Videojuegos y películas han tratado extensamente la Segunda Guerra Mundial. El nombre de los acontecimientos más importantes y de muchas de las batallas que se dieron en cualquiera de los frentes está grabado en la memoria. Es algo que no ocurre tanto con una Primera Guerra Mundial no tan explorada y que, pese a todo, dejó un nombre para la historia: Verdún.
No fue sólo uno de los acontecimientos más lamentables del conflicto, sino uno de los mayores escenarios bélicos de la historia. Tanto que hay zonas de este bosque francés que son tóxicas 100 años después de que terminara el conflicto.
Horrible. La Primera Guerra Mundial fue un conflicto brutal. Todos los son, pero aquí chocaron las tácticas militares del siglo anterior con las tecnologías y avances militares de nueva generación. Gran parte del conflicto fue una guerra de trincheras, con frentes en los que los soldados de ambos bandos se iban matando poco a poco en un espacio entre ambas trincheras que quedaba contaminado por las propias muertes. Sin embargo, hubo varias revoluciones tecnológicas que marcaron el conflicto.
Por un lado, la artillería y vehículos blindados, con uso intensivo de morteros y cañones (destacando el Gran Berta alemán, capaz de disparar proyectiles a 12 kilómetros de distancia). Por otro lado, la aviación y los submarinos, con los U-boote alemanes. Por último, lo que terminó condenando muchas zonas: el gas venenoso. Las armas químicas no eran de nueva invención (de hecho, ya se habían prohibido anteriormente), pero en la Primera Guerra Mundial ambos bandos utilizaron gas venenoso con armas de cloro, fosgeno y gas mostaza. Se estima que 1,3 millones de víctimas de la Primera Guerra Mundial están relacionadas con el uso de estas armas.
Verdún. Unos nueve millones de muertos de los diferentes bandos, 20 millones de heridos y más de siete millones de civiles caídos en la guerra es un balance devastador, y en Francia se dio la batalla más sangrienta del conflicto. Verdún era un enclave esencial para la resistencia francesa. Con las armas de gran alcance de los alemanes, conquistar Verdún y alcanzar posiciones estrategicas en el río Mosa era importante, pero los franceses, pese a lo que pensaban los alemanes, no se quedaron quietos.
Francia creó una vía de suministros para poder llevar tropas y armamento a Verdún, lo que supuso un tráfico constante durante toda la batalla. El resultado fue desolador: 303 días de batalla con un millón de combatientes por bando y victoria francesa, pero a un precio altísimo de más de 300.000 muertos y más de 400.000 heridos repartidos casi a partes iguales entre los dos bandos.
Tierra completamente devastada. Verdún fue una carnicería sobre la que se lanzaron varias decenas de millones de proyectiles, cuatro millones de ellos sobre la colina de Mort-Homme. Se borraron del mapa nueve pueblos, todo tipo de vías de comunicación y lo peor es que, más de 100 años después del conflicto, hay zonas marcadas en rojo en el mapa. Hay dos motivos.
El primero es que se estima que hay unos 15 millones de proyectiles que no explotaron al impactar. A lo largo de los años se han ido encontrando, pero quedan muchísimos en paradero desconocido que pueden suponer un peligro potencial. Por otro lado, el suelo es tremendamente tóxico tanto por el remanente de los gases venenosos que quedaron en el agua y el subsuelo como por los cientos de miles de cuerpos que se descompusieron.
Zonas fantasma. Echar cuentas es complejo, pero habría unos 100.000 cuerpos sin identificar en las zonas del combate y hay quien afirma que la zona nunca se recuperará del combate. De hecho, se siguen encontrando no sólo proyectiles, sino restos óseos, distintivos militares o cascos. Actualmente, el paisaje está lleno de vegetación que cubre el suelo, pero el relieve de muchas zonas sigue marcado por los intensos bombardeos de hace 100 años.
Y lo más llamativo no son las ruinas de los pueblos que están fundidas con la naturaleza o las trincheras que se mantienen, sino los carteles de información como "aquí había una escuela" o "aquí había una iglesia" cuando actualmente, aparte de ese cartel, sólo hay árboles.
Zona roja. Esa toxicidad es tan alta que un estudio ambiental de 2007 determinó que el suelo tiene niveles de arsénico 35.000 veces superiores a los estándares y, en 1919, el Ministerio francés para los Territorios Liberados ya había dividido las zonas en tres categorías:
- Zonas verdes: daños mínimos.
- Zonas amarillas: daños graves, pero limitados.
- Zonas rojas: completamente destruidas.
Cosecha de hierro. Las zonas verdes y amarillas se recuperaron para uso civil y la agricultura, pero en las zonas rojas, la vida sigue siendo imposible. Estas zonas rojas eran de unos 1.800 kilómetros cuadrados en 1919 y, aunque se ha reducido mucho (hasta unos 100 kilómetros cuadrados), se siguen encontrando proyectiles y el suelo sigue teniendo una toxicidad que hace imposible actividades como la ganadería o, sobre todo, la agricultura.
Hay sectores en los que se ha estudiado que el 99% de las plantas muere por la toxicidad y, aunque vamos mucho 'verde', hay estimaciones de que el suelo no se recuperará del todo hasta pasados 700 años.
Primera Guerra Mundial en la comida. Verdún sigue teniendo una enorme zona impracticable, pero las consecuencias de esa toxicidad va mucho más allá de no poder construir en el suelo o no poder plantar. En 2012, el consumo de agua potable local estaba prohibido en más de 500 municipios de la zona debido a altos niveles de perclorato. Las setas, carne de caza o incluso los alimentos cocinados en leña recogida en estas zonas rojas pueden tener toxinas.
Se analizó esta carne de caza y se descubrió que los hígados de jabalíes que habitaban la zona contenían niveles muy elevados de plomo y este plomo también se ha encontrado en vinos franceses que maduraron en barricas de madera de roble cosechado en esas zonas tóxicas. Lo triste es que no sólo Verdún sigue sufriendo las consecuencias de la masacre de hace más de 100 años, sino que varias zonas de Francia siguen luchando contra esas armas químicas usadas en la Gran Guerra.
Por cierto, cuatro obras muy buenas ambientadas en la Primera Guerra Mundial son 'Senderos de Gloria', peliculón de Stanley Kubrick, la espectacular '1917' en la que podemos ver esa lucha entre trincheras y el videojuego 'Battlefield 1', con uno de sus mapas siendo Verdún. Y en un tono menos bélico 'Tolkien'.
Imágenes | Tinodela
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