Los repartidores de Amazon están colocando smartphones en árboles para recibir más pedidos

Para los repartidores de Amazon de Chicago, el dinero crece literalmente de los árboles, y para ello han inventado un ingenioso sistema que, smartphones mediante, recoge esos dólares que tanto necesitan.

¿Cómo? Según Bloomberg, los repartidores de Flex más avispados dejan terminales móviles sincronizados con su propio dispositivo entre las ramas, a una altura poco accesible para los demás. De esta forma le dan la vuelta a la tortilla y usan a su favor el software de Amazon que monitorea a sus repartidores para saber dónde están. Como se le suele asignar los pedidos a quienes estén más cerca del centro, ellos ganan segundos o fracciones de segundo contra otros repartidores.

Qué es Amazon Flex: el “Uber” de Amazon, una plataforma que funciona como proveedor de bolos de mensajería a autónomos que quieran apuntarse a sus pedidos. La compañía está potenciando esta plataforma tanto para depender menos de las empresas repartidoras externas, al estilo de MRW o UPS, y para tener más disponibilidad a la hora de hacer llegar sus pedidos de servicio Prime o de menos de 24 horas.

Según los anuncios de Amazon, el conductor recibe de media entre 18 y 25 dólares la hora. Por comparar, el salario por hora medio de los trabajadores de Wallmart es de 14 dólares, mientras que el salario medio por hora en el conjunto de los empleos estadounidenses es, a fecha de 2019, 19 dólares/hora. Lo que cuentan los autónomos adscritos a Flex es bien distinto: puedes pasarte horas sin recibir pedidos, puede que tengas que pagar peajes o hacer rutas que no salen a cuenta, y en ese precio establecido por Amazon ya se incluyen todos los gastos que corren a cuenta del trabajador, desde el coche hasta la gasolina.

De ahí que sea tan feroz la competencia a la hora de hacerse con una comanda. Trampear el sistema puede significar la diferencia entre conseguir hacerse con el pedido que más beneficios reporta por hora o dejar que lo consiga otra persona. Los trabajadores implicados en esta estafa habrán calculado el coste de los terminales extra que han tenido que comprar para ponerlos en las inmediaciones del centro y el dinero que van a ganar en el tiempo que tarden el resto de trabajadores en ponerse al día con el truco o lo que tarde Amazon en cambiar las reglas.

No es más que otro agujero del sistema de la “gig economy” o economía del bolo. Como vimos hace no mucho, hemos llegado a un punto en el que puede salir más a cuenta enviar paquetes a mansalva a direcciones del mundo regalándoles semillas sólo para que tu tienda en Ebay o Aliexpress pueda demostrar que ha hecho muchos pedidos y te fíes más de ella. También en varias ciudades, y gracias a la expansión de los Glovos, están proliferando los restaurantes “fantasma”, cocinas en mitad de descampados dentro de tu código postal que simulan ser hamburgueserías de toda la vida a las que les pides la cena a domicilio.

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