Ser cartógrafo en un mundo ya cartografiado: así muere la profesión en plena edad de oro del mapa

Sin la geografía no estás en ningún sitio. Y esto es así. Pero no lo digo yo, son palabras acuñadas al cantautor norteamericano Jimmy Buffett. Una frase escueta de apenas ocho vocablos que bien podrían resumir la relevancia de la que es una de las ciencias más antiguas que existe.

La geografía nos ha acompañado desde tiempos muy, muy remotos. Y lo ha hecho principalmente en forma de mapa. Los mercaderes utilizaban los planos de las ciudades para establecer sus rutas. En periodos bélicos fueron la piedra angular de la estrategia militar. Incluso, en 1854 John Snow logró con un mapa averiguar de dónde provenía el golpe más violento de cólera que sufrió Londres

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Ejemplos hay tantos como mapas. Y cada vez los hay más. Y es que desde hace años, los avances tecnológicos han imprimido una velocidad de la que se ha servido la geografía, hasta llegar a un momento en el que la democratización de los mapas es absoluta. Una época dorada en la que precisamente la profesión se está muriendo.

La geografía se está muriendo y hay que hacer algo por recuperarla

A partir de septiembre, la Universidad de Castilla-La Mancha dejará de impartir el grado de Geografía y Ordenación del Territorio. Es, por cierto, titulación única en toda la comunidad y que además llevaba cursándose desde su fundación. ¿El por qué de su adiós? Según dicen los responsables del cierre, cada vez hay menos alumnos.

Daniel Ibarra estudió Geografía en la Universidad Complutense y en la Universidad de Murcia. Actualmente trabaja en la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), una ONG que lleva más de 40 años protegiendo y estudiando la naturaleza en Levante. Según él, este descenso de estudiantes, cada vez más generalizado, se debe a varios motivos.

Actualmente, el número de matriculados en la carrera de Geografía no llega ni al 1% respecto del total.

En primer lugar, “la crisis ha aumentado esa sensación de incertidumbre laboral”, por lo que explica que “gran parte de los estudiantes acaban en Geografía para acceder a las oposiciones de secundaria, que es una gran opción, pero hay muchas otras oportunidades”.

Lo cierto es que los datos están ahí. Según las estadísticas que maneja el Ministerio de Educación, el número tanto de matriculados como de titulados en Geografía ha caído un 6% en las últimas décadas.

Ver el gráfico //datawrapper.dwcdn.net/Xr63H

Sí que es verdad que, como vemos en el gráfico, la carrera de Geografía nunca ha sido una opción muy popular entre los estudiantes que entran a la Universidad, pero el porcentaje que hay actualmente está por debajo de 1. Y eso, sí que puede que sea un problema. Carlos Calvo pertenece a este grupo. Es estudiante de Geografía y Ordenación del Territorio en la Universidad de Zaragoza. Sus pretensiones son claras: “Me quiero dedicar a la investigación en el ámbito de la climatología en temas de cambio climático o intentar entrar en la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET)”.

Carlos achaca la falta de estudiantes al desconocimiento. “Yo creo que la gente no sabe que es la Geografía en realidad. Se piensan que es aprenderse dónde están los países, ríos, etc… y eso no es verdad”, dice. “La Geografía es la relación entre el medio y la población”.

"La Geografía no es sólo aprenderse dónde están los países, ríos, etc"

Pero ¿cómo volver a impulsar esta ciencia?

“Quizás los geógrafos no hemos logrado dar a conocer todas las salidas profesionales que tiene”, explica Daniel Ibarra.

Hablamos pues de una carrera que según cuenta Ibarra cada vez tiene más oportunidades, gracias sobre todo a los avances tecnológicos. "Los geógrafos son profesionales de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y las nuevas tecnologías. Eso permite que sean útiles a la hora de diseñar desde el plano del metro, una guía turística, una aplicación móvil, mapas de los videojuegos...".

Porque las utilidades de la cartografía son infinitas

Y es que ese es uno de los problemas más graves, que la profesión pierde adeptos justo en el momento en el que la cartografía tiene más opciones y salidas que nunca. Gersón Beltrán es licenciado en Geografía por la Universidad de Valencia y para él las utilidades de los mapas son "múltiples".

"Desde saber dónde estamos, a guiarnos por el territorio, planificar las ciudades, que nuestro desarrollo sea sostenible, localizar recursos, planificar actuaciones, hacer previsiones...", enumera. Beltrán ha sido, entre otras cosas, presidente de la Delegación Valenciana del Colegio de Geógrafos durante 5 años y autor de tres libros sobre geolocalización y RRSS, geomarketing y geolocalización online.

Carlos, por su parte, añade todavía más: "Se pueden hacer mapas de avisos o alertas meteorológicas por Fenómenos Meteorológicos Adversos, mapas de población con diferentes variables o especialización económica". En fin, opciones hay y muchas y en todas ellas la tecnología juega un papel principal. "Gracias a los SIG y a la Teledetección, una de las herramientas muy importantes y que está en auge, se le está sacando más potencial que antes", explica el estudiante de Geografía, quien no duda además que todavía queda lo mejor: "Vendrán buenos años".

