La fiebre de Juego de Tronos va a más. No me refiero exclusivamente a sus aficionados a la serie, que también, sino al volumen de clicks que está generando. Lo habréis visto: El País, Vaya Tele, Xataka, Fotogramas y otros tantos medios han creado reportajes e incluso apartados especiales para cubrir en toda su gloria la sexta temporada porque sus visitas y el interés público bien lo merecen. Pero tenemos un problema: hay gente que puede no haber visto todavía el capítulo de ayer. O el de la semana pasada. Es más, es posible que no esté viendo esta temporada porque está esperando a que editen el DVD en España, editado para su quinta temporada el pasado mes de marzo (ugh). Como te podrás imaginar, esa gente se ha comido todos los spoilers habidos y por haber.
Tenemos un problema con los spoilers. Desde hace años, tal vez desde Perdidos, parece imposible sobrevivir a una semana entera sin que alguien nos arruine una película, una serie, por encima incluso de las medidas de seguridad de las propias cadenas. En muchos casos son los propios amigos (o no tan amigos) de Facebook los que hacen el comentario inocente, pero también los medios saturan la red en una dinámica de desvelar tramas, giros u otros fragmentos de la obra que hace que no vayamos a llegar igual a la hora de enfrentarnos con el producto.
Al otro lado, tenemos el totalitarista del spoiler. Por ejemplo ese conocido con el que, estando en su presencia, se hace imposible comentar cualquier ficción porque “todavía no la he visto y me estáis contando lo que pasa”, aunque hables de una forma superficial. Los más adheridos al principio anti-spoilers pueden incluso generar una alergia a los tráilers, luchando contra ellos aunque tengan que taparse la cara y los oídos en los anuncios de antes de ver la película. No quieren saber absolutamente nada, y eso les puede llevar a no mirar Twitter el día después del estreno de Civil War, pero también incluso a dejar de entrar a grupos de Whatsapp, sólo por las moscas.
El derecho a la sorpresa vs. El derecho al debate: una ética aproximada del spoiler
Lo que está en juego cuando hablamos del dilema del spoiler es el derecho a la sorpresa frente al derecho a informar y debatir. Mientras unos defienden su necesidad de ver una obra de la misma forma que ha podido disfrutarla el spoileador, usuarios y medios también sienten la necesidad de crear una conversación sobre los eventos que han visto.
Por supuesto, el de los spoilers no es un tema sobre el que debiéramos sentar jurisprudencia o que debiéramos incluir en la carta de los Derechos Humanos, pero sí que invita a un debate moral. Es decir, el placer de narrativas culturales es una importante fuente de felicidad para muchos miembros de la sociedad, y es algo que entendemos sería positivo preservar. Por otra parte, censurar el entusiasmo de aquellos que han visto algo y quieren comentarlo puede ser un problema: sin debate, el conocimiento sobre alguna obra puede quedarse sólo a un nivel superficial. El problema está claro: lo difícil que es la casación entre ambos derechos. La tensión inherente de cuánto se puede desvelar, y en qué tiempos, para que ninguno de los dos grupos pisotee al otro.
Pero empecemos por el principio: ¿qué es un spoiler?
Puede parecer una duda tonta, pero en estos tiempos no lo es. Preguntamos a Natalia Marcos, especialista en series en El País y responsable del blog del medio Quinta Temporada, dedicado en exclusiva a cubrir la información catódica. Ella opina que “se ha desdibujado la línea de lo que es spoiler y lo que no. Hay quien considera que es spoiler prácticamente todo y así no se puede vivir. Estamos en un mundo global, donde leemos noticias sobre argumentos de series según se emiten en Estados Unidos o en su país de origen, así que es imposible vivir completamente aislado de estas cosas”. El problema no es sólo la inmediatez de Internet, sino el volumen de información.
Para Marina Such, una de las periodistas de series de Vaya Tele, es una confluencia de varios factores. “Es complicado de definir, porque depende de la obra en cuestión, del tiempo que haya pasado desde su estreno… Un spoiler sería cualquier información que desvele aspectos importantes de la trama de una obra de ficción antes de que esa obra haya podido verse o leerse”.
