Un reportaje de la revista Frontal 21, del grupo mediático alemán ZDF, ha puesto patas arriba la actualidad del sector automotriz. La colosal fábrica que planea inaugurar en los próximos meses Tesla en Alemania, en la región de Grünheide (lander de Brandeburgo, a pocos kilómetros de Berlín) y que iba a ser el centro de producción de 500.000 vehículos eléctricos se va a topar con un problema de primerísimo calibre.
Waterworld: según las escrituras, el monstruoso Giga Berlín, del tamaño de 84 campos de fútbol que va a emplear a unas 10.000 personas de forma directa, iba a necesitar 3.6 millones de metros cúbicos de agua para su producción anual para 2023, cuando hicieran la expansión que fabricaría las cotizadas baterías. Pero acaban de rebajar sus expectativas a 1,4 millones de metros cúbicos, que es justamente lo que han firmado como máximo uso con la Asociación del Agua Strausberg-Erkner (WSE), la agencia que debía dar el visto bueno y que dice que no puede conceder más. Nadie cree que el gigante industrial vaya a frenar sus objetivos de fabricación, y si siguiesen con sus previsiones provocarán restricciones de agua potable para los 40.000 habitantes de la región dentro de dos años. Tesla chupará él sólo el 30% de todo el agua disponible, lo que provocaría escasez entre los civiles.
Como saben los conocedores de la industria automotriz eléctrica, el agua es uno de los recursos esenciales para la producción de coches y, sobre todo, baterías. A ojímetro, triplicando las necesidades de los productos automotrices tradicionales. Se han estudiado algunas soluciones posibles, como instalar una gigantesca tubería de larga distancia desde Eisenhüttenstadt, a unos 90 kilómetros de la planta, pero la idea ha sido desechada por no ser económicamente viable. Ahora dicen de mirar otras fuentes de la región, pero la burocracia llevaría entre tres y cuatro años. Por el momento, por cierto, la fábrica lleva costados casi 6.000 millones de euros.
Que coman pasteles: los comentarios de Musk tampoco han apaciguado los ánimos. En declaraciones a la revista ha dicho “no estamos en una región especialmente seca. Los árboles no crecerían si no hubiera agua". El representante del Ministerio de Medio Ambiente del Estado de Brandeburgo, quien aún debe aprobar ciertos planes de Giga Berlín, ha declarado que “el asentamiento de la industria y el comercio (por ejemplo, Tesla) está agravando la situación en el área del este de Berlín", con documentos a los que ha podido acceder Frontal 21.
Agencias vecinales y ecologistas de la región ya habían denunciado al megacentro con hasta 373 objeciones formales con la vida local, las más notables su enorme deforestación de una zona medioambiental protegida y ocupar una zona donde están especies animales en peligro de extinción. Las autoridades y la empresa habían ido sorteando en este tiempo todos los escollos, pero el mazazo de la usurpación del agua podría ser fatal: nadie quiere perder un tercio de su suministro y para Tesla no tiene montar una fábrica en la que sólo podría hacer un tercio de los coches que tenían previstos.
Una fábrica sobre la marcha. El periodismo germano ha señalado a esta como la fórmula que ha propiciado este callejón sin salida, el que en su país sea habitual que una obra empiece a echar a andar sin tener todos los permisos aprobados de forma anticipada. Pese a que ha conseguido la luz verde sin demasiados problemas hasta ahora, aún quedan pendientes dos aprobaciones anticipadas, una de ellas de Medio Ambiente, y todo esto podría poner en jaque la viabilidad del proyecto. Los funcionarios del organismo denunciaron en el mentado reportaje presiones por parte del personal de Tesla.
Hay 10.000 empleos en juego, así que a las dos partes del conflicto les tocará poner a trabajar las cabezas a toda velocidad.
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