de los defectos del mercado en aquella época y apunta a que esta vez será peor, ya que los países no tendrán tanto margen para recortar impuestos o aumentar el gasto público y a que China no está tan boyante como entonces (por lo que no podrá inyectar capital).
El problema, para él, no es qué va a estallar, sino cómo lo vamos a gestionar: según el político y economista, los estados parecen ahora menos dispuestos que en 2008 a negociar acuerdos conjuntos para limitar los efectos de una crisis de los mercados que será mundial.