The Pact, o la rebelión de los autores en la sombra de (casi) todas tus canciones favoritas

Cuando escuchamos una canción nos maravillamos con la composición, los arreglos, la calidad sonora y vocal del artista, la producción detrás de la pieza y las letras. Pero a veces no caemos en que es posible que estas últimas no hayan sido escritas por los mismos artistas, si no por personas que se dedican y viven de esto desde el anonimato. Ariana Grande, Taylor Swift o Michael Bublé son algunos de los artistas detrás de ‘hits’ que no hubieran sido posible sin estas personas.

Dichos profesionales “en la sombra” se han mostrado reacios a hablar durante mucho tiempo por temor a ser excluidos o perder trabajos con ciertos artistas, lo cual es una amenaza frecuente cuando se niegan a ceder una parte de sus publicaciones, pero por fin han alzado la voz.

The Pact. La presión sobre los escritores se ha vuelto tan generalizada que un grupo de los mayores creadores de éxitos del mundo se ha unido para sacar a la luz cómo funciona realmente el negocio y cómo son en realidad los trapos sucios detrás de la industria. Se hacen llamar The Pact, o el Pacto, y hace unas semanas firmaron una carta abierta en la que se comprometen a dejar de regalar créditos de publicación o composición a cualquiera que no contribuya a la música, a menos que reciban una compensación "equivalente o significativa".

Es muy probable que los nombres de los firmantes no te suenen de nada, pero seguro que sí su música. Sus clientes incluyen a artistas reconocidos como Justin Bieber, Harry Styles, Ariana Grande, Lady Gaga, Taylor Swift, Michael Bublé, Lorde y Sam Smith. La campaña ha sido organizada por la escritora estadounidense Emily Warren, cansada de que los profesionales como ella sean "intimidados" para que renuncien a una parte de sus regalías. Ella misma, que recibió una nominación al Grammy por su trabajo en Don't Start Now de Dua Lipa, dice que las demandas de crédito por coescritura comienzan con una participación del 1%, subiendo hasta un 20%, con un promedio de alrededor del 15%.

Sin poder de negociación. Argumentan que a los escritores que se oponen se les amenaza con que su canción no será utilizada, o será relegada a una pista de álbum, lo que perjudicará sus posibilidades de ganar dinero. "Te han condicionado a pensar que si te vas, alguien más ocupará tu lugar", decía Tayla Parx, otra miembro de Pact, cuyos créditos incluyen Thank U Next de Ariana Grande y High Hopes, de Panic! At the Disco, en un reportaje de la BBC.

Según The Pact, en los últimos años, los artistas han comenzado a exigir una parte de la edición el 99% de las veces. Justin Tranter, coguionista de los éxitos de Selena Gomez, Britney Spears, los Jonas Brothers y Lady Gaga, argumentaba que las demandas con frecuencia desafían la creencia y que, básicamente es fácil que los compositores sean exprimidos porque tienen muy poco poder de negociación. Es una cuestión de lógica: sin el artista, la canción nunca saldría. Sin el productor, los archivos no se entregarían al sello discográfico. Así que los compositores son los únicos que, en su caso, pueden ser despedidos. Lo cual es difícil de creer, porque sin ellos, no habría canción.

La carta. En una de las últimas publicaciones de la organización, decían esto:

“En los últimos años, ha habido un número creciente de artistas que exigen publicar canciones que no escribieron. Estos artistas continuarán recaudando ingresos de giras, merchandasing, asociaciones de marca y muchas otras fuentes de ingresos, mientras que los compositores solo tienen sus ingresos de publicación como medio de ingresos. Esta demanda de publicación a menudo puede ocurrir porque el artista y / o su representación abusan de la influencia, usan tácticas de intimidación y amenazas, y se aprovechan de los escritores que pueden optar por renunciar a algunos de sus activos en lugar de perder la oportunidad por completo. Con el tiempo, esta práctica de que los artistas publiquen se ha ido normalizando; y hasta ahora, no ha habido una unidad real dentro de la comunidad de compositores para combatirlo".

Puedes leer el comunicado completo aquí.

Qué se puede hacer. Muchos de los escritores de canciones saben que los artistas también contribuyen genuinamente a la escritura de canciones. Y que, incluso si no lo hacen, la idea de compartir el crédito de la canción no tiene por qué ser necesariamente objetable. Ya lo decía Warren en aquel reportaje: "No me importa mucho si un artista necesita tener su nombre ahí", reconociendo que un cantante puede reforzar su credibilidad si puede "ir a una entrevista y decir que escribió la canción".

Básicamente, lo que pide The Pact es un "intercambio significativo" a cambio de una parte de la publicación. Algunos podrían negociar una tarifa de escritura o un bono de transmisión. Es decir, que si una canción alcanza un cierto éxito, como 10 millones de reproducciones, el escritor obtiene un bono. Otra opción es darles a los escritores una parte del máster, lo que significa que obtendría regalías cuando se venda o se descargue esa canción.

Algunos artistas no son conscientes. Lo cierto es que multitud de artistas no saben a qué se enfrentan día a día estos profesionales. Un artículo de Music Radar citaba una frase lapidaria: “Ahora mismo hay escritores de canciones exitosas conduciendo Ubers”. La polémica ha corrido la voz y muchos artistas de la industria musical están horrorizados.

Sam Harris, de la banda de rock estadounidense X Ambassadors, calificaba la campaña como una "llamada de atención": "He estado en situaciones en las que pedí publicar canciones que no escribí y en ese momento no pensé: 'Está bien, ¿qué les estoy causando a estas personas que realmente escribieron la canción? ¿Cómo se sienten al respecto?'. Y eso no es justo”, confesaba. La estrategia de The Pact de no nombrar y avergonzar a los artistas está diseñada deliberadamente para generar esa solidaridad. En cualquier caso, muchas veces los cantantes a menudo no son conscientes de que les están quitando dinero a sus colaboradores. Es complicado advertir si las estrellas adolescentes tienen la menor idea de qué créditos se ceden, una función que suele recaer en los managers o sellos y que los profesionales aceptan sin muchas dubitaciones.

Viene de lejos. En los últimos años, escritores e intérpretes han acumulado millones de dólares en honorarios legales mientras luchan por demostrar la propiedad de una canción. Los dos casos de más alto perfil podrían ser la mitiquísima Stairway To Heaven de Led Zeppelin (la herencia del guitarrista de Spirit, Randy California, afirmó sin éxito que la banda le había robado el riff) y Dark Horse de Katy Perry (el caso, que aún está en curso, se centra en unos compases casi idénticos que aparecieron en una canción anterior del rapero Flame).

Lauryn Hill también fue acusada de robar canciones para su álbum solista ganador del Grammy, The Miseducation of Lauryn Hill. Ese caso se resolvió fuera de los tribunales por la escandalosa cifra de 4 millones de euros. Incluso Ed Sheeran ha sido arrastrado a un proceso legal en Estados Unidpos por supuestas similitudes entre su canción Thinking Out Loud y Let's Get It On de Marvin Gaye. Casos como estos ilustran lo difícil que es establecer quién escribió qué en el estudio, y los escritores detrás de The Pact reconocen que negociar tales acuerdos puede ser un asunto turbio. Su objetivo, por tanto, se reduce a unirse contra las malas prácticas y obligar a la industria musical a reconocer, al menos, el valor de sus compositores.

Imagen: Lindsay Neilson

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