La escasez de chips en el mundo es una realidad. Nos estamos quedando sin semiconductores. Y claro, las consecuencias se hacen cada vez más claras: los lanzamientos de la red 5G se retrasan, Subaru ha cerrado temporalmente una planta en Japón, Apple está preocupado por los problemas de producción y encontrar nuevas PlayStation 5 es una misión imposible. Este déficit en sí muestra la asombrosa ubicuidad de estos dispositivos en la actualidad y la complejidad de sus cadenas de suministro.
¿Y quién tiene la llave de la fabricación mundial? Cualquiera pensaría que China. Pero no, la empresa sin la que el capitalismo moderno no podría sobrevivir mucho tiempo es holandesa.
La empresa. En su sede en Veldhoven, ASML ensambla máquinas de fotolitografía, que graban patrones de circuitos en obleas de chips utilizando luz de baja longitud de onda. Otras empresas también fabrican este tipo de máquinas, pero ASML controla más del 60% del mercado, de una industria de 425.000 millones de euros. ¿Por qué es tan importante? Es el único fabricante de la última y más precisa generación de máquinas para fabricar chips, que utiliza luz ultravioleta extrema (EUV), tal y como comentan en este reportaje nuestros compañeros de Xataka.
Es difícil pensar en otra empresa que sea a la vez tan importante y, sin embargo, tan desconocida para el público en general. Si ASML desapareciera mañana, nuestro estilo de vida —móviles, teletrabajo, adicción a Netflix, compras online, almacenamiento en la nube, conducción inteligente de coches o el Internet de las cosas— se detendría.
El mundo en sus manos. El estatus singular de la empresa la coloca directamente en el camino de cualquier turbulencia económica o geopolítica que afecte a la industria de los chips. Por ejemplo, está atrapado en una guerra comercial entre Estados Unidos y China. Y curiosamente, tiene prohibida la venta al país asiático, que es el mayor consumidor mundial. En 2020, el país importó 543.000 millones de chips, por un valor de alrededor de 325.000 millones de euros. Su fabricante de chips de propiedad estatal, SMIC, se fundó en el 2000, pero ahora los procesos se han vuelto mucho más exigentes y necesitan las herramientas holandesas.
La preocupación de Estados Unidos. Y claro, al gobierno de EEUU le preocupa para qué podría usar China chips de vanguardia y qué tecnología de vigilancia podría instalar en cualquier dispositivo que venda al mundo. A causa de la presión norteamericana, los fabricantes dejaron de vender sus productos a Huawei. De manera similar, el EUV de ASML fue incluido en la lista de Wassenaar, un régimen multilateral que controla la exportación de tecnologías críticas a Estados no miembros. Se entrevé que detrás de la prohibición de vender EUV a China no hay sólo una preocupación por la seguridad nacional, sino también un acto de superación económica.
El problema con China. La máquina de ASML se ha convertido entonces en un punto de estrangulamiento en la cadena de suministro de chips. Hoy en día, la fotolitografía es tan compleja que es difícil crear una empresa desde cero para fabricar estas máquinas. Aún así, siempre existe la posibilidad de que China consiga fabricantes de este tipo de maquinaria, volviéndose no sólo autosuficiente, sino competitivo con ASML.
Dada la situación, Beijing ha hecho de la financiación de su propia industria de semiconductores un pilar de su plan económico quinquenal de 1,2 billones de euros, que se suma a una inversión anterior de 7.600 millones en esta industria. Aunque las fábricas chinas producen muchos de los dispositivos electrónicos del mundo y son principalmente responsables del ensamblaje final, muchos de los componentes de alta tecnología, incluidos los semiconductores, todavía provienen del extranjero.
Huir de la dependencia. Aquí es donde juega con ventaja ASML. Es el único fabricante de equipos de litografía ultravioleta extrema: máquinas que cuestan 150 millones cada una y pueden grabar patrones de circuitos microscópicos en semiconductores que son dos veces más pequeños que la generación anterior de tecnología. Eso permite que clientes como Taiwan Semiconductor Manufacturing Corp. y Samsung Electronics Co. produzcan chips cada vez más pequeños y con mayor eficiencia energética.
No es que ASML esté perjudicando a los negocios ahora mismo. En realidad, nuestras modernas vidas dependen tanto de estos acuerdos, que eventualmente surgirán más empresas en Asia, Estados Unidos y Europa. Y si ASML espera el momento oportuno, las corrientes geopolíticas y económicas cambiarán, de modo que la empresa no se verá atrapada en su flujo cruzado y podrá vender sus máquinas en cualquier lugar que le plazca. El mundo espera, pero con los brazos cruzados.
Imagen: ASML
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