Estamos hostigando a una buena parte de la población y no lo sabemos. No es este el turno de hablar del techo de cristal de las mujeres, tampoco de nuestro trato hacia las personas de otras etnias, orientaciones sexuales o aspecto físico. Hoy toca analizar cómo nuestro sistema laboral y también social está empeorando la calidad de vida de las personas vespertinas.
Porque sí, aunque suene a pseudociencia, hay un montón de personas que no se ajustan a nuestros horarios. O mejor dicho, que no deberían. Como bien saben los pediatras y otros profesionales médicos, los humanos nos adaptamos a unos ciclos biológicos, también llamados circadianos, que son los responsables de activarnos y apagarnos cada jornada.
Los ritmos circadianos se repiten aproximadamente cada 25 horas; sin embargo, un día tiene 24 horas. Para eso funciona nuestro reloj interno, para sincronizarnos con nuestro entorno, guiándose de varias señales, pero principalmente de los estímulos luminosos (y la ausencia de los mismos) y hacer así que la secreción de hormonas o la temperatura del cuerpo se ajusten a nuestra fisiología y metabolismo.
El reloj biológico existe y es crucial
La mayoría de nuestros organismos son diurnos. Por la mañana cesa la secreción de melatonina y aumenta la presión arterial, también el cortisol y la glucosa. Estos cambios son las que hacen que nuestros cuerpos se sientan frescos por la mañana y viceversa, lo que nos motiva a dormir por las noches y hacer vida por el día. Pero ese otro grupo, los vespertinos, son incapaces de aguantar bien estas condiciones. Sus aumentos de melatonina, cortisol y glucosa aparecen, de media, cuatro horas antes de que una persona diurna vaya a ir a acostarse.
Los "búhos" pueden contarte historias terroríficas
Y no, no es ningún invento. Los ciclos circadianos tienen un lugar preciso en nuestra anatomía, (en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, por si te preguntan), y los que no se adaptan sufren de muchas formas su condición.
“Mis padres creían que simplemente era tremendamente perezosa”, cuenta Kat Park, quien creció en un entorno estricto en cuanto a los horarios. Razón que, según declara, le hizo darse a la automedicación durante sus años universitarios, estimulantes por la mañana, alcohol por la noche, y no porque saliera de fiesta, sino porque necesitaba descansar algo. “Los estimulantes me ponían nerviosa, pero sus efectos no amedrentaban a la noche. Me sentía muy mal”, dice Park, a quien sus ritmos le costaron el trabajo por quedarse dormida demasiado a menudo.
Otras cuantas declaraciones, tan ingratas como esta, podemos encontrar en este artículo de Vox en el que, además, se apunta a los responsables. Unos entornos laborales nada facilitadores para ese porcentaje de la sociedad (aún por determinar, ya que se sugiere que podría ser de entre el 1 y el 40% de la población) y unos médicos no siempre empáticos con los pacientes que sufren esta condición (y que a veces puede quedar por largos períodos mal diagnosticado).
“Creo que hay una enorme discriminación por parte de la sociedad contra los que poseen cronotipos vespertinos”, dice Camila Kring, fundadora de una red de apoyos y visibilización de estas personas llamada B-Society.
Y es que, como dice Kring, en un mundo hiperconectado como el nuestro, a veces sería tan fácil como permitir que, en los muchos trabajos que lo podrían posibilitar, este tipo de individuos se presentase en su puesto un par de horas más tarde que los demás. Lo cierto es que el teletrabajo parece una fórmula bastante cómoda para este segmento, y en esos esfuerzos que algunas compañías están haciendo por reajustar las opciones de compatibilidad de horarios para cada trabajador, este sería otro tanto más que podrían marcarse en el terreno de la excelencia empresarial.
La reinserción social de las personas vespertinas es casi imposible
¿Pero qué pasa si hacemos lo contrario? ¿Qué si seguimos presionando a estas personas a adaptarse a nuestro esquema? Por ejemplo, que tendrán más dificultades a la hora de encarar ciertas partes de su vida.
Como analizó Cristina Escribano Barreno en su tesis Matutinidad-Vespertinidad, Rendimiento académico y variaciones de la atención durante la jornada escolar, los alumnos vespertinos tienden a puntuar más bajo en escalas de vitalidad. Este tipo de personas además es más propensa a abusar de sustancias como más alcohol, tabaco y bebidas con cafeína. ¿Por qué sucede esto? “) como se ha visto anteriormente, la verpertinidad se asocia a síntomas depresivos y estos a su vez se asocian a un mayor consumo de sustancias”, concluye Escribano en su estudio, como ya hicieron otros tantos antes.
No es difícil entender cómo estas personas están hartas de verse en este brete, más sabiendo que “tus cronotipos están marcados principalmente por tus genes”, como cuenta el Doctor Horner. “Naces con ello quieras o no, es pura biología”.
Este y otros doctores apuntan a que es posible modificar tus horarios. “Esta es el tipo de tema clásico de naturaleza vs educación. Hay una parte sustancial que no se va a poder modificar, pero hay cabida a manipular un poco tu horario, más si eres del tipo colibrí”. Colibríes son las personas que no son ni matutinas ni vespertinas, ya que hay todo un amplio espectro de horas a las que las personas están activas. Como puedes ver en el siguiente gráfico, los vespertinos puros son unos casos muy excepcionales.
No es de la misma opinión Eduard Estivill, catedrático en Cronobiología y uno de los mayores especialistas en sueño de Europa que desde la Clínica Estivill, en Barcelona, lleva años ayudando a las personas con trastornos asociados con la vigilia.
“Esto es muy importante en las personas que trabajan a turnos laborales. Hacer trabajar a un nocturno en horarios matutinos es matarle, lo mismo que sucede si hacemos trabajar a un diurno en horarios de noche. Y no hay manera de cambiarlos”, sentencia. “Las personas jóvenes, hasta los 35 años, pueden adaptarse un poco mejor a los cambios horarios, pero a partir de esa edad, las consecuencias para la salud son bien conocidas”.
Hay remedios temporales, pero nada que solucione de fondo el problema
Algo así defiende también Juan Antonio Pareja Grande, responsable de la Unidad del Sueño de Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid. Para él, si no queda más remedio, la mejor forma de tratar a estos pacientes será mediante la exposición a la luz y la administración de melatonina, hormona que está disponible sin necesidad de receta médica y que puede modificar el periodo del marcapasos biológico.
Si quisiéramos tratar a un paciente diurno con un horario de trabajo nocturno, “para mitigar el impacto del trabajo se deben reproducir las condiciones de vigilia durante la noche (cuando el trabajador está activo) iluminando de forma potente el área de trabajo”, recomienda Pareja. Lo mismo, pero adaptando lo ciclos a los correspondientes al paciente vespertino es lo que habría que aplicar en el caso de estar ante un trabajador con el cronotipo retrasado.
En cualquier caso, y como decía el Doctor Estivill, estas son soluciones temporales que no ayudarán, de fondo, a los que padecen esta condición. El sueño es una de las funciones básicas del ser humano, tan importante para la salud como comer o respirar. Así que ya sabes, la próxima vez que tu compañero o compañera llegue tarde por enésima vez al trabajo, con esa cara de haber perdido el sentido de la orientación, tal vez lo mejor que puedes hacer es recomendarle que se acerque a algún centro médico en el que estudien su cronotipo.
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