Confinados durante dos meses en sus domicilios, millones de personas han sufrido en sus carnes la dura realidad del mercado inmobiliario español. Vivimos en pisos, a menudo pequeños, casi siempre sin terrazas o espacios al aire libre. Es probable que el coronavirus despierte un renovado apetito por las casas a las afueras, más cerca de la vida rural. Si es así, Suecia ha puesto a la venta el sueño de todo hombre o mujer campestre.
Un pueblo entero.
Bienvenido a Sätra Brunn. Fundado durante el siglo XVIII a la vera de un manantial, el asentamiento está disponible para quien desee adquirirlo por el módico precio de €7 millones. Se trata de un coqueto complejo de más de 300 años ideado por Samuel Skragge, un médico convencido de las propiedades sanadoras del agua mineral. Tomar las aguas se convirtió en una moda muy boyante en Europa, y lugares como Sätra Brunn, con su spa, su hotel, su iglesia y su restaurante, florecieron.
Los dueños. La Universidad de Uppsala controló el pueblo entre 1747 y 1999. Desde 2002 lo poseen en comunidad quince residentes, empeñados en mantener la herencia y la unidad del complejo arquitectónico. Hoy cuenta con restaurantes, salas de exposiciones, su propia fábrica de agua, otra de cerveza y varios edificios dedicados a alojar a los turistas, o con potencial para convertirse como tal. Lo peculiar reside en su conservación.
No quedan muchas villas así en Suecia. De ahí el precio.
El mercado. Tampoco es habitual que se pongan pueblos enteros a la venta. Como hemos comentado alguna vez, las circunstancias de Suecia durante esta esta epidemia han permitido que su mercado inmobiliario no se detenga. Según Business Insider, la caída de precios ha sido moderada (en torno al 2%), lo que ha permitido mantener al sector ligeramente por debajo de su volumen de ventas en 2019. Sätra Brunn incluido.
Experimentos. Suecia tiene una larga tradición de experimentar con el destino de pueblos enteros. Hace algunos años las autoridades locales diseñaron un detallado y ambicioso plan de relocalización de Kiruna, un municipio al norte del país construido sobre una mina. Se estaba derrumbando, así que sus vecinos decidieron moverlo unos tres kilómetros de su posición original para evitar su ruina.
Ya cuenta con su primer edificio.
Sé libre. Naturalmente, Sätra Brunn está dirigido a inversores, no a particulares, y sus propietarios han aprovechado la idea de "vender un pueblo" como reclamo. No obstante, las fotos hacen justicia a lo que promete (relajación, aire libre, sanación, libertad). Suele recibir unos 6.000 visitantes al año (está a 90 kilómetros al norte de Estocolmo), más de 3.600 conferenciantes e incluso jóvenes parejas celebrando sus bodas en la iglesia.
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