¿Tienes muchas pesadillas? Mejor, son un entrenamiento para tus problemas del futuro

Un mal sueño lo hemos tenido todos y todas. ¿Quién no se ha despertado a media noche bruscamente entre sudores dejando atrás una pesadilla que parecía totalmente real? Las preocupaciones de cada uno tienen su eco en los sueños. Con la pandemia, este fenómeno se ha acrecentado. En EEUU, la búsqueda “¿por qué tengo sueños tan raros últimamente?” se ha cuadriplicado desde que el Covid empezó a formar parte de nuestras vidas. Lo hemos contado en Magnet, la pandemia ha hecho que tengamos más ansiedad, y por tanto, más pesadillas.

Pero no sólo la amenaza incontrolable de un virus nos ha llevado a esa situación. También nuestras aprehensiones del día se convierten en pesadillas: el desempleo, las relaciones sentimentales, la precariedad, etc. Pero lo cierto es que tener pesadillas no es tan malo como pensamos. De hecho, tiene grandes ventajas a largo plazo: nos preparan para los retos del futuro.

En momentos desastrosos. Un estudio realizado el pasado mes de enero quería demostrar cómo las situaciones límite afectan a los sueños. En él, más de una cuarta parte de 114 médicos y 414 enfermeras que trabajaban en la ciudad china de Wuhan reportó tener pesadillas como consecuencia de sus experiencias. En general, la pandemia ha aumentado la ansiedad y las pesadillas en muchas personas, según diversos estudios, siendo los jóvenes, las mujeres y las personas que ya padecían de depresión los que más riesgo tienen.

Los largos periodos de estrés que duran meses o años y afectan a poblaciones enteras son bastante inusuales y hacen que se tengan sueños más vividos. Estas épocas son lo equiparable a las guerras en la historia reciente. Un estudio que se realizó a escolares de 10 a 12 años en la Franja de Gaza concluyó que más de la mitad experimentaba pesadillas frecuentes. En promedio, las tenían más de cuatro noches a la semana. Y los niños son los más susceptibles porque sus cerebros aún se están desarrollando.

Nos protegen, en realidad. Pero la mayoría de estos sueños tienen ventajas a la larga. Sí, es fácil decirlo mientras no estamos viviendo una pesadilla terrorífica. Pero tanto aquellos médicos de Wuhan como los niños de Gaza están preparandose para afrontar el futuro que les depara. Para entenderlo hay que conocer cómo funciona la ciencia del sueño y lo que ocurre en la fase REM. Mientras dormimos, organizamos y archivamos nuestros recuerdos del día anterior y desempolvamos y reorganizamos nuestros viejos recuerdos. Estos recuerdos cargados de emociones se convierten en el argumento de nuestros sueños.

De ahí la famosa hipótesis "dormir para olvidar, dormir para recordar", que indica que el sueño REM fortalece los recuerdos emocionales, los almacena de forma segura y también ayuda a atenuar nuestras reacciones emocionales posteriores a esos eventos. Por ejemplo, si tu jefe te echa la bronca por algo y más tarde esa noche sueñas con eso, la próxima vez que veas a tu jefe te sentirás menos alterado por ese incidente. Después de un mal sueño, el área del cerebro que nos prepara para tener miedo es más efectiva, como si el sueño nos entrenara para esta situación.

Nos limpia el estrés acumulado. Otro estudio sugería que cuanto más tiempo las personas habían sentido miedo durante sus sueños, menos se activaban sus centros emocionales cuando se les mostraban imágenes estresantes. Por eso, cuando soñamos, deshacernos del bagaje emocional del día anterior durante la noche nos permite comenzar de cero por la mañana. Los estudios en trabajadores estresados, por ejemplo, muestran que nuestro nivel de cortisol, la hormona que ayuda a regular nuestra respuesta al estrés, es más alto por la mañana, lo que significa que podemos reaccionar mejor al estrés después de haber dormido. Algo así como depurar el estrés durante la noche para afrontar la realidad mejor al despertar.

Las pistas cognitivas del pasado. El estrés y la ansiedad moldea nuestros sueños a su antojo. Algo que explica por qué uno de los sueños más comunes es que estamos suspendiendo un examen. Un estudio de hace años demostraba que el 70% de las personas lo había sufrido en algún momento. Los sueños sobre exámenes y estudios estaban dentro de los primeros cinco puestos en un gran número de culturas. Sólo le superaban ser perseguido, tener relaciones sexuales y caerse.

Cuando dormimos estamos recibiendo pistas cognitivas que no procesamos, y la mente reacciona haciendo asociaciones imprevistas. Por ejemplo, si perdemos el equilibrio en la cama soñamos que nos caemos por un precipicio. Si tenemos incontinencia urinaria, soñamos con algo relacionado con el agua. Normalmente las conexiones que se usan por nuestro cerebro son las más cercanas. Es decir, soñamos con cosas que nos pasan en el día a día porque esos vínculos son más fuertes. Pero hay agujeros de gusano y existe la posibilidad de que situaciones estresantes del pasado vuelvan de vez en cuando, tal y como contamos en este artículo. ¿Soñaremos dentro de décadas sobre lo que vivimos en la pandemia? Todo apunta a que sí.

Las pesadillas crónicas. Si bien tener una pesadilla cada tanto puede ser incluso beneficioso, tenerlas todos los días sí es motivo de preocupación. Es lo que se denomina como pesadillas crónicas. “Una vez que tienes pesadillas durante un largo período de tiempo, se vuelven como hábitos”, explicaba la psicóloga clínica Joanne Davis, de la Universidad de Tulsa a la BBC. Y es uno de los motivos por los que mucha gente terminan automedicándose para huir de esa realidad. “Si te preocupas por tener una pesadilla, tal vez evites dormir o trates de dormir lo más rápido posible, así que te automedicas para pasar la noche”, explicaba Davis. Las pesadillas crónicas son causadas por problemas psicológicos, y para solucionarlo se debe consultar a un psicólogo o terapeuta.

Si volvemos la vista atrás, hace unas décadas la medicina veía las pesadillas como un síntoma de trastorno de estrés postraumático. Sólo hacían terapia personas que habían vivido una experiencia límite, como veteranos de guerra. Ahora existe un cambio de paradigma que hace pensar en las pesadillas como el sello distintivo de muchos de los problemas del día a día. De hecho, algunos científicos consideran las pesadillas como un indicador temprano de problemas futuros y deben tratarse al igual que un psicólogo trata cualquier depresión. Todo esto sirve para darnos cuenta de que lo que sucede entre las sábanas por la noche puede llegar a ser tan importante como lo que vivimos al despertarnos. Al menos para nuestra salud mental.

Imagen: Pexels

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