Comienzo este artículo contando una curiosa experiencia de la que he venido tomando nota en los últimos meses.
El primer día del que tengo constancia fue un 16 de marzo de 2022. El Atlético de Madrid venía de jugar la noche anterior contra el Manchester United en la ciudad inglesa. A la llegada de mi avión, justo antes de enfrentar uno de los últimos controles de coronavirus, apareció un grupo de aficionados del equipo rojiblanco. Nada extraño salvo por un pequeño detalle: uno de ellos transportaba unas ensaimadas en los brazos.
Casualidad, pensé.
Desde entonces, no he visitado Baleares. Por el contrario, sí he cogido numerosos vuelos con motivo de viajes de prensa. Y con cada vuelo, como si del vaquero de Mulholland Drive se tratara, ahí estaba: un hombre o una mujer llevando entre las manos una, dos y hasta cinco ensaimadas.
Vivo en Madrid, por cierto.
La ensaimada como souvenir
No hace falta hacer volar la imaginación para suponer que, si por Barajas se mueven ensaimadas a diario, el tráfico de este dulce en el aeropuerto de Palma de Mallorca se ha desbocado.
En estos momentos se calcula que en Mallorca hay más de 230 hornos que elaboran este manjar y que de sus puertas salen cada día más de 40.000 unidades del dulce. En 2018, el gerente de Can Joan de S’Aigo ya declaraba a El Mundo que durante los festivos su producción puede dispararse hasta los 9.000 bollos.
La fiebre, sin embargo, ha crecido en los últimos años. Entre su público, como era de esperar, los alemanes, quienes han llegado a disfrutar en sus televisiones del proceso de creación de este producto, gracias al programa Abenteuer Leben del chef germano Jonas Eberwein.
Y en este auge del bollo típico mallorquín, cuando los pasteleros ven salir por sus puertas miles de dulces a diario, hay una compañía que ha encontrado la manera de hacer negocio con las ensaimadas. Pese a no tener nada que ver con ellas.
Ryanair.
45 euros y los pasteleros en pie de guerra
La historia, de la que se han hecho eco medios como El País tiene tres claros protagonistas: Raynair, una pareja alemana y, por supuesto, la ensaimada.
La estupefacción de la pareja no pudo ser mayor cuando en los mostradores de Ryanair les exigían el pago de 45 euros por ensaimada al entender que la caja en la que se transporta el bollo era un bulto independiente a facturar. Dos ensaimadas con destino Alemania: 90 euros.
Los únicos beneficiados, según cuentan en el diario, los empleados de limpieza del aeropuerto, a quienes la pareja regaló el dulce ante la negativa de desembolsar esta cantidad para subir sus ensaimadas al avión. La situación sólo ha sido la chispa que ha encendido la llama de las protestas.
Como era de esperar, la polémica se ha desatado. Cada aerolínea decide si la ensaimada es o no un bulto, si cada una de ellas es independiente de la otra o si se pueden subir sin recargo al avión. Y, por supuesto, el precio a pagar por su transporte. Ryanair lo tiene claro: cada ensaimada es un bulto de mano y, como tal, se debe pagar por ello. Air Europa, incluso, especifica en su página web que "se permite el transporte de dos ensaimadas por pasajero empaquetadas de forma conjunta".
El enfado de los pasteleros es palpable y están trabajando junto al Gobierno de Baleares, a través de la Consejería de Turismo, Trabajo y Modelo Económico, y el Consell de Mallorca para tener una reunión con Ryanair para llegar a un acuerdo. La compañía, por el contrario, no pone impedimento si la ensaimada ha sido comprada en las instalaciones del aeropuerto, lo que, evidentemente, beneficia al horno que tiene adjudicada esta competencia.
No es la primera vez
Curiosamente, la relación de la ensaimada con el transporte aéreo ha sido complicada.
En 2006, la prohibición de llevar líquidos en el equipaje de mano se cobró dos ilustres víctimas mallorquinas: la sobrasada y la ensaimada rellena. Las, entonces, nuevas medidas para la aviación llevaron a Aena a eliminar estos dos productos de los permitidos para transportar en el equipaje de mano.
En un primer momento, la particular caza de brujas la tomó con las ensaimadas rellenas pero la Guardia Civil, saturada por el número de cajas que se abrían durante el control, terminó por convencer a Aena de que eliminara la posibilidad de viajar con ensaimadas (lisas o rellenas) en el equipaje de mano.
Finalmente, todo llegó a buen puerto a finales de ese mismo año. Aena volvió a abrazar, de nuevo, a la ensaimada (y la sobrasada) tras las protestas de los productores locales.
Desde luego, volar ha dejado de ser el transporte placentero de antaño. También para las ensaimadas.
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