Costos, aranceles, energía, una moneda fuerte, control de precios... ¿Cuál es el secreto de la inflación suiza?
Suiza parece haber dado con la fórmula para atajar uno de los desafíos que más quebraderos de cabeza han dado a las economías europeas, sobre todo durante los últimos años, desde el inicio la invasión de Ucrania. Los datos de organismos como la OCDE muestran que el país ha conseguido controlar su inflación. Y que, incluso en los momentos en los que la Unión Europea lidiaba con grandes alzas de precios de alimentos, la nación alpina logró mantener los suyos en niveles moderados. La clave está en una fórmula que no se entiende sin su moneda, aranceles y energía.
También una regulación de precios que destaca en Europa.
¿Qué dicen los datos? Que mientras los precios de los alimentos se disparaban en otros países —incluidos los de su entorno más inmediato— por las derivadas de la guerra de Ucrania, Suiza mostraba una resistencia notable a la hora de controlar y contener la inflación. El ejercicio 2022, por ejemplo, lo cerró con un incremento de costes, pero en niveles alejados de los de otras naciones próximas.
Su inflación anual media no llegó al 3%, muy por debajo del 9,2% de la Unión Europea, que ese ejercicio, en pleno conflicto ucraniano, vio cómo el porcentaje anual se triplicaba con respecto a 2021. El coste de los alimentos y las bebidas no alcohólicas también presentó cambios notables: en el país helvético creció un 4%, sensiblemente por debajo del 11,9% registrado en la Unión Europea.
¿Puede irse más al detalle? Desde luego. La OCDE permite consultar las inflaciones medidas de cada país. Y sus datos de 2022, los últimos disponibles en la web oficial, muestran que la tasa de crecimiento anual del IPC de los alimentos en Suiza fue considerablemente inferior a la del resto de países. Para ser precisos: un 1,66% frente al 13,16% de la media de la OCDE. En Italia alcanzó el 9,14%, el Francia el 7,28%, en Austria el 10,75% y en Alemania el 12,56%.
¿Y a partir de 2022? 2022 resulta un ejercicio interesante porque sus datos de IPC reflejan el impacto de la guerra de Ucrania, un conflicto que afectó de forma directa a los costes de la energía y los alimentos en Europa. Ese año en España el IPC de los alimentos registró un alza del 11,6% que para el Gobierno se explica en prácticamente su totalidad por factores externos y costes importados. Al analizar el comportamiento de los precios en Suiza puede irse sin embargo más allá de 2022.
El portal Statista ha publicado una proyección de cómo evolucionará la tasa de inflación de Suiza a lo largo de los próximos años, hasta 2029. Y sus previsiones pasan por que en lo que resta de década el dato interanual esté incluso por debajo del 2,8% anotado en 2022, cuando en la nación alpina llegaron a marcar una inflación puntual del 3,5%, lo que representó el valor más alto en 30 años.
Las tablas mensuales de la propia OCDE también aportan datos actualizados. En junio por ejemplo el IPC suizo era del 1,3% frente al 5,6% de la OCDE, el 2,7% del G7 o 3,4% de España. El de los alimentos fue del -0,3% mientras el conjunto de la OECD marcaba un 4,7%. Su dato sí fue mayor en el apartado de la energía.
¿A qué se deben esos datos? A lo largo de los últimos meses diferentes analistas se han lanzado a teorizar sobre qué ha permitido a Suiza evitar la inflación galopante mientras otros países luchaban con sus precios. El propio presidente del Banco Nacional Suiza (SNB), Thomas Jordan, no muy dado a aparecer en la prensa internacional, aportaba hace no mucho algunas claves.
En su opinión instituciones como la que lidera deben aplicar un enfoque claro, no tanto en lo que se refiere a sus recetas concretas, como sí en la actitud general. "Creo que los responsables del banco nacional deberían concentrarse en su trabajo. Deben cumplir con su mandato y no hacerse notar con otras actividades", defendió Jordan en el diario Bieler Tagblatt. "Es mejor que me llamen aburrido o testarudo a que la gente diga que estoy siguiendo la política monetaria equivocada".
En marzo el SNB dio un paso clave al reducir la tasa de interés a 1,5% tras haber logrado mantener la inflación por debajo del objetivo del 2% desde mediados del año pasado. Sus expectativas pasaban entonces por que la inflación se mantuviera en un promedio del 1,4% este ejercicio, el 1,2% el que viene y del 1,1% en 2026. En junio anunciaba un nuevo recorte de tipos de interés en 25 puntos básicos.
Varios ingredientes. Suiza tiene sus propias peculiaridades, como un elevado coste de vida, de los mayores del mundo y una moneda fuerte, el franco suizo, cuya apreciación le ha resultado valiosa para las importaciones de combustible. Queda fuera también de la Eurozona. A finales de 2023 Swiss Info elaboró sin embargo un interesante análisis en el que intentaba responder a una cuestión fundamental: "¿Por qué Suiza es resistente a la inflación de los precios de los alimentos?"
Sus autores recordaban por ejemplo que en 2022, con el suministro mundial de trigo afectado por la guerra de Ucrania, los suizos vieron cómo la pasta subía un 11,2%, varios puntos porcentuales por debajo de un país vecino con la tradición de Italia. "En general Suiza resistió bastante bien la crisis mundial de precios de los alimentos. Y esto es especialmente sorprendente si se tiene en cuenta que el pequeño país debe importar alrededor de la mitad de sus calorías", señalan.
