La semana pasada Educación lanzó un Real Decreto con medidas que van a alterar enormemente la vida de miles de estudiantes de nuestro país para el próximo curso académico. Se trata de un cambio temporal, debido a la insólita situación pandémica, que muchos expertos de la comunidad educativa llevaban décadas reclamando y que desearían que fuese permanente. Aprobar la ESO y el Bachillerato será un poco más fácil en 2021 en España.
Según el artículo IV del RD 31/2020, los estándares de aprendizaje evaluables pasarán a ser “de carácter orientativo”. En la práctica, se cambia la norma que llevaba vigente desde la LOGSE de 1990 por la que, para pasar de curs, el criterio fijo era el número de suspensos en lugar de algún tipo de evaluación consensuada por el claustro.
¿Cuánto se podía suspender? Ha ido variando y no siempre es exacto, pero según la LOE de 2006, los estudiantes de la ESO sólo podían suspender tres materias mientras que los de 1º de bachillerato pasaban a 2º si aprobaban todas menos dos y los de 2º se graduaban en bachillerato aprobando todas, las 10 asignaturas.
¿Cuál es la práctica habitual y qué problemas está acarreando este sistema? Lo cuenta aquí Miguel Soler, secretario de Educación en la Comunidad Valenciana. Con este criterio cada miembro del claustro puede tener para sí un sentimiento de lavado de manos: los profesores cantan las notas y si al alumno de la ESO le quedan cuatro pero se nota que el chaval se está esforzando, un profesor cambia su nota del 4 al 5. Y viceversa: se castiga cambiando un suficiente a un suspenso en alguna materia si los evaluadores consideran que el desempeño ha caído en la última evaluación.
Pero ocurre que, en Bachillerato, un alumno puede tener varios notables y sobresalientes pero tres suspensos, y si esos profesores se empeñan en no cambiar la nota, el chico o chica tendrá que repetir. Para 2º de Bachillerato era peor aún porque podía sólo haber un único suspenso, y si nos topamos con un profesor obstinado, mal asunto. Además de eso, Lucas Gortazar, divulgador educativo, ha explicado hoy en su cuenta de Twitter cómo profesores que abusan del suspenso estaban afectando a miles de alumnos, en parte por un criterio “genera incentivos a no colegiar las decisiones” y diluye el sentimiento de responsabilidad de estos dictámenes que pueden alterar tanto la vida de los más jóvenes.
¿Por qué algo que parece que rebaja el nivel de la educación podría ser bueno? Puedes pasarte por este interesante artículo de Politikon que da con muchas de las claves. En esencia, el argumento para suspender a un alumno es que de esa forma, temiendo perder un año de vida, se pondría las pilas. La realidad es que esa discrecionalidad en el juicio final de si alguien suspende o no en función de las materias suspendidas, más cercano a una lotería que una evaluación conjunta aprobada por varios tutores, aleja la justicia académica.
Hay más: es sabido que la repetición rara vez mejora los resultados académicos de los estudiantes y en algunos casos hasta los empeora. Que es una medida que perjudica más a las clases bajas (que no puedan pagar profesores de apoyo y extraescolares) que a las altas y que es una medida que puede llegar a conducir en mayores niveles de violencia juvenil y carencias emocionales por el estigma de repetir y verte rodeado de gente más joven que tú.
España, ese país de tripitidores: nos lo recuerdan multitud de organismos cada tanto tiempo. En España el porcentaje de alumnos escolarizados que han repetido al menos una vez es del 35%, muy lejos de la media de la OCDE (13%). Nuestras cifras de fracaso y abandono escolar también doblan las de la media de Europa. Se nos dice que abusamos de la repetición de curso y que debería ser más una medida excepcional que la norma. Además de que, por supuesto, es algo caro, que le cuesta al Estado 20.000 euros por alumno repetidor, un 8% de todo nuestro gasto educativo en primaria y secundaria.
¿Cómo y dónde se va a aplicar esto? Esta norma “urgente” y temporal, tal y como recoge el RD, aquí que sólo para este años. Además su redacción indica que se abre una concesionalidad de las Comunidades Autónomas e incluso de los centros públicos y privados a aplicar estos criterios o no sólo si quieren hacerlo. Algunas, como Murcia, Madrid, Andalucía o País Vasco, mostraron su rechazo cuando se apuntó a la posibilidad de esta medida en abril, en los tres primeros casos porque prefieren regirse por "la normativa vigente" y Euskadi porque ya venía aplicando un sistema de evaluación similar al que ahora permite Celaá.
¿Servirá para mejorar el nivel educativo de los más jóvenes? Se cree que en un porcentaje sí, aunque también se han visto anteriormente otro tipo de incentivos. Por ejemplo, España pasó de unas tasas del abandono escolar prematuro del 40 al 20% entre 2000 y 2015 y fue en buena medida por el fin del ladrillo. Aquí las salidas laborales cuentan, al menos parcialmente (para otro día la cuestión del exceso de titulados universitarios). Pero, como también se dice, hay que invertir en apoyo. No vale con dificultar la repetición. Si en 2013 se eliminaron estas partidas (plan PROA) a nivel nacional, parece que el Gobierno también quiere ahora aumentar el presupuesto en educación para añadir 1.400 "unidades de acompañamiento" para el alumno.