Desde que la revolución industrial estandarizada horarios e impusiera jornadas laborales estables y regulares, la mayor parte de la humanidad comparte patrones de sueño y trabajo. Descansamos durante las horas nocturnas, nos ganamos nuestro salario durante la mañana y parte de la tarde y nos dedicamos al ocio y al placer personal durante las últimas horas del día. Ahora bien, el tiempo que cada país dedica a una y otra actividad, pese a las similitudes, varía enormemente.
Es lo que explora este estupendo gráfico elaborado por Our World in Data, el proyecto ideado por Max Roser donde se traducen al lenguaje visual los fenómenos sociales o económicos que explican el mundo. En este caso, los autores se han servido de diversas encuestas elaboradas por la OCDE para ilustrar los usos temporales de cada país. Podemos entrever tres grandes categorías, coincidentes con los tres puntos cardinales de la vida moderna: descanso, ocio y trabajo.
Antes de nada, conviene aclarar dos puntos. Primero, los resultados aquí reflejados surgen de autoevaluaciones, respuestas de miles y miles de individuos en base a sus recuerdos. Los encuestadores piden a sus encuestados que estimen cuántas horas o minutos dedican a una actividad concreta en un día aleatorio de la semana. Es una aproximación útil, si bien inexacta, a los usos temporales de cada país. Y es algo que habrá que tener en cuenta cuando observemos quela columna "trabajo asalariado".
Segundo: exponen medias. Esto último no es demasiado relevante si pensamos en las horas de sueño (todos los seres humanos tendemos a dormir un volumen similar de horas, aunque hay excepciones y los patrones de sueño son muy variables), sí lo es para el ocio y muy especialmente el trabajo. Cuando España, Italia o Francia declaran dedicar a su empleo menos de 200 minutos diarios (es decir, menos de tres horas) ahí se incluyen a todas las personas a tiempo parcial o desempleadas.
Podemos empezar por aquí, de hecho. El gráfico ilustra una enorme disparidad de "horas de trabajo". China y México encabezan la tabla, con 315 y 302 minutos respectivamente. Mucho más abajo aparecen Grecia, España, Francia e Italia, con 187, 176, 170 y 149 minutos respectivamente. ¿Qué sucede? Que no todos los países dedican el mismo tiempo al trabajo. México, por ejemplo, es célebre por su ingente cantidad de horas semanales dedicadas a la oficina o al taller (más de 45; por encima de las 2.000 anuales), sólo superada por Turquía o Colombia (cifras también de la OCDE, aunque sólo incluyendo a los trabajadores).
En el otro extremo se encuentran Países Bajos, Dinamarca o Suiza, con menos de 35 horas. ¿Qué sucede? Que los países ricos se pueden permitir trabajar menos para vivir mejor. Fruto de una variada mezcla de factores, como la productividad o los salarios, los países menos desarrollados invierten más horas en su trabajo. Conviene alejarse de las explicaciones morales (como el desinterés o la vagancia), pese a que para el caso que hoy nos ocupa los cuatro países menos trabajadores sean casualmente mediterráneos (recordemos: las encuestas incluyen a parados).
Sí es más sencillo entrever costumbres culturales muy arraigadas cuando nos fijamos en las horas destinadas a comer y beber. Entre 112 y 133 minutos dedican los seis países mediterráneos (Grecia, España, Italia, Francia, Turquía y Portugal, incluida aquí por cuestiones culturales y demográficas, no tanto geográficas) a degustar alimentos. Un agudo contraste con los 79 y 81 minutos diarios de Finlandia, Noruega y otros vecinos septentrionales. Nada que nos pueda sorprender.
Las diferencias se dan en todas las áreas. De los 202 minutos que dedican los mexicanos al cuidado del hogar y personal a los 104 minutos que invierten los finlandeses en "trabajo no remunerado", como voluntariados o aportaciones para la comunidad. Llamativas también son las disparidades en materia de ocio. Mientras Estados Unidos pasa 114 minutos diarios al frente de la televisión, los irlandeses apenas 85. Estos, por su parte, lideran en "otro ocio" (al que sibilinamente podríamos llamar "pub"), con unos 178 minutos diarios. Líderes en esta parcela.
En fin, podemos establecer múltiples lecturas, aunque en ocasiones se trata de detalles. A la hora de dormir los hay más y menos prolíficos, pero casi todos invierten entre 8 y 9 horas (los que menos, los coreanos, los únicos que caen de las 8 horas diarias). Más interesantes son otros análisis. Los propios autores se valen de los datos obtenidos por la OCDE para comparar el tiempo de ocio del que disfrutan hombres y mujeres en todos los países. Como era de esperar, aquí también hay una brecha, una que penaliza al género femenino: disfrutan por sistema de menos tiempo libre, de ocio, en ocasiones de hasta 89 minutos menos al día, como en Portugal.
Todo esto es importante, por supuesto, porque incide en nuestra felicidad. Cada ser humano comienza el día con el mismo "presupuesto temporal", esto es, 24 horas sobre las que repartir sus actividades, obligaciones y placeres. Pero no todos logran dotar de la misma importancia a cada una de ellas. Quienes consiguen priorizar las últimas (deportes, restaurantes, jugar con sus hijos, quedar con amigos, todas ellas valoradas muy positivamente por todos los encuestados) frente a las primeras (tareas domésticas, trabajo, búsqueda de empleo, viaje a la oficina), son más felices.
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