El turismo se ha convertido en uno de los grandes sectores económicos del siglo XXI. Para algunos países, como España, Tailandia o Francia, representa un sustento vital. A nivel global, el turismo generó alrededor de 7,6 billones de dólares (aproximadamente el 10% del PIB global) y produjo en torno a 300 millones de puestos de trabajo. Su magnitud es gigantesca y la tendencia a corto y largo plazo sólo realza su volumen: viajaremos más y a más lugares.
¿Pero a cuáles? Es una buena pregunta. El reparto del maná turístico es muy desigual, y un puñado de grandes países turísticos se encuentran a la cabeza de su volumen económico, capitalizando la mayor parte de viajantes y consumidores. En HowMuch han tratado de ilustrar esta realidad ajustando el tamaño de cada país en función del negocio generado por el turismo durante el año pasado. El resultado es un mapamundi extraño y desproporcionado.
A la cabeza se situaría Estados Unidos, el país donde los viajantes gastan más dinero (210.000 millones de dólares). HowMuch ha priorizado el montante económico, más útil a la hora de comprender el verdadero impacto del turismo que el número de visitantes anuales. En realidad, el país que más turistas recibe cada año es Francia, pero (86 millones de almas), pero su impacto financiero ($60.000 millones) es menor que el estadounidense o el español (81 millones de turistas gastaron $68.000 millones en 2017, y eso que las cifras han ido a la baja).
Son los tres grandes campeones de turismo mundial. La distancia, además, es sideral, tanto en número de visitantes como en términos económicos. En el hipotético mapamundi imaginado por HowMuch, el cuarto país más grande sería Tailandia, y le seguirían de cerca Italia, Reino Unido, Australia y Alemania. China (por medio de Macao y Hong Kong, juntas más valiosas en términos turísticos que el resto del país) y Japón completarían la tabla.
Son los tres que, en mayor medida, también tienen que lidiar con las consecuencias indeseadas de turismo, al mismo tiempo un maná y objeto de toda suerte de controversias. En España, el ejemplo más reciente es el de San Juan de Gaztelugatxe: la obsesión por Juego de Tronos ha llevado a los turistas a arrancar las piedras de la isla, espacio protegido, y por tanto a preservar. En ciudades como París el gobierno municipal ya ha planteado limitar los buses turísticos, sinónimo de visitas baratas y masivas, y vecinos de las calles más instagrammeables han pedido vetar el acceso de los turistas a las mismas. Es una dinámica global con múltiples aristas.
¿Qué hay del resto? En Europa sólo Austria, Suiza, Países Bajos y Suiza cuentan con volúmenes (superficies) significativos. México retendría parte de su relevancia geográfica gracias a los 20.000 millones de dólares que sus turistas invierten en el país cada año, una cifra similar a la de Canadá, drásticamente empequeñecida. En Latinoamérica las cosas estarían muy igualadas: países pequeños como Costa Rica o Puerto Rico se igualarían a gigantes como Argentina o Brasil.
África, como casi siempre, sale mal parada: sólo un puñado de países aparecen en el mapa (tanto por viabilidad de los datos como por relevancia turística real). Sudáfrica, Egipto y Marruecos ($9.000 millones, $8.000 millones y $7.000 millones respectivamente) son los más destacables, con menciones de honor para Nigeria y Tanzania. En Oriente Medio, países boyantes com Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí se llevarían la palma, además del Líbano e Israel.
Es en Asia donde el mapa quedaría drásticamente rediseñado. China y la India, los gigantes geográficos y demográficos que en otros mapas todo lo acaparan, aquí quedarían severamente reducidos ($33.000 millones y $27.000 millones), mientras que Tailandia, Malasia y Singapur se dispararían en tamaño. Imperaría, y con mucha diferencia, Japón como el líder continental. Corea del Sur, Taiwan y Sri Lanka también destacarían por su renovado ensanchamiento.
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