Salir ordenadamente del avión no es tan difícil. Este grupo de canadienses es la mejor prueba de ello

Suena una notificación desde la cabina: "Abróchense los cinturones, aterrizaremos en unos minutos". El gentío aglomerado en el avión siente una perturbación en la fuerza. Es tenue, pero acecha en el horizonte de sucesos. Quizá aquellas personas más experimentadas en el trasiego diario de la aviación lo perciban con mayor intensidad. Poco a poco, en silencio, los pasajeros se preparan para una carrera a vida o muerte por escapar del pequeño aparato. Cuando la aeronave toma tierra, como una exhalación, todos salen disparados de sus asientos.

Lo que sigue a continuación es una escena digna del camarote de los hermanos Marx. Más de treinta filas, a razón de seis pasajeros por fila, trata de recoger sus pertenencias, tomar el pasillo central del avión y tomar tierra a la mayor brevedad posible. No hay orden y concierto. Los azafatos no se molestan en dar instrucciones, tras un vuelo repleto de ellas (y de promociones, boletos de lotería y molestas interrupciones al micrófono). Es un sálvese quien pueda sólo aliviado por la apertura de la puerta trasera del aparato (y no siempre).

¿Se puede hacer mejor? Si llevas años haciéndote la misma pregunta cada vez que sales de un avión, la respuesta es sí. Y te la ofrece en clave práctica este grupo de canadienses viralizado durante los últimos días. Dentro vídeo:

La armonía es bellísima, tan perfecta, tan áurea que dan ganas de llorar. Sólo se abre la compuerta delantera del aparato, y cada fila abandona su posición en estricto orden. La primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta y así sucesivamente, hasta la cola del avión. El timelapse recoge la ausencia de estrés, de choques, de conflictos, de sudor, de agobios innecesarios. Es una salida ordenada en la que cada pasajero espera pacientemente su turno, acaso ocupado en otros menesteres (chequear el móvil, leer, escuchar música).

La ciencia del desembarco

¿Qué está pasando aquí? La historia ha tomado rápidamente el tinte de lección moral por una nación acostumbrada a su buena reputación. Canadá lo ha vuelto a hacer: simplemente son más civilizados. Sin embargo, como siempre, hay truco. El vídeo fue grabado por Louise Vadeboncoeur, azafata de WestJet, aerolínea lowcost norteamericana. Y sus protagonistas no son personas normales, es decir, pasajeros juntados por obra y gracia de la casualidad, sino trabajadores de un pozo petrolífero en Alberta, en las ricos yacimientos canadienses.

Volaban de McMurray a Calgary. Lo habían hecho muchas veces con anterioridad. Siempre juntos. Habían aprendido a sincronizarse. Así de sencillo.

Pero la pregunta es pertinente: ¿por qué no podemos hacer esto el resto de seres humanos, comunes y mortales, cada vez que se abren las compuertas del avión? CNN, el medio que descubrió la historia, decidió lanzarle la misma pregunta a dos grandes aerolíneas operando a ambos lados del Atlántico, American Airlines y British Airways. Sus respuestas oscilaron entre el "no tenemos una perspectiva que ofrecer sobre este asunto" de los americanos al silencio de los británicos. Pacto de no agresión, omertá, oligopolio. Sea como sea, no hay regulación.

Por los esfuerzos de la comunidad científica no será. Resulta que hay algunos estudios sobre cómo desembarcar con más agilidad un avión, y sus resultados son significativos: uno de ellos, elaborado por investigadores de la Universidad Northwestern, descubrió que hacerlo de forma ordenada (como hacen los trabajadores de nuestro avión) puede ahorrar hasta un 40% de tiempo (y numerosos cabreos en el camino). Otro, siguiendo esta idea, propuso tres soluciones: desembarco pasillo-ventanillas; filas delanteras-traseras; y en "pirámide", con las dos puertas, de tal modo que los pasajeros se van bajando en función de su proximidad a la cola o a la cabeza.

Un último estudio elaborado por expertos en la Universidad de Delf llegó a la conclusión de que el modelo "pirámide" era el más efectivo. Lo concluyeron tras elaborar diversas simulaciones sobre un Boeing 737 (uno de los más utilizados en las aerolíneas lowcost). 

¿Hasta qué punto es factible aplicar estos modelos a situaciones en la vida real? Los propios autores reconocen a CNN que es muy complicado por una variedad de factores. El equipaje de mano, la presencia de niños o personas mayores y las prisas por salir del avión es la principal. Pensemos, por ejemplo, en un caso frecuente: llegas tarde al avión (pero no demasiado tarde) y sólo puedes poner tu maleta en un punto muy alejado de donde te tienes que sentar. Los modelos sólo son exitosos si tienes la maleta lista para salir. En esos casos, el desembarco (avión al 80%) puede realizarse en sólo seis minutos (hasta un máximo de trece).

(Johannes Rapprich/Pexels)

Es imposible entrenarnos para coordinar nuestras acciones sin acuerdo previo (aunque los británicos y los japoneses, maestros de la fila, opinen lo contrario). Pero ni siquiera es necesario. Las aerolíneas llevan años gestionando el embarque a la aeronave de forma más o menos razonable. En función del país y de la compañía la entrada al aparato se realiza al son que marca un azafato, rellenando primero las filas preferentes y más tarde, por estricto orden de asiento, todas las demás.

Es cierto, pese a ello formamos absurdas colas en las puertas de embarque, cuestión aún a resolver por la ciencia (el asiento en las aerolíneas lowcost lleva años asignado, y Ryanair, la más popular en Europa, ya obliga a meter las maletas en la bodega si no has comprado billete preferente). Pero las aglomeraciones dentro del avión son limitadas y la toma de posesión del asiento es relativamente ágil y rápida. ¿No podrían los mismos azafatos gestionar y ordenar el proceso de salida?

La respuesta es el vídeo de más arriba. Es factible. Otra cosa es que lo veamos a corto plazo.

Imagen: Skitterphoto/Pexels

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