Tenía que decidir si meter a mis hijos en un colegio mixto o segregado: tras leerme 50 papers, esto he averiguado

Tengo 35 años, dos niños y una mudanza. 881 kilómetros de mudanza. Así que, entre los muchísimos quebraderos de cabeza que me quedaban por delante, estaba (por supuesto) buscar colegio. Y, aunque no te lo dice nunca nadie, esto de la escolarización es un poco como el infierno a pellizcos: todos los miedos, las incertidumbres, los planes, las oportunidades que ni siquiera existen y, obvio, las cuestiones logísticas te miran de forma acusadora mientras eliges escuela.

Para más inri, nosotros no teníamos ni siquiera las restricciones de la administración para acotar la búsqueda. Como nos trasladábamos a mitad de curso, la autoridad competente tuvo a bien extenderme una lista con todos los colegios que tenían plazas disponibles. Bastaría con elegir uno y listo. La libertad absoluta: el infierno al cuadrado.

¿Juntos o separados?

Imagen | Chris Hardy

Todo esto, si os he de ser sincero, me lo esperaba. Me había documentado y entraba dentro del guión de lo esperable. Lo que no vi venir es ese alguien que, con toda la bondad de su corazón, te dice: "¿Habéis mirado el tema de la educación diferenciada? Es que dicen que genera mejores resultados".

En nuestro caso, no, no lo habíamos mirado. Pese a que yo mismo hice la secundaria y el bachiller en un colegio diferenciado, ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Entre otras cosas, imagino, porque este tipo de colegios lleva décadas en retroceso. De entre los 30.000 centros educativos que hay en España, a penas 107 ofrecen educación diferenciada.

Este declive resulta especialmente llamativo si tenemos en cuenta que, en efecto, una pequeña búsqueda por internet genera la impresión de que sí, la escuela diferencia es mejor en numerosos indicadores. La situación, como podéis comprender, era lo suficientemente llamativa como para irse a la investigación disponible y ver qué era lo que pasaba realmente.

Lo que dicen los datos

En 2005, el Departamento de Educación de los Estados Unidos encargó una ambiciosa revisión sistemática para componer una imagen global sobre las ventajas de cada tipo de modelo educativo. En total, los investigadores examinaron más de 2200 estudios distintos y sus conclusiones nos pueden valer como un punto de partida para nuestra pequeña investigación.

Su primera conclusión es que, aunque a corto plazo, las escuelas diferenciadas parecen generar mejores resultados académicos que las coeducativas, a largo plazo esas diferencias desaparecían o se volvían indetectables.

En cuanto al desarrollo socioemocional, los resultados (tanto a corto como a largo plazo) parecían mixtos. En algunas cosas la coeducación parecía mejor y en otras la educación diferenciadas.  No obstante, en la mayoría de temas estudiados las diferencias eran o muy pequeñas o inexistentes.

Decía que este es un buen marco de análisis para entender los distintos estudios posteriores porque parece claro que el momento en que "medimos" el impacto del modelo educativo es determinante para ver si hay o no hay diferencias entre unos y otros.  No sólo a nivel académico, sino también a nivel relacional o socioafectivo.

Problemas (metodológicos) generalizados

Imagen | Kenny Eliason

Por eso, en 2011, en mitad de un boom de la educación diferenciada en EEUU, la revista Science publicó un trabajo que llegaba a calificar al movimiento en defensa de la educación segregada por género como pseudocientífico. Según los autores, la defensa de este tipo de educación "está profundamente equivocada y, a menudo, se justificado por afirmaciones científicas débiles, seleccionadas o malinterpretadas en lugar de por argumentos válidos".

No obstante, si examinamos los datos vemos que tampoco los defensores del modelo educativo salen muy reforzados. Aunque los investigadores sostenían que hay argumentos para rechazar la segregación por género en cualquier contexto, las conclusiones generales es que faltan estudios bien diseñados para ver el impacto de ambos modelos en el desempeño académico y en el desarrollo socioemocional.

Desde entonces, los investigadores han avanzado en resolver esos problemas, pero no demasiado. Por ejemplo, en 2012, aprovechando las particularidades del sistema educativo de Seul, un grupo de investigación de la Universidad de Pensilvania consiguió hacer un estudio de mayor calidad. En él, parecía confirmarse que la educación diferenciada daba mejores resultados. Sin embargo, faltaba un seguimiento a largo plazo que confirmara que (como se ha visto en otros estudios) esas diferencias no desaparecían poco tiempo después.

¿Entonces?

Es una buena pregunta. Personalmente, y después de todo este viaje, no lo tengo claro. Examinando la evidencia disponible parece que hay cierto consenso en que, aunque en último término ambos modelos generan resultados parecidos, lo hacen de formas distintas, a ritmos distintos y por caminos diferentes.

Sí, es cierto: aunque la evidencia no es muy fuerte, podemos considerar que a corto plazo los centro diferenciados producen mejores resultados académicos. Y esto, en sistemas educativos donde el corto plazo sea relevante, puede ser un asunto a tener en cuenta.

En cuanto al resto de factores, nos encontramos con resultados muy diversos. Por ejemplo, mientras los centros femeninos pueden favorecer el liderazgo de las mujeres, parecen generar más problemas de trastornos alimenticios. En términos generales no tendríamos por qué optar por uno u otro, pero para casos concretos estos detalles podrían ser muy interesantes.

Dejando de lado los problemas que puede generar a nivel extra-escolar la segregación, da la sensación de que, en un mundo dominado por la buena fe, estos dos enfoques educativos podrían complementarse para 'intervenir' en problemáticas concretas y ofrecer un catálogo más amplio de opciones a los educadores. Pero no vivimos en ese mundo. De hecho, a poco que se pone un a rascar, se da cuenta de que la lucha entre modelos tiene un carácter más político que pedagógico.

Cuando la ciencia no importa

Imagen | Priscilla Du Preez

Al final, hay mucha investigación sobre el tema, pero eso parece lo de menos. Las posiciones enfrentadas a nivel ideológico, económico y social hacen que esas investigaciones se conviertan en munición con la que atacar al contrario. Sobre todo, porque el tamaño del efecto es pequeñísimo. Es decir: que no es ni de lejos el factor que más influye en el rendimiento académico. Y recordar esto, a la hora de buscar colegio, sí que es determinante.

Y eso es, precisamente, una de las cosas que más ha pesado en la decisión de apostar por un colegio coeducativo: que las opciones son infinitamente más grandes. A nivel metodológico, sí; pero también en casi cualquier aspecto nimio del proceso educativo.

Imagen | iStock

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