Una ciencia al alcance de todos

En la antigüedad, cuando se percataron del potencial de la representación gráfica del terreno, mercaderes y gobernantes empezaron a custodiar los mapas con sumo recelo. Eran en su gran mayoría planos que desvelaban buena parte de su estrategia, así como sus rutas. En definitiva, información privada.

Un mapa histórico desclasificado por la CIA | Puedes ver más como este en este post

Pero hoy la cartografía es posiblemente una de las ciencias más democratizadas que existe. No sólo podemos acceder a los mapas de una forma más libre, sino que cualquiera puede realizar uno. Es lo que según Gersón Beltrán llaman “neogegrafía”. Aunque el geógrafo matiza que “hay que diferenciar claramente los mapas topográficos, que siguen siendo realizados por profesionales, de los mapas temáticos, que pueden ser realizados por cualquier ciudadano”.

En cualquier caso, la tecnología está ahí y ha sido una gran responsable de esa expansión que ha puesto la cartografía en manos de todos. Han surgido nuevas y variadas herramientas, programas de código abierto o software, con los que cualquiera puede realizar un mapa.

La llegada de Google Maps y OpenStreetMap

Y como toda historia tiene sus puntos de giro, esta no podía ser menos. Aquí sus protagonistas son Google Maps y OpenStreetMap.

Ramiro Aznar es ingeniero de soluciones en CARTO, una de las plataformas que proporciona SIG (Sistema de Información Gráfica) y mapeo web más conocidas. "Desde sus inicios, las tecnologías SIG han ayudado a entender y gestionar el paisaje", explica Aznar. “Gracias al avance brutal de los SIG, se ha fomentado que tanto la creación como la divulgación de los mapas, esté en auge”, añade Carlos Calvo.

Y es precisamente con ese avance como nacieron Google Maps y OpenStreetMap, herramientas con las que finalmente se tocó el cielo de la democratización de los planos. “La creación de mapas estaba hasta entonces en manos de técnicos y especialistas. A partir de 2005, todo cambió, con GoogleMaps, HERE, e iniciativas abiertas como OpenStreetMap”, cuenta el ingeniero de CARTO a Magnet.

Google Maps y OpenStreetMap fueron casi de manera simultánea el punto de partida. El primero, es un servidor de aplicaciones de mapas en la web que se sirve de imágenes satélite. Mapas de todo y para todos. El segundo, va incluso más allá. Un proyecto que permite por primera vez la creación de mapas libres y editables. En palabras de Gersón Beltrán: “El mayor mapa colaborativo de la historia”.

"Consultamos más mapas que nunca"

Desde entonces, han sido muchas las aplicaciones y plataformas que se han unido a la creación de mapas de forma libre. “Disponemos de más y mejores herramientas que nunca. Además la cartografía se ha democratizado, todo el mundo la utiliza, nos acompaña en nuestros dispositivos móviles y además son interactivos. Consultamos más mapas que nunca”, relata Daniel Ibarra.

Por lo tanto sí, la cartografía está en su mejor momento

La democratización, nuevas tecnologías, nuevas herramientas, la necesidad de localización, previsiones y un largo etcétera. Todas y cada una de estas variantes han situado a la cartografía en un una época dorada. Un tiempo en el que los mapas están consiguiendo revolucionar buena parte de la información, del cómo se da y sobre todo, del cómo la recibimos.

“Estamos en el mejor momento porque hay todo tipo de herramientas para generar mapas, desde las más sencillas hasta las tecnologías geoespaciales más complejas”, explica el geógrafo Beltrán. “Hay dos hechos que apoyan esta edad de oro de la cartografía: la capacidad de conectar todo gracias a Internet y a los dispositivos móviles, y la capacidad de compartir toda esa información en todo el planeta”.

"Los mapas siguen siendo las herramientas que permiten encontrar nuestro lugar en el mundo".

Y es que es eso, este es quizás el periodo en el que la cartografía ofrece cada más opciones y más variadas. Y así lo explica Ramiro Aznar: “Puede informar y aconsejar a la hora de desplazarnos. Puede mejorar la gestión de ciudades y territorios, puede ayudar en eventos como desastres naturales, puede permitir entender los procesos ecológicos y humanos en La Tierra como el Cambio Climático e incluso nos sumergen en historias de ficción y fantasía”.

En las antiguas civilizaciones, el mapa nació sobre todo por un sentimiento de pertenencia. De saber en qué punto se encontraban, a dónde iban, dónde estaban... Hoy, varios siglos después, la forma y el cómo de estas representaciones gráficas han cambiado y mucho, pero el fondo de la cartografía continua siendo (y será) el mismo, porque como dice Gersón Beltrán, "los mapas siguen siendo las herramientas que permiten encontrar nuestro lugar en el mundo".

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