Una definición que compartirán muchos, pero no Jónatan Sark, librero de profesión pero ávido consumidor de series que suele cubrir de manera bastante extensa en El Receptor. Dentro su ejemplo: “En las últimas semanas en USA varias series se han deshecho de personajes femeninos principales, algo que ha dado para que los medios hablen de ello. Por supuesto no ha habido ninguno que diera abiertamente los nombres de los personajes en el titular pero aún con eso algunos incluían nombres de series en el subtítulo y otros acompañaban la noticia con una imagen genérica de alguna de las series en las que esto ocurría. ¿Es esto spoiler? ¿Y hasta qué punto lo es?”. Parece que, pese a todo, es un concepto al que no se le pueden poner unas delimitaciones concretas.
¿Se vale o no hypear un capítulo?
“Madre mía el último episodio de Juego de tronos”. Sólo con oír esa frase serán muchos los potenciales espectadores a los que les entre pavor, que no les quede “más remedio” que ver inmediatamente después todos los capítulos posibles por recibir de primeras la sorpresa. Pero como nos dice Alberto N. García, profesor universitario de Comunicación Audiovisual en Navarra, crítico y ensayista habitual sobre medios televisivos, esto puede derivar en el “efecto Torre Eiffel”: después de estar en preaviso, ves el capítulo y descubres que no era para tanto.
¿Constituye entonces un problema elevar las expectativas con comentarios de este tipo? ¿Es eso spoiler? Para Marcos, estos avisos “afectan al visionado, pero no creo que sean spoiler. Eso juega a favor de la serie, se genera más expectación y más interés”; Sark, a diferencia de Marcos, no lo ve con buenos ojos: “lamentablemente sí, las opiniones externas harán que cambie tu percepción. Lo que no se me ocurre es cómo podría evitarse”.
Los tiempos del spoiler
Si la cosa ya era peliaguda, fue Netflix y complicó la trama. Puede que la plataforma VOD no supiera lo que iba a producir cuando estrenó de forma simultánea y global una temporada entera de House of Cards. Por primera vez, un producto que podríamos etiquetar como televisivo, fraccionado en capítulos, enseñaba todas sus cartas de golpe. Algo que normalmente veías de forma dosificada durante meses podrías consumirla, si aguantas, en una maratoniana jornada. Los analistas de series ya no pueden escribir textos semanales haciendo previsiones de la situación de sus personajes, pero tampoco tienen claro cuánto y cuándo puedes revelar lo que pasa en la historia sin molestar al que esté viendo la ficción.
Como indica Such, “al hacer que cada cual vea la serie cuando quiere y puede, la conversación sobre las series va a varias velocidades”. Lo mismo opina García: “esta forma de visionado desdibuja todavía más la noción de spoiler. Lo complica, por un lado, puesto que cada uno lleva su ritmo, pero también lo simplifica, puesto que tendremos que admitir que internet es un campo minado de spoilers... porque la propia naturaleza de la emisión de la serie así lo ha querido”. Un aliento derrotista sobre la concepción de “sorpresa”, pero un apunte interesante: estas propias ficciones nacen conociendo que producirán este efecto en sus espectadores. Porque desde la existencia de las Redes Sociales, el spoiler ya no es lo que era.
El asesinato de Psicosis puede no ser saber popular… si tienes 15 años
Mientras muchos podemos estar de acuerdo en que el final del Sexto Sentido (o, si nos vamos al extremo, la muerte de Jesucristo) ha dejado de constituir un spoiler para ser saber popular, el ancho y vasto mundo de Internet siempre nos proveerá de gente que no sólo no le haya llegado esa información, sino que proteste por ello (y es lógico, pensemos, por ejemplo, en que hay gente muy joven que verá ahora esa película como un clásico).
Es por eso que hay que andarse con mil ojos, porque no todos compartimos las mismas esferas de conocimiento o memoria sobre ciertos asuntos. Los menores de 14 años, gente que ni siquiera vio El Club de la Lucha con uso de razón, es más de una cuarta parte de la población, y para ellos podría no suponer la misma experiencia ver ciertas películas o series (más en las que el impacto de la trama es esencial, como en Psicósis) si no se les da esa oportunidad que otros sí tuvieron. Así que no, el spoiler podría no tener fecha de caducidad.
