La historia de un saqueo, la raíz de la insostenibilidad del Estado del Bienestar o el triunfo del neoliberalismo. Así están definiendo muchos una gráfica de reciente elaboración de The New York Times que se ha viralizado por Twitter. Como dice el columnista en la pieza de opinión para la que se ha diseñado la imagen, por primera vez en la historia de Estados Unidos paga menos impuestos un multimillonario que su secretaria.
El gráfico que protagoniza la historia refleja el cambio en el tiempo de las tasas impositivas a lo largo de la distribución del ingreso en Estados Unidos. Como vemos, de ser muy progresivas han pasado a ser incluso regresivas. Si en 1950, la edad dorada de la sociedad norteamericana, los superricos pagaban una tasa efectiva (la que efectivamente se paga, no la tasa nominal) del 70% sobre sus ingresos y las clases desfavorecidas un 20%, en 2018 el sistema ha dado la vuelta, y los superricos pagan un 23% mientras las clases bajas pagan en torno a un 26%.
El post de The New York Times es implacable. Sus datos provienen del último y esperado trabajo de dos estudiosos de la economía recientemente galardonados por la American Economic Association. El texto dice: “la justificación de estas medidas siempre fue que la economía del país en conjunto se beneficiaría [de los recortes a los impuestos a los ricos]. Se ha demostrado que esta justificación es errónea. Los ricos, y sólo los ricos, se han beneficiado del recorte a lo largo de estas décadas, mientras el crecimiento del PIB ha sido decepcionante y el crecimiento de la clase media ha ido cada vez a peor”.
Tipo efectivo es efectivo. Algunos han señalado que esa "tasa impositiva total" de un 70% para el top de ricos del país suena demasiado alta. Recuerdan que los millonarios se valían también entonces de opciones para deducirse gastos corrientes, como incluir coches o comilonas como gasto de empresa. Pero los datos del periódico siguen siendo ciertos, y las críticas provienen de una mala lectura. Los críticos señalan que el 1% de los contribuyentes pagaban un tipo efectivo del 42% en los años 50, pero el 0.01%, el top 400 ricos del país que es a los que coloca en el último percentil de su gráfica The New York Times, tenían un tipo efectivo del 70%.
A día de hoy, eso sí, es sólo el top 400 los que pagan menos impuestos proporcionalmente que las clases medias y bajas, mientras que para el top 1% son ligeramente más altas.
Desigualdad y también decrecimiento. Una de las críticas a estos datos es que el fin de la redistribución y el incremento de la desigualdad no lleva parejo per se un decrecimiento del poder adquisitivo de los más pobres de una sociedad. Que, teóricamente, aunque la brecha entre los percentiles económicos se haga más grande, los de abajo hayan mejorado su economía en estos años. No es así: la realidad es que entre 1989 y 2018, el 1% más rico vio aumentar su patrimonio neto total en 21 billones de dólares, mientras que el 50% inferior ha visto disminuir su patrimonio neto en 900.000 millones de dólares. Los pobres se han hecho más pobres, y es algo que ha afectado especialmente a la clase media.
Como señalan los autores de The New York Times, las economías occidentales han virado de formas de recaudación que tasan a los ricos, como impuestos al patrimonio, las herencias o los impuestos de sociedades, a aumentar la presión de los impuestos sobre la nómina.
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