Suecia se está tomando muy en serio la posibilidad de ir a la guerra con Rusia

Las relaciones entre Rusia y Occidente no atraviesan su mejor momento, pero en ningún país la tensión se manifiesta con tanta evidencia como en Suecia. En 2013, maniobras secretas de la aviación rusa simularon un ataque a gran escala sobre territorio sueco. Desde entonces, el país escandinavo ha recuperado el servicio militar obligatorio, se ha aproximado a la OTAN, de la que no forma parte, y ha instruido a su población civil ante la posibilidad de una guerra inminente.

¿Qué pasa? Ahora, Suecia ha dado un paso más. A partir del jueves participará en el Ejercicio Trident Juncture 2018, las mayores maniobras militares de la OTAN en el norte de Europa desde el final de la Guerra Fría. Suecia aportará 1.900 de los 51.000 soldados a desplegar, además de dos de sus cinco corbetas a integrarse en una de sus fuerzas marítimas de respuesta inmediata. La decisión no es extraordinaria pero sí simbólica: Suecia no pertenece a la OTAN.

¿Por qué? El origen de la escalada se encuentra en 2013, cuando diversos cazas y bombarderos rusos invadieron el espacio aéreo sueco y simularon varios bombardeos. Desde entonces, la aviación rusa ha sobrevolado Suecia con frecuencia. A finales de 2014 un submarino ruso, supuestamente tras problemas mecánicos, navegó en las proximidades de Estocolmo. La inteligencia sueca ha identificado a los espías rusos como la principal amenaza para la seguridad del país.

Sus servicios secretos han hablado abiertamente de potenciales operaciones militares por parte de Rusia. Al igual que en otros países de Europa, se sabe que Rusia se ha valido de tácticas de desinformación para influenciar a la opinión pública sueca.

¿La reacción? La participación de Suecia en las maniobras de la OTAN se comprende mejor en este contexto. De forma paralela, Suecia se ha rearmado. En 2017 acordó con Estados Unidos la adquisición del sistema de defensa balística Patriot (un celebrado escudo antimisiles) por 1.000 millones de dólares. En 2015 expandió su marina con la adquisición de otras dos fragatas. El gobierno ya saliente de Stefan Löfven siempre propuso un aumento del gasto en Defensa.

Y la gente. De forma significativa, la reacción sueca ha incluido también también a la opinión pública. En línea con otros países europeos, ha recuperado la mili para las generaciones más jóvenes. Ha repartido folletos clásicos y reeditados sobre qué hacer en caso de que estalle la guerra. Y ha planificado un sistema de movilización civil, una suerte de resistencia popular a gran escala, si las hostilidades llegaran a territorio sueco.

La historia. Rusia ha adoptado un rol más agresivo en el Norte de Europa a lo largo del último lustro. Países como Estonia, Letonia o Polonia observan su creciente actividad militar con cierta preocupación. Para Suecia, el Báltico siempre ha sido un espacio de choque con Moscú: su caída en desgracia como potencia imperial se fraguó en la Guerra del Norte de 1700, cuando cayó derrotada por la vigorosa Rusia de Pedro el Grande.

Trescientos años después, la dinámica se repite en el mismo escenario.

Imagen: AFSOC

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