Los medios necesitan atraer al lector y esto lleva, irremediablemente, a desactivar muchas sorpresas
Tal vez la mayor ofensa de todo este asunto se trate del spoiler gratuito o… más bien, sin ninguna trascendencia. Aunque todos los entrevistados están de acuerdo en que para hablar y analizar determinadas ficciones a veces hay que revelar puntos importantes de la historia, algunos han manifestado que, más que esto, el problema es cuando se hace por la inercia del periodismo seriéfilo.
Como nos cuenta Sark, es un problema inherente del trabajo informativo de las series: “Las noticias son a veces especialmente complejas. Cuando anuncian la marcha de alguien de una serie que está en emisión, por ejemplo. No digamos ya cuando anuncian un nuevo fichaje y desde los medios explican que significará un cambio o desviación de la trama. Un chiste sobre una de famosa franquicia policiaca decía que para saber la identidad del criminal sólo había que mirar el actor que más te sonara, algo que demasiadas veces es lamentablemente cierto”.
“Pero claro, ¿se podría mantener la empresa informativa sin seguir ese juego de noticias incesantes? ¿Se podría no dar algo que es evidentemente una noticia y que además se ha preparado como tal por la propia cadena o productora que son muchas veces la principales interesadas en 'hacer ruido' para la serie? Me temo que solo los titulares genéricos y asépticos -"Grandes cambios en X"- permitirían cumplirlo, y no sé si estarían muy contentos con ellas en ambas empresas”.
“Es mi sensación al leer muchas de esas supuestas críticas o noticias. Cuando sale un texto dos horas después de su emisión, en el que enuncian: ‘analizamos el último episodio de tal o cual serie’, pinchas… ¡Y lo que en verdad están haciendo es escribir una sinopsis! ¿Qué sentido tiene esto? ¿Por qué lo hacen si en realidad no están contando nada?”, nos cuenta Alex Montoya, redactor veterano en Fotogramas.
Así que sí, tres grandes conclusiones que nos llevan a un terreno pantanoso y no nos sacan de ahí:
1) Vivimos en un mundo hiperconectado y globalizado. Hay demasiados agentes interactuando con nosotros y demasiadas series o películas que pueden arruinarse. Es imposible estar a salvo.
2) Los límites del spoiler dependen de muchas variables, entre otros, del grado de tolerancia propio de cada uno. Lo que puede o no arruinarte un visionado depende, en gran parte, de lo que tú consideres así.
3) La guerra digital por la creación de contenido y la caza de clicks nos está conduciendo a un mayor sentimiento de urgencia y a la exposición abrumadora de posibles spoilers. Mientras Internet siga existiendo o no haya una política contra el spoiler, esto seguirá siendo así.
Entonces… ¿Qué pasaría si hiciéramos una Teoría Unificada del Spoiler?
¿Y si alguien intentara poner un código de conducta por el que los medios, grandes o pequeños, se rigiesen? Un remedio de este estilo intentaron exponer desde Screen Junkies, donde, entre otras cosas, cuatro conocidos rostros del análisis de la actualidad audiovisual pop concluían que lo que ellos consideraban un tiempo razonable de espacio para no divulgar datos (cualquier dato) de la ficción era seguir la regla del dos: dos semanas para una película y dos días para una serie. En su carta de derechos también incluían: No comportarse como un capullo (o no hacerle a los demás lo que no deseas que te hagan a ti mismo) y alejarse de Twitter en los días de mayor candencia spoileadora.
Sin embargo, de todos los expertos en el tema consultados, ninguno está de acuerdo con la propuesta de Screen Junkies, ya que para ellos cada caso es tan específico que cuatro puntos englobadores no servirían como protocolo de actuación en el amplio y variado mundo del spoiler. A modo de cierre, dejaremos algunas de las opiniones defendidas al respecto de casos concretos a los que los medios y los usuarios se enfrentan de manera habitual.
