¿Adoras los videos de los niños oyendo primera vez? Algunos sordos creen que es una práctica perniciosa

La mayoría de los días pensar en nuestra sociedad nos conduce al derrotismo. Pobreza, guerras, corrupción, intolerancia y un largo etcétera que se podría resumir en la lucha del más capaz, personas que no parecen verse contrariadas si tienen que pisotear a los demás. Sabemos que el ser humano es cooperativo por naturaleza, pero eso no es lo que parecen decirnos las noticias.

Por suerte para nosotros todavía quedan refugios antipesimismo. A veces podemos asomarnos por una pequeña mirilla con vistas a la bondad del ser humano, a iluminar nuestra alma con imágenes de felicidad y amor al prójimo de una pureza que tranquiliza.

Nosotros, cuando necesitamos volver a comprobar que el ser humano es maravilloso, nos ponemos los videos de los recién nacidos que, gracias a la evolución de la tecnología humana y el cariño de sus padres, escuchan el mundo por primera vez.

Hace un par de días, de hecho, uno de estos pequeños vídeos de regocijo volvió a viralizarse. En menos de un minuto vemos cómo un pequeño niño que apenas sabe dónde está se siente primero molesto por cómo le están toqueteando en la cabeza y después extasiado ante todas esas nuevas sensaciones que está probando ahora del sentido del que carecía.

Da igual dónde mires, si buscas en Youtube videos de “personas oyendo por primera vez”, la intensidad de la escena es el esquema que se repite. Aquí una pequeña de tres meses se pasa más de un minuto flipando.

Y otra pequeña niña que lo mismo.

Video tras vídeo comprobamos el milagro en sus miradas, a veces lloran un poco, pestañean mucho y constatan que pueden adivinar, moviendo la cabeza, de dónde vienen los ruidos.

Más de un padre y una madre se conmueven profundamente, y es de comprender que estas clínicas de los otorrinolaringólogos tengan unas buenas provisiones de pañuelos.

Poco a poco dos ideas nos invaden. La primera, que es increíble la suerte que nosotros tenemos. Lo poco que pensamos en la lotería de la vida de haber nacido completamente sanos, de cómo damos por hecho que la audición o cualquier otro sentido forman parte de la experiencia cotidiana y no son por ello algo hermoso.

Y la segunda, que por mucho que nuestra civilización sea imperfecta y el ser humano esté corrupto, seguimos siendo esos que hemos logrado controlar el medio y potenciar nuestra ciencia de manera que los que hace un siglo vivirían resignados a un mundo de silencio ahora pueden escuchar música, a sus seres queridos o el mismo ruido de la calle.

Seguro que ya has notado la emoción en nuestras palabras, pero es que verdaderamente esta nos parece una de las expresiones más felices que podemos encontrar, y echaremos mano de esta recopilación de videos cuando el cinismo o la desilusión nos acechen. No hay mejor cura.

Y en realidad no sólo los niños alucinan con la experiencia, los adultos también se alegran muchísimo de, después de tantos años adaptándose a un mundo sordo, puedan explorar todas las texturas auditivas que antes sólo intuían.

El implante coclear: el peaje de los que nacen con sordera o hipoacusia

Las prótesis que vemos que portan todas estas personas sordas no son los tradicionales audífonos, sino algo un poco más complicado y evolucionado: los implantes cocleares. Son unos dispositivos médicos que replican de forma electrónica el trabajo de las partes del oído interno que tienen dañadas. Por lo general esto es la cóclea o el caracol, una de las zonas más complejas del cuerpo humano.

El implante proporciona señales sonoras al cerebro y el dispositivo externo traduce las señales. Pero para que todo esto funcione los niños tienen que recibir una operación quirúrgica. Es decir, que todos estos niños han pasado por el quirófano y se les ha modificado el oído interno, y esto ni siquiera les va a curar su defecto, pero esta tecnología ha avanzado lo suficiente para que más del 95% de los casos no tenga ningún problema ni durante la operación ni hasta el final de sus vidas, sólo suelen necesitar reponer las partes externas del mecanismo.

Los médicos defienden que cuanto antes se operen es mejor para el paciente, ya que la plasticidad cerebral de los bebés (su capacidad para adaptarse al entorno) favorecerá el reacondicionamiento. Si tiene menos de un año su desarrollo será óptimo y equivalente al de una persona normoyente, y si se le opera antes de los tres años apenas habrá diferencia. Los pacientes mayores de esta edad también pueden colocarse el implante, aunque su desarrollo ya se habrá adaptado a una percepción cognitiva y a un lenguaje de personas sordas.

Es por eso que hubo una controversia inicial entre la comunidad sorda, que miraba con recelo este tipo de implantes, especialmente entre los que ya se habían habituado al uso del lenguaje de signos y que podía generar problemas entre las personas adaptadas a ese otro universo comunicativo así como una pérdida de la cultura del lenguaje de signos. En este fragmento, por ejemplo, se intuyen las dificultades que este chico tendrá con el lenguaje normoyente en sus próximos años.

Sin embargo se ha demostrado que este tipo de implantes es bueno para todas las personas sordas, incluidos los adultos, ya que, aunque no se acostumbren al lenguaje normoyente, pueden percibir desde música hasta los ruidos de la calle. Los primeros implantes se empezaron a colocar en los años 80. Para 2012 sólo en Estados Unidos 324.000 personas con dificultades auditivas ya se habían colocado su implante coclear.

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