Pese a tratarse de una actividad rutinaria y altamente placentera en la vida de miles de hombres y mujeres de todo el mundo, la maturbación continúa teniendo un carácter ligeramente tabú dentro de nuestra sociedad. ¿Por qué? Quizá porque se trata de una cuestión demasiada íntima, quizá por prejuicios sobre su misma práctica, quizá por un desconocimiento general de sus beneficios en la salud. Lo cierto es que masturbarse es bueno. Muy bueno. Y hay un estudio que lo demuestra.
En realidad hay varios. Los efectos positivos del sexo en la salud de los hombres y de las mujeres cuentan con cierto apoyo empírico. Como consecuencia, la masturbación, una forma singular e individual del sexo pero una actividad sexual al fin y al cabo, también lo es. En el caso de los hombres, masturbarse con más frecuencia se transforma en un menor riesgo de contraer cáncer de próstata en el futuro. Así lo asevera este estudio de la American Urological Assotiation.
De modo que si te masturbas mucho, enhorabuena. Estás haciendo lo correcto.
Deberíamos hablar más sobre la masturbación
El problema es socialmente que la interpretación de la masturbación está en un nivel diferente a su práctica en nuestras vidas diarias. Por norma general, hablamos poco sobre nuestros hábitos onanistas, y eso está relacionando con cierto estatus tabú de la masturbación en el día a día. Especialmente dentro de las relaciones. Pese a sus efectos beneficiosos en nuestra salud mental y física, hablar de ello con nuestra pareja continúa resultándonos incómodo. Y no debería ser así.
Primero, porque la masturbación es omnipresente en nuestras vidas. Aunque el porcentaje de personas que admiten hacerlo con frecuencia varía en función del estudio, todos coinciden en que una abrumadora mayoría de hombres no tienen reparos en reconocerlo. Pero, ¿qué hay de las mujeres? Como en casi todos los demás aspectos de nuestra sociedad, su situación es más compleja que la del hombre. En general, menos mujeres admiten masturbarse. Aunque lo hagan.
¿Por qué? Tanto algunos estigmas sexuales como los prejuicios heredaros de la negativa percepción de la masturbación dentro de las grandes religiones juegan un papel relevante en ello. Una prueba: mientras tenemos numerosas palabras o recursos lingüísticos para definir la masturbación masculina, escasean aquellos que definen la femenina (también en el caso del español). Las mujeres se sienten más incómodas a la hora de hablar de sus hábitos sexuales individuales.
Por todo ello, desde Refinery29 han sacado diversos vídeos hablando de la masturbación femeninia. Conversando con mujeres que hablan sin tapujos de masturbación femenina. Y, dados los obvios beneficios para nuestra salud y para nuestra vida sexual que tiene comentar todo ello, merece la pena verlos en su totalidad. Especialmente el que abre este artículo.
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