El teletrabajo ha llegado para quedarse. El nuevo modelo en remoto que tanto se ha extendido durante esta mitad de año está teniendo ya su impacto en los entornos de las pequeñas y grandes ciudades. Muchos trabajadores han querido poner kilómetros de por medio para ganar en espacio y calidad de vida, con la promesa de reducir sus gastos y abaratar su vida en general. A pesar de los aparentes beneficios de esta deslocalización laboral, surgen otros aspectos negativos.
Como el inminente reajuste en los salarios de los teletrabajadores: si vives en una ciudad barata, cobrarás menos.
El éxodo tiene un precio. Cobrar menos y trabajar en ciudades baratas puede ser una futura realidad del teletrabajo. Lo ilustra este reportaje de Bloomberg. Esta movilización en masa se ha vivido más en la industria de la tecnología, que tiene una alta concentración de empleados que pueden trabajar desde cualquier lugar pero que han estado situados hasta el momento en zonas con altas rentas. Los trabajadores que decidan salir de Silicon Valley, por ejemplo, para vivir en zonas más baratas, también deberán reducir su salario.
Para las compañías, el alto nivel de vida del valle se veía compensado con unos complementos salariales que permitían a sus empleados sostener sus cuentas a final de mes en la zona. Es por ello que, si el trabajador abandona la zona, pagar esos complementos a final de mes dejaría de tener sentido.
Ciudades pequeñas o suburbios. En agosto, la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios decía que el área alrededor de Kingston, Nueva York, una ciudad de clase trabajadora a unas dos horas al norte de Manhattan, se había convertido en una de las zonas más solicitadas en todo EEUU. De hecho, en todo el oeste del país, las comunidades cercanas a parques nacionales o estaciones de esquí se han convertido en “ciudades Zoom” para los teletrabajadores.
En España, un estudio reveló que las mejores ciudades para teletrabajar eran Valencia, Alicante o Málaga. Ciudades de sol y playa con alquileres baratos y una calidad de vida elevada por poco dinero. Y la movilización ha empezado. Como ya contábamos en Magnet, la era de los nómadas digitales va a determinar el futuro y la reconstrucción de las nuevas ciudades emergentes.
Cambios salariales. Ya son muchas las empresas —véase Facebook, Microsoft o Stripe— que han anunciado que la mayoría de sus empleados podrán trabajar de forma remota de forma indefinida, pero prevén un cambio salarial en función de la zona de residencia para todo el país. Hasta este momento, las reubicaciones y los ajustes salariales para el personal se habían manejado caso por caso. Pero ahora esto se va a convertir en la norma. Siguiendo la propuesta de estas compañías, un trabajador que se mudara de un lugar caro a uno barato podría llevarse una reducción del 10% al 15% en la compensación en efectivo. Es decir, el salario y las bonificaciones.
Eso sí, no serán iguales para todos. Las compañías reducirán los complementos en función de los lugares de destino de sus empleados, adaptándolos así al precio de la vida en cada zona. Según Bloomberg, los empleados que vayan vivir a una ciudad como Denver reducirán su nómina un 18%, mientras que los que se muden a Los Ángeles solo dejarían de ganar un 8% de su salario actual.
Las empresas divididas. Aunque las grandes empresas como Facebook también aplicarán este tipo de reducciones, otras compañías están optando por lo contrario. ServiceNow, ni siquiera ha pensado en la reducción de salarios. "¿Vamos a ajustar su salario cuando estén en las montañas de Colorado por un par de meses, donde se sientan más seguros? Probablemente no", decía su CEO. Zuckerberg sí dejaba intuir que al permitir a sus trabajadores teletrabajar, estos también deberían cobrar menos, ya que "se estarían potencialmente ahorrando el coste de ir a la oficina, o ya puestos, de vivir en grandes ciudades".
Un ahorro aparente. Lo cierto es que el teletrabajo sí supone un ahorro para los empleados. Uno de los motivos recae sobre el tiempo, y por tanto el dinero, que ahorramos gracias a él. Trabajar en casa implica no tomar el metro, no pedir un taxi, no conducir. En Estados Unidos, un reciente estudio cifró en 630 millones de euros el ahorro diario estimado gracias al teletrabajo. Los resultados del teletrabajo han sido todo un éxito.
Pero gastos adicionales. No obstante, la mayoría de empleados considera que el teletrabajo no debería salirle gratis a las empresas: el 75% espera que la compañía les apoye de alguna manera. En concreto, el 47% requiere que esta le proporcione las herramientas y materiales que necesita para el desempeño de sus tareas; el 36%, una asignación económica que se pueda usar libremente con el objetivo de crear un ambiente de trabajo adecuado; el 33%, que cubra sus gastos de electricidad y el 25%, la instalación de una estación de trabajo ergonómica en casa.
Ellas sí, pero tú no. De la misma manera que el teletrabajo permite a determinados profesionales abandonar el bullicio de la ciudad y escaparse a las zonas verdes, también habilita a las empresas para llevarse ciertos puestos de trabajo a otros países a precio de saldo y deslocalizar sus contrataciones. Ya lo decía Antonio Garamendi, presidente de la CEOE: “Si tengo que contratar y se me ponen condiciones imposibles y que no pueda gestionar a mi plantilla, mañana puedo contratar en Portugal”. Y es que la mano de obra puede llegar a ser mucho más barata en otros países. Por ejemplo, en el sudeste asiático es ridículamente más barata que en las grandes potencias de Europa o EEUU.
Como sea, el teletrabajo llega cargado de buenas y malas noticias. A falta de unas leyes que regulen todo lo relacionado con el nuevo modelo en remoto, está claro que empresas y sindicatos deberán llegar a acuerdos si esta práctica pretende establecerse en el futuro postpandémico. De momento, aquellos trabajadores que pretendían moverse al campo y montar allí sus oficinas portátiles, tendrán que pensarselo dos veces y revisar sus cuentas antes de hacerlo.
Imagen: Unsplash
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