El Ayuntamiento quiere cambiar su ordenanza para lograr "un equilibrio" entre hosteleros y vecinos
El "terraceo" suele ser sinónimo de descanso y diversión, pero en Sevilla se ha colado en medio de una agria disputa entre los hosteleros y vecinos. En una ciudad que aspira a romper su techo histórico de turistas este verano, los primeros las ven como un pulmón económico, un gancho y una forma de expandir su aforo. Para los segundos, los residentes, las terrazas sin control y mal planteadas se convierten en un foco de ruidos, molestias y suciedad que contribuyen a que la vida en el casco urbano hispalense resulte "insufrible". El Ayuntamiento de la ciudad ha querido mediar en esa complicada convivencia retocando la normativa local.
El problema es que al hacerlo ha azuzado aún más la polémica.
¿Qué pasa? Que Sevilla está viviendo una agria disputa entre los hosteleros y vecinos del centro a cuenta de las terrazas de veladores. Y no son pocas las que hay en la ciudad. A finales de 2023 ABC aseguraba que hay unos 1.300 negocios que las montan. La convivencia entre estas instalaciones y los vecinos por la suciedad, los ruidos y el espacio que ocupan en las aceras y las plazas no siempre resulta sencilla y ha dejado roces en otras muchas ciudades repartidas por España, pero en Sevilla ha derivado en una polémica especialmente acalorada... y mediática.
El motivo es muy sencillo. Y algo paradójico. el Ayuntamiento de Sevilla ha revisado su ordenanza sobre terrazas de veladores para "equilibrar" los derechos de los hosteleros y residentes, pero al menos hasta la fecha la decisión ha servido para todo lo contrario: los hosteleros ya avanzan que presentarán enmiendas, pero el texto ha soliviantado sobre todo a los vecinos, descontentos con buena parte de su contenido y que advierten que el documento permitirá "barbaridades".
Una puesta al día. Lo que quiere el Consistorio hispalense es retocar su ordenanza sobre la materia, de hace más de una década, para regular las terrazas con veladores, "adaptarlas" a los cambios y "responder a diversas problemáticas". Con ese propósito el 28 de junio la Junta de Gobierno Local dio su OK inicial a la modificación de la norma y el alcalde, el popular José Luis Sanz, espera llevar el texto al pleno municipal de septiembre. "El texto busca alcanzar el equilibrio entre las demandas del sector hostelero y el derecho de los vecinos y ciudadanos al descanso y disfrutar de los espacios públicos", defiende el Consistorio.
Una misión complicada. Para lograrlo el Ayuntamiento plantea una serie de cambios. Uno de los puntos más importantes y que mayores fricciones ha generado entre vecinos y hosteleros es el horario de cierre: la ordenanza propone como tope para las terrazas de veladores la una de la madrugada, si bien durante las semanas de más trasiego —Navidades, Semana Santa, la Feria de Abril, los viernes, festivos y vísperas de festivos— abrirá la mano y retrasará ese límite una hora.
En las Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS), especialmente sensibles, la hora máxima de cierre en condiciones normales será la media noche (00.00 h), lo que —precisa Diario de Sevilla— supone extenderla, ya que pasaría de once a doce.
Entrando en los detalles. Sí. La revisión de la ordenanza de 2013 toca otros temas que también resultan complicados, cuando no directamente polémicos. Por ejemplo, el texto incluye "nuevas formas de ocupación de terrazas, las plataformas en banda de aparcamiento y terrazas cruzando calzada", exigirá que se respete una "senda peatonal" de al menos 1,8 metros y "de forma excepcional" permitirá a los clientes de los considerados negocios "emblemáticos" que puedan beber en la calle. Los propietarios de los locales deberán encargarse, eso sí, de la limpieza de las terrazas de veladores, una concesión a las reclamaciones de los vecinos.
Desde el Consistorio se subraya también que se ha "reforzado el régimen disciplinario y sancionador": llegarán dos o más multas para que un bar pierda su autorización. "Así mismo se ajusta el importe de las sanciones graves y muy graves a la Ley de Impulso de Sostenibilidad del Territorio y abre la posibilidad de poner en conocimiento de Fiscalía los incumplimientos reiterados", añade el Gobierno local. ABC precisa que las multas más graves subirán hasta 120.000 euros.
"Un ambiente insufrible para vivir". El entrecomillado es de Francisco Martínez, presidente de la asociación Ancha la Feria y quien explicaba hace poco a El País cómo la suma de turistificación y barificación afecta a los residentes. "No hay más que darse un paseo por el centro. Puede estar bien para tomarse una cerveza, pero se ha convertido en un ambiente agresivo e insufrible para vivir".
No es el único que muestra su malestar. Desde otra asociación vecinal de Sevilla, Barrio de Santa Cruz, tachan el nuevo horario de cierre de "barbaridad" y advierten de cómo afectará a quienes viven más cerca de las terrazas de veladores: "Aunque cierren a esa hora, luego tienen una más de margen para recoger y muchas veces no se cumple porque se permite que los clientes sigan allí", advierte.
Un equilibrio complicado. La presidenta de la asociación, María José del Rey, reconoce que la norma recoge algunas reivindicaciones vecinales, pero cuestiona el resultado: "No se trata de darnos cinco artículos de la ordenanza que beneficien al vecino y otros cinco a los hosteleros, sino de usar el sentido común y permitir que tanto unos como otros podamos compaginar nuestros intereses".
Y aunque desde el Ayuntamiento de Sevilla insisten en que los cambios en la ordenanza reguladora responden a un "periodo de trabajo, estudio y valoración" con todos los implicados, los residentes ya hablan de presentar alegaciones.
"Sanciones desproporcionadas". A los hosteleros la norma les deja mejor sabor de boca, aunque con matices. Si bien ha admitido que su valoración global "no es mala", el presidente del gremio, Alfonso Maceda cita ciertos puntos que no acaban de convencerles. Por ejemplo el endurecimiento de las sanciones.
Hace poco lamenta durante una entrevista en la cadena SER que las sanciones propuestas por el Consistorio resultan "desproporcionadas". Otro punto que no acaba de convencerles y contra el que se plantean alegar es la obligación de dejar una senda peatonal de 1,8 metros, un margen difícil de garantizar en el casco histórico, asegura. Propone que ese tamaño se reduzca hasta los 1,5 m.
Imágenes | Francisco Anzola (Flickr) y Taisia Karaseva (Unsplash)
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