México es una tierra riquísima tanto en recursos naturales como culturales. Sin embargo, el narcotráfico ha emponzoñado mucha de esa riqueza y, aunque hay una guerra contra el narcotráfico desde hace unas décadas, de vez en cuando escuchamos sobre nuevos movimientos de los cárteles. Un ejemplo es la amenaza de control del aguacate hace unos años, pero ahora parece que hay que hablar del turismo, que cancela viajes a zonas arqueológicas de los mayas.
Los guías no quieren llevar a sus grupos a estas expediciones, mientras el Gobierno afirma que no hay peligro. Más o menos.
El quinto empleador del país. Puede parecer exagerado leer que los cárteles están coartando la libertad de quienes quieren visitar ciertos monumentos históricos, pero en el contexto actual, no suena tan descabellado. Hace unos meses, la revista Science realizó un estudio en el que ponía sobre la mesa datos del narcotráfico en el país. Ellos mismos afirmaron que era complicado estimar las cifras de "la caja negra del narcotráfico", pero se estimaba una fuerza de 175.000 personas, siendo el quinto "empleador"del país por delante de grupos empresariales muy importantes.
De hecho, apuntan que es un problema de difícil solución debido a que siguen reclutando cientos de personas cada semana debido a que las muertes han aumentado entre los grupos y que el reclutamiento forzoso es el sistema más habitual entre estos grupos.
Control de móvil e identidad. Teniendo en cuenta ese contexto, en enero saltó la noticia: los narcos habían secuestrado el turismo en Chiapas. Es algo de lo que se hicieron eco varios medios nacionales, que contaban con declaraciones de dos guías turísticos que quisieron mantener el anonimato y que afirmaron que era imposible, o muy peligroso, acceder a ciertos monumentos.
Estos guías afirman que es imposible visitar ciertos lugares turísticos mayas debido a la violencia de los cárteles. Las ruinas de Yaxchilán, Bonampak o Lagartero son un ejemplo y los guías afirman que es frecuente ver a personas armadas en los alrededores. De hecho, cuentan que no llevan allí a sus grupos debido a las actividades de los narcos.
"Es como si me dijeras que fuera a la Franja de Gaza. Piden tu identificación para ver si eres residente y vives en la zona. Te quitan el móvil, tienes que darles la contraseña y revisan tus conversaciones para comprobar que no perteneces a un grupo rival", cuenta uno de los guías que apostilla "en una de esas, puede llegar un grupo contrario y desatarse un ".
Mensajes contradictorios. Aunque algunos de estos lugares a los que se niegan a ir los guías preguntados siguen abiertos, los viajes turísticos se han reducido estos últimos meses, cancelando algunas citas ya establecidas. Sin embargo, el mensaje del Gobierno es uno totalmente distinto: "es falso, tendencioso e irresponsable afirmar que estas zonas arqueológicas están en peligro por el narcotráfico", afirma el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En el comunicado, desmienten que haya saqueos en Bonampak o Lagartero, afirmando que son zonas que se encuentran abiertas al público y que no se ha producido ningún reporte de daño patrimonial. Y lo que sí confirman es que se han cerrado algunas zonas, pero no por motivos "necesariamente relacionados con la seguridad".
Además, la Zona Arqueológica de Yaxchilán está abierta, pero la razón por el que se cancelan viajes es por "situaciones de índole social que impiden que en la comunidad de Frontera Corozal se ofrezca el servicio de traslado en lancha hacia el sitio arqueológico", pero también avisan de que "el INAH no es ajeno a estos problemas, pero no es la entidad competente ni la encargada de atenderlos". Lo que afirman los guías es que esa ruta se cerró debido a las incursiones constantes de pistoleros.
Y un propietario que ha cerrado el grifo. Si los problemas con el narcotráfico fueran pocos, a la experiencia arqueológica de México se suma el caso de Toniná. Se trata de un espacio imponente que es uno de los puntos más interesantes para el turismo no sólo por las estructuras, sino por los textos y retos de la civilización maya que allí se encuentran. Y el caso es… delirante: un particular ha cerrado el paso.
Resulta que un hombre llamado Alfonso Cruz es el propietario de las tierras en las que se encuentra el paso a la zona arqueológica y en diciembre del año pasado decidió dejar de permitir que la gente acceda libremente. ¿El motivo? Declinó el pago por sus tierras por parte del instituto Nacional de Bienes Nacionales. El particular tenía un acuerdo con el INAH por el que era remunerado por el uso de su suelo, pero estos últimos meses se paralizó el pago y sus tierras fueron recalificadas no como bien cultural, sino como espacio destinado al ganado. Que valían mucho menos de la noche a la mañana, vaya.
En el comunicado del INAH se hace referencia a este caso, afirmando que esta "controversia con un particular" está en proceso de revisión para otorgar una correcta indemnización y esperan llegar pronto a un acuerdo.
La tragedia indígena. Y en mitad de todo esto se encuentran los choles o lacandones, descendientes de los mayas que siguen viviendo en la zona y están siendo diezmados debido a ese reclutamiento forzoso por parte de los cárteles. Por si esto no fuera una tragedia, en estas comunidades indígenas hay centros en los que se vende artesanía, se realizan visitas en lancha y se ofrece hospedaje. Y esa falta de turismo está afectando a la economía de esas comunidades.
Veremos qué ocurre en un futuro, pero algo importante es que son zonas selváticas que resultan puntos estratégicos para los narcotraficantes, que incluso han abierto pistas de aterrizaje clandestinas como punto clave para el comercio de drogas, por lo que no parece realista pensar que la situación mejorará a corto plazo.
Imagen | PashiX
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