Nada aviva más la hoguera de alma que el suave tambaleo de un globo. Su simplicidad los convierte en objetos de culto para los más pequeños. De ahí su ubicuidad en cualquier fiesta infantil: dotan de alegría y color a cualquier recepción, y entretienen a los niños de los modos más elementales. Sólo hay un pequeño problema: los globos son una calamidad medioambiental y muy probablemente debamos desterrarnos de nuestras vidas.
Mala digestión. Al fin y al cabo todos esos globos que se pierden en los confines del firmamento terminan en algún lugar. Y ese lugar es el océano. Donde son ingeridos por aves de toda condición. Es lo que ilustra un reciente estudio biomarino publicado en Scientific Reports: el plástico de los globos es particularmente atractivo para la fauna oceánica, y una vez ingerido es 32 veces más mortal que otros materiales.
Las muertes. El trabajo compara las causas de muerte de más de 1.700 aves procellariiformes (albatros, petreles y otros bichos semejantes) de las aguas comprendidas entre Australia y Nueva Zelanda. Resultado: al menos 551 de ellas tenían restos de plástico en su tracto intestinal. Pese a que los plásticos blandos como los globos representaban un porcentaje menor de los productos ingeridos (2%) resultaban más mortales.
¿Por qué? Lo explica Lauren Roman, autora del estudio, en ABC: el plástico de los globos se adapta y moldea en el tracto digestivo de las aves de tal modo que bloquea sus órganos vitales. Es más improbable que una pieza de plástico duro haga lo propio (tendría que tener la forma y el tamaño precisos). Los restos de globos, además, se parecen visualmente a uno de los manjares predilectos por los albatros: el calamar.
Se sabe, además, que los plásticos en descomposición emiten olores atractivos para las aves.
Problema mayor. ¿Y de dónde vienen? Es una buena pregunta. La respuesta simple: de todo el mundo. Algunos globos pueden viajar hasta 250 kilómetros mar adentro. Trazar su origen es complejo, pero numerosos investigadores se han topado con mensajes de cumpleaños y signos de celebración. Es decir: suelen ser los globos que empleamos en nuestras fiestas. Los globos de látex se descomponen lentamente (hasta 6 meses después de caer al agua).
Otros peligros. Las ballenas, los delfines y muy especialmente las tortugas también los ingieren. Y mueren a causa de ello. Hay otros problemas asociados a su producción. Por un lado, consumen helio, un gas poco abundante desperdiciado en millones de globos. Por otro, muchos globos se fabrican con poliamida: un polímero sintético capaz de sostener un globo inflado (y flotando) durante cinco días.
Y conviene recordarlo: los globos se han convertido en la primera causa de asfixia infantil no relacionada con alimentos. Es decir, debemos replantear nuestra relación con tan joviales plásticos.
Imagen: Adi Goldstein/Unsplash