Hace unos días, Twitter, ese maravilloso lugar donde se puede discutir de todo o de casi todo, se hacía eco de la última batalla librada por los internautas en España: el debate de qué ciudad tiene la mejor agua del grifo de nuestro país. Hay una explicación de por qué la mecha había prendido del día a la mañana: la OCU había publicado un informe, analizando el agua de diferentes ciudades y ordenándolas de mejor a peor.
En primer lugar, hay que comentar que existe el consenso de que lo recomendable para la salud es ingerir entre 1,5 y 2 litros al día. Y por tanto, el factor económico que supone. Si compramos agua embotellada (pongamos que cuesta 0,21 euros/litro la más barata del supermercado), un consumo diario de dos litros equivaldría a gastar 150 euros al año. ¿Y bebiendo agua del grifo? Un mísero euro al año, según la OCU.
¿Por qué no hemos abandonado entonces las botellas de Solán de Cabras, Font Vella, Evian, Aquarel o Fuente Liviana que llenan estantes gigantescos en el super de la esquina? Pues porque desgraciadamente, amorrarse a un grifo en ciertas partes de España es una tortura degustativa. El agua sabe a mil demonios. Y es que beber es un placer, o debería serlo. Un vaso de agua después de hacer deporte, si sabe "bien", es gloria bendita.
Volviendo a aquel informe, se destacaba que "lo ideal es beber del grifo", por su calidad y por ser más económica. Y también, claro está, porque no se emplean tantos plásticos ni generamos tanta huella ecológica. Ahora, ¿dónde tenemos que irnos para beber la mejor? A Madrid, creía la mayoría. Se equivocaban. Tras analizar más de 60 municipios, se concluyó que 19 de ellos tiene calidad excelente y en 36 buena. Esto significa que la mayoría de ciudades gozan de una calidad muy apta para su consumo. Pero hay tres ganadoras claras entre ellas: Burgos, San Sebastián y Las Palmas.
Para acceder a un sinfín de datos sobre cada agua del grifo de todas las ciudades del mundo, la web Tapp Water te ofrece un análisis sobre su calidad en cada rincón del planeta. Desde Madrid, Valencia, Londres o Los Ángeles. Basta con seleccionar el país y el código postal del área a consultar para ver estadísticas y propiedades científicas.
Por ejemplo, según la web, el agua de Burgos es segura a la hora de beberla, sabe bien y tiene un bajo nivel de cal.
Además, podemos acceder a una gran cantidad de detalles y propiedades, como el nivel de cloro, los microplásticos, el pH, su tipo de mineralización, los nitratos, metales y hasta el nivel de bacterias y virus presentes.
En Burgos, por ejemplo, destaca que hay pocos minerales y muy poca presencia de cal. Esto, además, se añade a que no se presenta ningún contaminante y que su precio se encuentra por debajo de la media española. San Sebastián, por su parte, presenta una mineralización muy ligera. Aunque cuenta con algo de cobre en los análisis, destacan que se debe seguramente a las tuberías y que aún así se trata de un excelente producto y de bajo precio. La tercera en el podio, Las Palmas, cuenta con una excelente calidad donde se destacan los escasos recursos hídricos.
Estas son las propiedades del agua de grifo de San Sebastián:
Para quien quiera adentrarse en el enorme mundo hídrico y convertirse en un verdadero freak del agua, la web te permite consultar más de 80 parámetros que influyen en su calidad, desde el color, la temperatura, pesticidas o patógenos.
Aquí los datos sobre el agua del grifo de Madrid:
Sin embargo, la presencia de sustancias como el cloro, bacterias y microorganismos en los grifos perjudica a la calidad del agua y por ende, a nuestra salud. Aunque la gran mayoría de ciudades cuenta con calidades muy aceptables, también hay perdedores. A la cola de la lista se encuentran Palma de Mallorca, Huelva, Barcelona y Ciudad Real.
Según la web Tapp Water, el sabor del agua de Barcelona es malo y el nivel de cal es alto. Además de que tiene un nivel excesivo de minerales y cloro.
