Esta es la historia de la semana en TikTok: al parecer en la red social de las píldoras de vídeo hay un nuevo reto para artistas. Consiste en embadurnarse el cuerpo en pintura y luego imprimir tu cuerpo sobre un lienzo. @aleasha89 pensó que era un plan divertido, y le ofreció a su mejor amigo hacer la prueba en su casa.
El resultado dejó atónita a la artista: en el lugar donde debía estar su ojete había quedado una huella amarronada. Su colega no había aplicado toda la limpieza que debería a su parte íntima. Corte a: el receptor del cuadro lo ha devuelto asqueado. La chavala lo está intentando colocar en Ebay bajo subasta partiendo de los 10 dólares. Pese a que el post se ha vuelto viral, por el momento sólo hay un único (y milagroso) pujador.
@aleasha89 Relisted my scratch & sniff painting! ##bodyartchallenge ##art ##fyp ##bodypaint ##foryoupage ##shitstain ##aleasha89 ##goochgrease ##scratchnsniff ##canvas
♬ Freak by Doja Cat. On soundcloud - coenbeauty
Esta anécdota de Aleasha es el último eslabón en la cadena de cuentos de terror que circulan en Internet desde hace más de un lustro sobre hombres que no se limpian el ojete. La frecuencia con que aparece esta problemática dentro de los foros sobre consultas sentimentales ha hecho que pase a ser un cliché del género, un subtema con corpus propio, aunque es también una cuestión que sigue suscitando el asombro de aquel internauta que se enfrenta a esta desconocida realidad por primera vez.
Los auténticos hombres no separan los carrillos
La historia más divulgada fue la que subió a Twitter Keith Calder tres años atrás. Algunos de los comentarios de un comentario de Reddit decía:
Mi marido me está dejando de gustar... Llevamos casados dos meses, ¿qué debería hacer? Una vez lo estábamos haciendo, yo encima de él, y cuando terminamos había una roncha marrón en donde estaba su culo sobre las sábanas. […] Al final le comenté lo de los paños de limpieza, y su respuesta fue enfadarse y gritarme a la cara. Me dijo que los auténticos hombres no separan los carrillos o los abren o lo que sea, nada pasa por ahí. ¿Alguna sugerencia o consejo? ¡No seáis duros conmigo!.
Cuanto más profundizas, más honda es esta pesadilla. Aquí la crónica de uno de sus protagonistas: “No me empecé a limpiar el culo hasta los 16 (y nadie lo estuvo haciendo por mí, no)”. En ella cuenta cómo este muchacho simple y llanamente no sabía que había que aplicar papel higiénico hasta que saliese limpio, y dedujo que la zona nunca estaría libre de caca por completo. Este post, compartido 46.000 veces, dice, “Hoy-la-he-pifiado porque acabo de aprender a limpiarme ahí”. El susodicho admite que pensaba que no había ningún problema con su método hasta que su novia le pasó un link de cómo había que hacerlo (sí, al parecer hay páginas web que explican a gente ya talludita la mecánica del acto).
Otro tipo aquí se pregunta: “ey, ¿hay que retirar todos los excrementos ahí abajo o sólo lo más gordo?”. Una chica aquí implora: “este chico se pasa el día con restos entre sus nalgas. ¿Es motivo de ruptura insalvable?”. La red nos ha demostrado que es un fenómeno que traspasa fronteras nacionales e idiomáticas.
Los espectadores curiosos también se plantean la existencia diaria de estos hombres. Muchos se cuestionan si es gente que se pasa su vida oliendo mal allá por donde vayan, si durante eones la gente a su alrededor, pongamos, compañeros de gimnasio, decidieron ignorar la situación en lugar de tener una conversación incómoda con estos sujetos.
Algunos culpan a las dietas ricas en grasas, otros a ser demasiado velludos. La conclusión más compartida por la comunidad es que se trata de otro de los síntomas de una cultura de la masculinidad tóxica.
No preguntes, no lo cuentes
¿Hay mujeres que no se limpian la zona? Tenemos algún aislado caso que lo confirma, pero se trata de excepciones, la prevalencia es abrumadoramente masculina. La idea se refuerza además por las respuestas que dan muchos de los protagonistas: aquí uno se escuda en que hacer eso es de “gays”, al igual que muchos redditers afirman que se han encontrado con colegas que les dicen eso, que frotar la zona les parece de homosexuales. Aquí otro hace una larga diatriba por la que justifica que, dado que:
No hay nada más femenino que aplicar productos en tu cuerpo, por la misma lógica no me limpio el trasero. No me lo he limpiado en aproximadamente 4 años y NUNCA he tenido ningún problema, mi sistema digestivo está entre el 1% superior y nunca he sentido la necesidad de “limpiar”. Si cagas y necesitas limpiarte, tienes un tracto gastrointestinal castrante y ese es tu propio problema.
En otros sucesos paranormales recientes en el mundo de la fragilidad masculina, hay una corriente de hombres que evitan llamarse a sí mismos gays o bi y prefieren el término “andrófilo”, menos “invertido” y menos asociado a tener pluma. Los hombres homosexuales que se autodefinen como misóginos y que sienten pavor ante la perspectiva del sexo anal se categorizan en redes como “g0ys”. En otros pastos, hombres que se autodefinen como heteros y que por lo que sea quieren practicar sexo con otros hombres y que, en lugar de llamarse gays o bis o curiosos, prefieren el más robusto término “sexo entre colegas” o “buddy baiting”, que el español de a pie conocerá con una frase popular ya en nuestro idioma: “nos hacemos unas pajillas pero sin mariconadas”.