Puede que ya hayas leído este artículo, o puede que sólo sea efecto de tu cerebro. El caso es que el tema de los déjà vus despierta mucho interés. Es un hecho muy curioso, que le ha sucedido a la mayoría de la gente en algún momento de su vida y cuya investigación está aún en pañales. Pero un reciente descubrimiento científico podría haber dado con la clave del funcionamiento de este fenómeno.
Akira O’Connor, neurocientífico de una universidad de Reino Unido, buscó a unos voluntarios a los que desde su laboratorio implantaría una suerte de “falsos recuerdos” para ver qué mecanismos mentales se activaban durante este proceso.
“Sueño”, “cama” o “almohada” eran algunas de las diversas palabras que se dijeron en el experimento para que las escucharan los pacientes. Cuando se les preguntó después si habían oído alguna palabra que empezara por la letra D, varios de los participantes dijeron que no, pero al preguntárseles de nuevo más adelante su respuestas pasaría al sí. Habían escuchado la palabra “dormir”. Por supuesto, en la cinta no sonó en ningún momento esa palabra.
La actividad cerebral de los voluntarios, que estaba siendo monitorizada, demostró que las zonas más activas no se relacionaban con la memoria, sino con el área de la toma de decisiones, activadas al encontrar algún "error". Según las conclusiones extraídas por O’Connor y su gente, la sensación de “confusión” que les sobrevino al buscar la palabra de marras en su escaneo por el banco de memoria es idéntica al efecto que causa en nosotros el déjà vu. "Los sujetos declararon tener una extraña experiencia similar al déjà vu", dijo el investigador.
Esa sensación de “haber vivido antes” una situación, por tanto, no es más que la activación de un dispositivo de alerta que no tiene la suficientes datos para saber si lo que estamos viviendo es un recuerdo auténtico o uno falso, autogenerado. Es, digamos, un protocolo de la sospecha, así que cuanto mayor sea nuestra capacidad para dudar de un recuerdo, más posibilidades hay de vivir dèjá vus.
El déjá vu o cómo nos relacionamos con nuestra memoria
El descubrimiento británico de estas semanas, aunque poco definitivo (la muestra de pacientes era significativamente baja, de 21 sujetos), ha despertado una nuevo interés teórico en Budapest sobre la razón detrás de la llamada paramnesia. Las versiones más extendidas hasta ahora para explicar el "fallo en Matrix" se centraban en la creación de falsos recuerdos y en los lapsus mentales ralentizados. Es decir, en ambos casos se creía que esta especie de amnesia estaba relacionada con el proceso de almacenamiento de memoria, y no con la toma activa de decisiones, en la zona frontar de nuestro cerebro.
Desde siempre, para estudiar este efecto se ha apuntado al hipocampo cerebral, una zona que se encarga además de administrar la memoria de corto y largo plazo. Por ejemplo, un estudio de 2004 afirma que lo que ocurre durante el tiempo que dura nuestra paramnesia (entre 5 y 30 segundos) es un pequeño lapsus o retraso a la hora de percibir el estímulo externo. Por eso se produce la sensación de que ante nuestros ojos está apareciendo algo que ya hemos vivido. Es sólo cosa del efecto de refracción de nuestra mente frente a lo que tenemos a nuestro alrededor.
Ya habías visto este callejón, pero, ¿sabes dibujar una bicicleta?
Siendo estrictos, no es la primera vez que se vincula lo “ya vivido” con los procesos de configuración de la información. Como recogen en un informe en el Psychonomic Bulletin & Review, unos investigadores también descubrieron que los sujetos podían sentir algo parecido al extraño fenómeno cuando intentaban recopilar datos.
El experimento, tal y como cuenta Psychology Today, consistía en escoger a varias personas a las cuales se les enseñó un puñado de imágenes. Después de verlas se les dieron otras fotos distintas, aunque algunas tenían una distribución muy similar a las mostradas previamente. Si se les enseñaba la captura de un callejón entre una valla y un edificio, después se exhibía un callejón entre una estación de trenes y un tren. Los participantes hicieron constar que sentían una incómoda sensación de haber visto ya esos lugares, un resultado muy parecido al de los pacientes que habían escuchado la palabra “dormir”.
Estos investigadores achacaron el efecto a la capacidad del ser humano para recordar los objetos, pero no su configuración exacta. Sabes cómo es una bicicleta pero, ¿estás seguro de que sabes cómo se dibuja? Porque nuestros compañeros de redacción lo hicieron espantosamente en un reciente ejercicio práctico.
Tenemos nociones de la configuración de los datos recolectados de la realidad, pero no somos del todo capaces de controlar cómo la hemos almacenado. Y de ahí, las sensaciones de familiaridad de dos elementos similares entre sí o las dudas sobre si algo es un recuerdo real o sólo se le parece.
Juventud y dopamina, ingredientes para el cóctel de los momentos ya vividos
También en un estudio de 2003 se descubrió que la frecuencia de los déjà vu es igual entre hombres, mujeres y personas de distintas etnias, pero que se presenta con mayor frecuencia entre los jóvenes de 15 a 25 años de edad. Por eso algunos especialistas apuestan por que el fenómeno podría estar relacionado a neurotransmisores como la dopamina, los cuales son más altos en adolescentes y adultos jóvenes.
Esta explicación consagró su validez entre la comunidad científica cuando un médico adulto, de 39 años, llevó a cabo una investigación. Al tomar amantadina y fenilpropanolamina (dos sustancias que aumentan la actividad de la dopamina) para curar su gripe, afirmó que había empezado a padecer un buen número de déjà vus, y al abandonar la medicación terminaron los efectos.
Sin embargo, este descubrimiento no pone en entredicho o analizado por O'Connor, más bien lo refuerza. Si son precisamente los cerebros jóvenes los que tienen mayor nivel neuronal, es natural que sus mentes trabajen más para prevenirse de los falsos recuerdos.
¿Y los que nos sufren paramnesia? ¿Es que no pueden distinguir un recuerdo real de uno falso?
Es lo que planteó Christopher Moulin, de la Pierre Mendès-France University, ante la última investigación británica. Para él, lo que decían O'Connor y compañeros, es que entonces esos sujetos no "reflejarían ningún sistema de control de la memoria".
La respuesta se la dio otro compañero: aún no sabemos si el efecto del déjà vu es beneficioso o todo lo contrario, si estas experiencias hacen que la gente sea precavida o que son personas que no confía en demasía de su memoria. "Aún no hay suficientes evidencias".