El sabor del agua, misterio resuelto
En realidad, y aunque nos dejemos llevar por el mito y la creencia popular, que sepa bien no quiere decir que sea mejor, que es lo que valoraba la OCU en su análisis. Sin embargo, una gran cantidad de estudios científicos se han dedicado a explorar su sabor, que bien podría tratarse de otros productos de relevancia gastronómica y cultural como el vino.
Uno de los mayores clichés que existe en torno a esta cultura del agua es el buen sabor que ostenta en Madrid frente a otras grandes ciudades como Barcelona. Hace unos años, un sommelier español nos sacaba de dudas en este reportaje de El Confidencial. Explicaba que el agua es agua, y por lo tanto, será más agradable cuanto menos sabor, olor y color tenga. Por ello, los catadores siguen los mismos parámetros que a la hora de juzgar la calidad de un vino, la única diferencia es que se trata de identificar aquellos elementos que pueden enturbiar esta ausencia de sabor, olor y color o textura. Es decir, su pureza.
Faustino Muñoz Soria, que ha escrito dos libros sobre el tema, explica que aparte de realizar una inspección ocular de la misma en el vaso (nivel de transparencia) y de calificar el olor, como mejor se aprecian las cualidades y los químicos es degustando. El más claro de todos ellos es el cloro, del que se suele quejar cualquier persona. Este, sin embargo, es una buena señal de calidad, ya que implica que ha sido tratada y es agua segura. Eso sí, si sabe mucho puede denotar que la fuente de donde ha sido extraída estaba contaminada y ha tenido que recibir un tratamiento radical.
Un ejemplo es el agua de Cataluña, la cual puede proceder de los dos grandes ríos que bañan la región dependiendo de donde nos encontremos: el Ter o el Llobregat. El primero no está tan contaminado. El segundo sí. De ahí que, si consumimos agua en algún municipio de la ribera del Llobregat, esta tendrá un sabor más químico. La sierra de Guadarrama de Madrid, en cambio, parte con ventaja frente a otros territorios debido a que la piedra es mayoritariamente granítica, lo que facilita un mayor filtraje de los minerales. Allí donde la roca predominante es calcárea sabrá peor, ya que la caliza es muy soluble y produce un agua muy dura, menos agradable al paladar. Por eso, la de zonas como Alicante, Valencia o Murcia tiene peor sabor, sumado al hecho de su proximidad al mar.
Si trazamos una línea imaginaria desde Andorra hasta la zona más alta de Cádiz, atravesando toda España, hacia el norte hay aguas blandas y hacia el sur y el este hay aguas más duras (peores).
¿Y en el resto del mundo?
Ningún estudio es claro al 100%. De hecho, la lista varía según diferentes organizaciones. Pero los países que suelen situarse en los primeros puestos de la mayoría de rankings son Suiza, Islandia, Noruega y Nueva Zelanda.
Suiza es un país montañoso, con los Alpes que abarcan más de dos tercios del territorio y 48 picos que se elevan a más de 4.000 metros. Tiene un alto nivel de precipitaciones al año (en promedio 1.431 mm) que rellena los suministros de agua subterránea de forma natural. De hecho, la calidad del agua potable en Suiza es la misma que la calidad del agua mineral. Está tan limpia que la mitad que sale del grifo en Suiza no ha sido tratada de ninguna manera y, por lo tanto, no tiene regusto químico.
En Noruega, el 5% de la superficie terrestre consta de 455.000 lagos y otro 25% del paisaje está cubierto por los cuatro ríos más grandes, que también se gestionan para la generación de energía hidroeléctrica. Además, alrededor del 0,7% (en total 2.595 kilómetros cuadrados) del continente está cubierto por glaciares. Teniendo en cuenta la abundancia de recursos hídricos superficiales, no debería sorprender que el 90% del agua del grifo se suministre desde el agua superficial y menos del 10% se origine en el agua subterránea.
Islandia, a menudo conocida como "la tierra del fuego y el hielo", tiene una posición geográfica que moldea el clima, haciéndolo muy lluvioso. De hecho, en Islandia llueve o nieva una media de al menos 15 días al mes. Una precipitación tan alta es lo que hace que las aguas subterráneas islandesas sean de excelente calidad. Hasta el 95% del agua potable en Islandia proviene de los abundantes depósitos de agua subterránea.
Imágenes: Freepik/Unsplash
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