Una última puntuación, algunos lectores podrían leer cosas colindantes con el spoiler, así que pedimos precaución:
1. ¿Se puede o no hypear un capítulo? ¿Si elevas las expectativas afectas el visionado de alguien?
Natalia Marcos: Afecta al visionado, pero no creo que sea spoiler.
Marina Such: Está claro que puede afectar.
Alex Montoya: Puede afectar, pero no nos obsesionemos. No caigamos en la histeria colectiva.
Alberto N. García: Sí, es lo que llamo el complejo Torre Eiffel.
Jónatan Sark: Sí.
2. ¿Es spoiler decir algo que pasa en el tercer capítulo de una serie que lleva cinco temporadas? ¿Y el giro que te encuentras en una película a sus 20 minutos?
N.M.: No. Además, el espectador debe entender cuándo llega a un producto cultural con mucho retraso.
M.S.: En principio, no.
A.M.: Posiblemente no, pero el problema es cuando los críticos o analistas los destripan sin que sea estrictamente necesario para hablar de la obra. Hay que ser más imaginativos.
A.G.: Para mí no lo es.
J.S.: En principio, todo puede ser susceptible de ser un spoiler.
3. ¿Es spoiler algo que ocurre en algo basado en hechos reales? Pensemos en Making a Murderer o en el documental de El impostor. Quién sabe, incluso el resultado de un partido de fútbol.
N.M.: No.
M.S.: No.
A.M.: No lo sé, en algunos de estos casos es difícil delimitarlo, pero si cuentas algo, que sea porque aportas a la conversación.
A.G.: No.
J.S.: Sí. Un hecho puede ser real pero no significa que sea conocido, y puede ser conocido pero no significa que sea recordado.
4. ¿Es spoiler el trabajo hecho desde diferentes medios este año hablando de si Kit Harington estará o no en la nueva temporada de JdT?
N.M.: Es una información necesaria, pero las salidas o renovaciones de actores deben contarse sin destripar cómo ocurren.
M.S.: Puede serlo en las primeras semanas después del final de la quinta temporada. Luego, ya no.
A.M.: Las noticias son noticias.
A.G.: No se le pueden poner puertas al campo, así que no.
J.S.: No, no creo que tampoco se haya revelado nada concreto.
5. Como espectador: ¿qué grado de responsabilidad es tuya a la hora de huir de las redes sociales?
N.M.: Toda.
M.S.: La responsabilidad es toda tuya, por entero.
A.M.: Una parte de responsabilidad hay, pero sobre todo es de los medios.
A.G.: Casi total. Además, si una serie se juega todo, todo, todo a una sorpresa gigantesca, probablemente no sea una gran serie.
J.S.: No se me ocurre una manera de argumentar esa responsabilidad sin caer en culpabilizar a la víctima.
6. ¿Es correcto escribir lo que quieras si inmediatamente antes has puesto “Spoiler:”? ¿Pensando en su aplicación tanto en redes sociales como en artículos? Hay quien dice que a pesar de esa breve alerta inicial la gente puede leer sin querer lo que viene después, que se trataría de un falso anuncio.
N.M.: Si justo después de poner "spoiler" pones en mayúsculas o en negrita el destripe en cuestión, lo estás haciendo mal.
M.S.: Una vez que se ha incluido ese aviso (que hay que poner siempre) se entiende que el lector sabe a lo que se expone.
A.M.: No contesta.
A.G.: Si has puesto spoiler, por supuesto. Es responsabilidad de la gente el seguir leyendo.
J.S.: Si se hace una pausa permitiendo una ruptura de la lectura antes, está bien.
7. ¿Si una serie ha dejado de tener a uno de sus personajes principales constituye un spoiler, por ejemplo, emplear imágenes de la temporada actual en la que se note su ausencia?
N.M.: Es información. Si empieza una nueva temporada y no está alguien, no está, no nos lo podemos inventar.
M.S.: No, eso sería ridículo.
A.M.: No contesta.
A.G.: No contesta.
J.S.: Dependerá de la imagen, pero cuanto más genéricas sean las fotos que usas, mejor.
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