Para explicarlo apuntaban a una compleja combinación de factores: los precios de Suiza, la estructura de distribución de costes, la regulación de precios, el sistema arancelario y la energía y su empleo en ciertos sectores clave.
Cuestión de precios. La primera clave es que Suiza es un país peculiar en lo que se refiere a costes. World Population Review la sitúa como uno de los países en los que más caro resulta vivir, solo por detrás de Mónaco y las Islas Caimán.
Swiss Info apunta que los altos precios, que tiene en cuenta salarios y logística, sirven de "amortiguador frente a las fluctuaciones de los precios mundiales". "Si bien una parte importante del precio minorista cubre la logística, almacenamiento y los salarios, el impacto de los cambios de precios en estos componentes resulta relativamente menor que las variaciones de precios experimentadas en otros países", explica Thomas Schwab, del centro Bertelsman Stiftung.
Un valioso efecto amortiguador. "Esto es fruto del mayor nivel general de precios de Suiza, que mitiga el cambio relativo en el precio de productos básicos como el plátano en comparación con naciones con niveles de precios más bajos", abunda Schwab. Otra clave es que en el país alpino el reparto entre costes fijos y variables en la producción de alimentos es distinto al de otras naciones.
Allí, precisa Swiss Info, los primeros, fijos —entre los que se incluyen la maquinaría, la tierra, mano de obra o instalaciones— son "mucho más altos" que los variables, como fertilizantes, pesticidas o semillas. En 2017 por cada tonelada de trigo las facturas fijas se elevaban a 500 francos suizos, mientras las variables se situaban por debajo de la mitad, en aproximadamente 200 francos. En Alemania el reparto fue equitativo entre los costes fijos y los de naturaleza variable.
Y de precios regulados. Hay otra clave más relacionada también con los precios: la regulación. Una parte relevante de sus bienes está controlada por el Gobierno. Entre la cuarta parte y un tercio de los productos que se utilizan para calcular la tasa de inflación está sujeto a regulación, aclaran desde Global Europe, que precisan que es la proporción más alta del conjunto de Europa.
Para ser precisos, los datos de Eurostat muestran que la proporción de bienes del índice armonizado sujetos a regulación de precios ascendía en agosto de 2023 al 27,5%, sensiblemente por encima del resto de países de Europa. Esa peculiaridad hace que sus precios resulten menos susceptibles a las fluctuaciones del mercado.
El sistema arancelario. Hay más claves. Sobre todo si hablamos de importaciones agrícolas. Entre ellas el sistema arancelario del país alpino, muy ligado, recuerda Swiss Info, a su nivel de producción. "En épocas de abundancia, los aranceles se fijan en niveles altos, lo que sirve como protección contra las fluctuaciones de los precios del mercado mundial. Por el contrario, cuando los precios globales suben, los aranceles se ajustan a la baja", añade Schwab.
Los derechos de importación dependerían en gran medida de la producción del producto agrícola en cuestión en la propia Suiza. La política arancelaria tiene otro efecto, no menos interesante: que ciertos productos producidos en el país se vean menos afectados por el mercado global y estimular de paso la economía.
El papel de la energía. Hace unos meses BNP Paribas publicó un análisis en el que se planteaba la misma pregunta: ¿Cómo era posible que mientras la zona euro alcanzaba un máximo interanual del 10,6% en el otoño de 2022, la inflación suiza se mantuviera en porcentajes muy inferiores? En su opinión hay dos respuestas: "Su combinación energética, así como la fortaleza de su moneda".
La firma de servicios financieros apuntaba en concreto el peso limitado de los combustibles fósiles en el consumo final de electricidad del país. "El mayor peso de la hidroeléctrica, nuclear, fotovoltaica y eólica ha permitido que la economía suiza se viera moderadamente afectada por el aumento de los precios del gas procedente de Rusia y el aumento de los del petróleo", recogía el análisis.
"La energía también representa una menor proporción del gasto de los hogares en el consumo, lo que significa que el peso asignado a su contribución al calcular la inflación es menor que en la eurozona (5,5% frente al 10,2%, respectivamente)".
"Un aumento más moderado de precios". El resultado, abundan los analistas de BNP Paribas, es que la contribución de la energía a la inflación es, en promedio, inferior en Suiza a la zona euro. El peso del sistema energético de suiza, su menor dependencia del petróleo y gas que otros vecinos europeos, o el peso del sector público en el sector o la estructura del mercado energético, los señalan también otros analistas al explicar el comportamiento de la inflación del país.
"En Suiza las estructuras únicas del mercado energético contribuyen a un aumento más moderado de los precios de la energía, lo que, a su vez, se traduce en tasas de inflación de los alimentos más bajas", concuerda Schwab.
La fortaleza de la moneda. Ese es el otro factor que destaca en el análisis de BNP Paribas. "La apreciación del franco suizo también ha contribuido a contener la inflación al reducir el coste de los bienes y servicios importados", enfatiza el informe antes de destacar cómo esa estrategia ayudó al país a controlar los costes del petróleo y el gas importados. En general los analistas destacan la fortaleza de la moneda como uno de los factores de la estabilidad moderada de los precios.
Su resistencia se explica en parte, recuerda Karen Gilchrist, en la CNBC, por su condición de "refugio seguro" y respaldo por reservas de oro, bonos y activos.
Imágenes | Henrique Ferreira (Unsplash), OECD
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