Imagina que has pasado una de las mejores vacaciones de tu vida en uno de los rincones más bellos del Mediterráneo. Imagina que durante el último baño en la playa que tanta felicidad te ha dado decides guardar un puñado de arena. Ha significado mucho para ti, deseas conservarla para toda la vida. La introduces en una botella de plástico y la guardas en la maleta. ¿Historia breve, verdad? Nada más lejos de la realidad. No si tus vacaciones han transcurrido en Cerdeña y si la policía te intercepta.
La multa. Le ha sucedido a un turista francés. Antes de embarcar en su avión de regreso, los agentes italianos registraron sus pertenencias. Entre ellas encontraron casi 2 kilos de arena de playa sarda, al parecer muy cotizada en el mercado negro. Nuestro protagonista tendrá que hacer frente a una multa de hasta 1.000€. Ha tenido suerte. La legislación de la isla contempla sanciones de hasta 3.000€ por sustraer puñados de arena de su litoral. Porque no es un caso aislado.
Común. Según un agente forestal consultado por CNN, el fenómeno es bastante común: "Al final del año solemos acumular muchas botellas de arena (...) El año pasado encontramos una página web que estaba vendiendo nuestra arena como recuerdo. Se ha convertido en un fenómeno muy conocido en Europa". Los controles, desarrolla, han tenido que endurecerse ante el pequeño boom: "Las sanciones son ahora mucho más serias. Trabajamos con la policía, ellos nos alertan".
Hasta cárcel. Hace un año, otra pareja de franceses se vio envuelta en un escándalo similar. Las autoridades sardas encontraron hasta 40 kilos de arena en su coche. La habían embotellado en catorce botellas de plástico distintas, toda ella proveniente de una misma playa, en Chia. Se disponían a partir en un ferry en dirección a Tolón cuando la policía desbarató sus planes. Al pasar a disposición judicial descubrieron la sanción que afrontaban: entre un año y seis de cárcel.
Atractivo. En 2017, el gobierno de Cerdeña otorgó protección legal a las playas de la isla. La legislación culminó años de movilizaciones ciudadanas y vecinales. Grupos como Sardegna Rubata e Depredata (Cerdeña Robada y Saqueada) llevaban lustros denunciando los excesos de los turistas. Las arenas sardas, muy finas y cristalinas, en ocasiones de colores extraordinarios, se habían convertido en un objeto preciado (en parte por la propia promoción turística de la isla).
La ley respondía así a una indignación que tenía tanto de orgullo local como de reivindicación medioambiental.
Largo proceso. La escala del problema y la sensación de impunidad ayuda a comprender lo oneroso de las sanciones. Sólo en 2015, antes de que el gobierno legislara específicamente sobre ello, las autoridades se incautaron de 5 toneladas de arena local en el aeropuerto de Elmas, uno de los tres operativos en Cerdeña. En cierto modo, la dureza de las autoridades es una batalla contra los excesos del turismo masivo. Y contra las externalidades de un maná económico nunca exento de problemas.
Imagen: Michael Thuemmler/Flickr