Los oleoductos Nord Stream atraviesan el Mar Báltico hasta Alemania desde Rusia, y son las principales fuentes de gas para Europa. Ayer, cuatro filtraciones se registraron en el aparato: dos de ellas en la zona económica exclusiva de Suecia y dos en la zona económica de Dinamarca. Varios gobiernos han calificado las acciones de "deliberadas" y "sabotaje", señalando con el dedo a Rusia, que está librando una guerra en Ucrania y ha frenado los envíos de gas a Europa.
Pero más allá del conflicto político, hay otro peligro inminente: estas fugas miden hasta 900 metros de diámetro y han creado una zona burbujeante de gas metano, la mayor registrada de la historia. Esta piscina humeante en pleno mar Báltico amenaza con desencadenar un desastre medioambiental.
Una fuga de "chapapote invisible". La Agencia Federal del Medio Ambiente (UBA) de Alemania ha advertido del daño medioambiental que supondrán estas fugas. A causa de las roturas, el gas ha escapado y los niveles de presión del tubo bajan inminentemente a cero hasta que se vacíe del todo. Se estima que ya se han vertido 115.000 toneladas de metano, un potente gas de efecto invernadero 84 veces más contaminante que el dióxido de carbono. Cuando el gas se expande provoca burbujas y se genera hasta cristal, un fenómeno conocido como "chapapote invisible".
Imposible de controlar. Entre los expertos se hacen evidentes las dudas sobre si los dos gasoductos cuentan con válvulas de seguridad que permitan aislar la fuga pero la Agencia Federal del Medio Ambiente alemana ha dicho que no existen tales: "No hay mecanismos de contención en las tuberías, por lo que es probable que se escape todo", explicaban en un comunicado. De hecho, un portavoz de los guardacostas suecos asegura que ahora mismo no es posible combatir o limitar el vertido.
Por lo menos, se descarta que se produzca una explosión en la zona por la fuga ya que la zona es de agua muy fría y la expansión del gas. Y tampoco se prevén daños en la biodiversidad marina.
Difícil de detectar. Hasta ahora nunca se había detectado una fuga de este tamaño en el mar. De hecho, en este reportaje de EL PAÍS, Luis Guanter, director de Teledetección Terrestre y Atmosférica de la Universitat Politècnica de València, explica que es complicadísimo detectar la filtración con los satélites: "Primero, tiene lugar en una superficie de agua, que prácticamente no refleja la radiación solar en el espectro infrarrojo que se utiliza para estimar la concentración de metano; segundo, las frecuentes nubes en la región no dejan pasar la radiación solar hasta el foco de la emisión, ni desde ésta hasta el satélite".
Gran impacto medioambiental. El mayor problema de todos es que las tuberías contienen un gas comprimido que ya se expande rápidamente y se diluye en el océano, liberándose gran parte de este a la atmósfera. El científico David McCabe, experto de la organización Clean Air Task, comentaba en Bloomberg que, a 20 años vista, "una tonelada de metano tiene un impacto climático que es más de 80 veces superior que el dióxido de carbono", lo que hace que la fuga actual sea "muy preocupante".
Otros hacen comparaciones más apocalípticas, como que lo que se ha emitido de momento ya equivale a las emisiones de dos millones de coches durante todo un año. O que lo que acabará en la atmósfera es también el 3% de todos los gases de efecto invernadero que España expulsa en un año.
¿Quién se hace cargo del desastre? Es un misterio. Cada país europeo está obligado a responder ante la ONU y la UE sobre sus emisiones y, de esta manera, presentan a los organismos informes de todos los gases que expulsan. Ahora el dilema está en quién va a responder por estos 7,5 millones de toneladas de CO2. Alemania era el principal receptor del gas que viajaba en los gasoductos. Sin embargo, la Agencia Federal del Medio Ambiente ya ha dicho que no asumirá las consecuencias climáticas: "Dado que al menos una de las fugas se encuentra en territorio danés, las emisiones probablemente se atribuirán a Dinamarca".
Imagen: GTRES
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