La extrema derecha cotiza al alza en la mayor parte de países de Europa. No se trata sólo de países de dudosa calidad democrática, ni de reductos de votantes desencantados con la inmigración y con el sistema: hablamos de un movimiento a gran escala que, poco a poco, se ha instalado, de forma más o menos ruidosa, en gran parte de los parlamentos europeos. Ha vuelto. ¿Pero hasta dónde llega su alcance?
Tres países marcan el camino. El primero, Hungría, donde hemos hecho una excepción y hemos incluido al partido de Viktor Orbán, Fidesz, dentro de la extrema derecha, pese a encuadrarse dentro del PPE. Allí, Orbán, un tipo nacionalista cuya definición de terrorista es "inmigrante", obtuvo más del 40% de los votos en las últimas elecciones, y ha sido acusado con frecuencia de autoritarismo. De su mano camina Jobbik, un partido neofascista, de estética paramilitar y xenófono con casi cualquier cosa que no sea húngara.
Le siguen Francia y Dinamarca. En el primero, el Frente Nacional de Marine Le Pen parece estar más fuerte que nunca. Ha sido la fuerza más votada tanto en las últimas elecciones europeas como en las departamentales de este mismo año, rondando el 25% (!) de los votos. Posiblemente llegue a la segunda ronda de las presidenciales dentro de dos años. En el segundo, el Partido del Pueblo Danés ha superado a los conservadores y centristas y se ha colocado este mismo año como segunda fuerza política del país.
En el resto de países, oscilan entre lo neofascista (el caso de Amanecer Dorado y Ataque en Grecia y Bulgaria), y lo xenófobo y euroescéptico (los casos de Austria, Suecia, Holanda). Los hemos recopilado a todos en este mapa interactivo.
Leyenda: en rojo, países donde la extrema derecha no supera el 10% de los votos; en gris, países donde la extrema derecha obtiene entre el 10% y el 20% de los votos; en negro, países donde supera el 20% de los apoyos.
Una consideración: tanto en Polonia como en Suiza, los partidos más votados actualmente no siempre son considerados dentro de la extrema derecha. Sin embargo, sus posturas xenófobas y anti-inmigración están en consonancia con la mayor parte de partidos incluidos. La calificación de "extrema derecha" de un partido siempre es discutible, y parte de las formaciones amalgamadas aquí no comparten una visión unitaria sobre todos los aspectos de la política.
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