Imágenes de tanques rusos luchando contra el lodo en la región de Rostov, cerca de la frontera sureste con Ucrania, llevan compartiéndose en redes sociales durante los últimos días. Casi una docena de tanques, incluidos los T-72 más antiguos, se podían ver hundirse en el profundo fango. La situación parecía tan mala que se trajo una excavadora de construcción para ayudar a liberar a la maquinaria rusa.
La expresión rusa "los tanques no temen al barro" es tan común que ha sido el título de una serie de televisión y se puede encontrar estampada en las ventanas de los coches. Las condiciones fangosas han sido durante mucho tiempo un problema para aquellos que se han atrevido a invadir Rusia a lo largo de los siglos. Desde los mongoles hasta los nazis, muchos ejércitos se han empantanado durante las estaciones del año a finales del otoño y principios de la primavera, cuando se vuelve difícil viajar por caminos sin pavimentar a través de las vastas llanuras abiertas.
Están surgiendo señales de que Rusia puede estar retrasando su invasión de Ucrania por esto mismo. Además de los temores de sanciones de Occidente y la fuerte determinación de los miembros de la OTAN, tal vez puede que también se trate del barro. El clima, el terreno y la guerra en Europa del Este están tan estrechamente entrelazados que el concepto tiene una palabra específica: Rasputitsa. Literalmente significa "tiempo sin caminos".
Tales condiciones obstaculizaron la invasión de Rusia por parte de Napoleón en 1812. También causaron estragos en la ofensiva de la Alemania nazi contra Moscú en 1941. "Los caminos se convirtieron en canales de lodo sin fondo, a lo largo de los cuales nuestros vehículos solo podían avanzar a paso de tortuga y con gran desgaste de los motores", lamentaba Heinz Guderian, un general alemán, ese octubre. "Hay que ver el barro ucraniano en primavera para creerlo. Todo el país está inundado y las carreteras son como ríos, a menudo de medio metro de profundidad", señalaba un periodista durante una ofensiva soviética en 1944.
La "mud season" fue un factor crucial para que la Operación Barbarroja fracasara en 1941. Al menos parcialmente. Se les echó el otoño encima y cuando quisieron avanzar como hicieron en Francia en 1940 se toparon con un cenagal tremendo. Los tanques se calaban, los soldados apenas podían andar, las líneas de distribución se complicaban muchísimo. Esto ralentizó el ritmo de la invasión, provocando que llegaran a Moscú a las puertas del peor invierno en 100 años y nunca pudieran tomarla. El resto ya es historia, pero el barro como problema logístico en la invasión de cualquier territorio más allá de Varsovia es una leyenda en sí mismo.
A medida que cientos de tanques pasan por el mismo terreno, lo agitan aún más. Una división Panzer alemana en el frente oriental en 1941 cubrió 76 km en 15 horas; el siguiente grupo apenas recorrió 10 km, señalaba C.E. Wood en Mud: A Military History. Los tanques modernos, aunque más avanzados en muchos aspectos, no son inmunes a ese problema. Por lo tanto, es probable que el deshielo primaveral afecte lo que Kurak llama “vías de maniobra”, o las rutas que pueden tomar las unidades blindadas rusas. Pero no necesariamente los detendrá.
Pero esa es precisamente la razón por la cual la maquinaria rusa está diseñada para ser más liviana, rápida y simple que sus equivalentes occidentales. Un tanque ruso T-90, por ejemplo, pesa 46 toneladas; en comparación con las 62 toneladas de un Leopard 2A6 alemán. Las fuerzas rusas también están diseñadas con capacidades anfibias y lanzables desde el aire. La infantería naval y las unidades aerotransportadas de Rusia ya se están reuniendo en la frontera con Ucrania, aunque estas fuerzas más ligeras carecen del "poder de ataque" de los blindados pesados.
La infraestructura también alivia el impacto de rasputitsa. Los caminos pavimentados, raros en la década de 1940, brindan mejores vías de avance, pero no son una panacea. El tráfico pesado de tanques podría dañar sus superficies, ralentizando las fuerzas de seguimiento. A los comandantes de tanques tampoco les gusta tener que ceñirse a rutas predecibles, que pueden ser minadas, emboscadas o atacadas con artillería y misiles más fácilmente. Sin embargo, las fuerzas ucranianas se enfrentarían a la misma restricción, con el problema adicional potencial de que las carreteras se congestionen con civiles huyendo al oeste.
Las tropas rusas ya lo están experimentando
En este fantástico hilo de Twitter de Trent Telenko, quien fue auditor de calidad de DCMA a cargo del "programa de ejercicio de vehículos" FMTV del Ejército de los EEUU, explicaba las malas prácticas implícitas de mantenimiento de camiones del ejército ruso basadas en varias fotos de neumáticos traseros de un sistema Pantsir-S1 y las implicaciones operativas durante la temporada de lodo en Ucrania.
"Cuando dejas neumáticos de camiones militares en un solo lugar durante meses. Las paredes laterales se pudren o se vuelven quebradizas, de modo que el uso de un ajuste de presión de llanta bajo para cualquier distancia apreciable hará que las llantas fallen catastróficamente a través de rasgaduras", explicaba. Y hay evidencia fotográfica de esto. Hay más de 60 camiones del ejército ruso abarrotados y estacionados en este lecho elevado de la carretera para evitar el destino del Pantsir-S1 empantanado en lodo.
Dados los niveles demostrados de desgaste en el mantenimiento de camiones. Es imposible que haya suficientes neumáticos en el sistema logístico del ejército ruso. Por lo tanto, su parque de AFV y camiones con ruedas está tan limitado por la carretera como lo estaban las columnas del ejército ruso en la Primera Guerra Ruso-Finlandesa.
Lo que eso significa es que, mientras y donde sea que esté sucediendo la primavera Rasputitsa, los ucranianos pueden bloquear la carretera con vehículos ATGM destruidos, mientras los rusos encontrarán dificultad para avanzar por otros terrenos. Puede que sea demasiado pronto para saber si "Rasputitsa" mantiene la paz, pero nadie debería subestimar el poder del barro de Europa del Este.
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