Todo lo que Disney controla y posee, resumido en un inabarcable gráfico

Hace tres años el gobierno estadounidense dio el visto bueno a la fusión entre Disney y Fox, dos de las compañías audiovisuales más grandes de siempre. "La competencia ha muerto, ¡viva la competencia!", debieron exclamar los defensores del libre mercado, si es que queda alguno escondido tras un arbusto. En el camino, el regulador abonó el terreno para que los guionistas más agudos escribieran algunos chistes a su costa. Ninguno tan brillante como el que surfea las últimas temporadas de Bojack Horseman, una serie dedicada a la industria audiovisual en sí misma.

En la quinta temporada, y siguiendo la fusión real, uno de los personajes se refiere al conglomerado empresarial resultante del siguiente modo: Disney-Fox-AT&T-AOL-Time-Warner-PepsiCo-Viacom-Halliburton-Skynet-Toyota-Trader-Joe's. En los sucesivos capítulos la fórmula cambia, pero al esencia se mantiene: Philip-Morris-Disney-Fox-AT&T-AOL-Time-Warner-PepsiCo-Viacom-Halliburton-Skynet-Toyota-Trader-Joe's, AOL-Time-Warner-Pepsico-Viacom-Halliburton-Skynet-Toyota-Trader-Joe's Records, etcétera.

La broma es sencilla: el capitalismo se está devorando a sí mismo y todas las empresas del mundo han convergido en un creciente oligopolio que debería protagonizar las pesadillas de todo economista clásico que se precie, si es que sobrevive alguno en una isla remota. Los datos avalan al chiste. Como vimos hace unos días, el 28% de la economía mundial ya está en manos de las 50 empresas más grandes, muy en especial las tecnológicas. De ahí que Estados Unidos y otros países hayan pisado terrenos antes impensables como un impuesto de sociedades global.

Hay un poder al margen del poder. Y los estados parecen estar reaccionando.

En este esquema Disney juega un papel relevante. No tanto como megacorporación multimillonaria, que también, aunque las hay más grandes y monopolísticas, sino como símbolo cultural. Disney se ha convertido de un tiempo a esta parte en el productor de ideas e historias por antonomasia no ya de Occidente, sino de la humanidad. Ostenta participaciones mayoritarias en el zeitgeist cultural de nuestra era y tiene una capacidad extraordinaria para moldear patrones de consumo y tendencias industriales (su entrada en el universo del streaming es quizá uno de los ejemplos más paradigmáticos.

Lo ha logrado por una variedad de razones. Entre ellos la adquisición sistemática de la competencia. ¿Qué posee Disney? Breve repaso. ¿Marvel? Suyo. ¿21st Century Fox? Suyo. ¿National Geographic? O, también suyo. ¿Endemol? Suyo. ¿Hulu, uno de los principales enemigos de Netflix en el mercado estadounidense? Yep. ¿ESPN y ABC, dos de las cadenas más importantes de Estados Unidos? Lo mismo. ¿Pequeños emporios mediáticos como Vice o el Canal Historia? Tiene una parte. ¿GoPro? También, a través de Steamboat Ventures, a la que posee.

La escala de las posesiones de Disney es tan gigantesca que cuesta condensarlas en un sólo gráfico. Es lo que han intentado en TitleMax, con el siguiente resultado.

Aquí a máxima resolución.

Piensa en las dos franquicias cinematográficas más exitosas de la última década, Star Wars y Marvel, y estarás pensando en Disney. Es accionista mayoritaria en actores clave de la industria del entretenimiento, en cualquier nivel que podamos imaginar. ABC, Marvel, Touchstone, Lucasfilm, Pixar, Hollywood Records y Core Publishing son suyas al 100%. Posee el 80% de ESPN; y el 50% de A&E, History Channel, Lifetime; además del 10% de Vice. O sea, casi todo.

¿Nombres demasiado distantes? Ok, vayamos a los títulos comerciales: Star Wars; los Teleñecos; el MCU de Marvel; por supuesto todas las películas clásicas de animación, desde Aladín hasta Frozen; todo lo que produzca Pixar, incluyendo la inminente Toy Story 4; Indiana Jones; y franquicias remotas y ya amortizadas como las Crónicas de Narnia o Piratas del Caribe. Ah, y Anatomía de Grey y otras series de ABC. Y a todo esto hay que sumar sus parques de atracciones, su principal fuente de ingresos. El año pasado, Disney declaró 59.000 millones de dólares en beneficios.

Sólo auténticas máquinas de producir dinero, como Aramco o Apple, están por encima. Netflix y HBO, obvio, están muy, muy lejos.

La guinda del pastel la colocó la fusión con Fox negociada durante varios años y sintetizada en la primavera de 2019. Disney añadió a su colección todo el catálogo audiovisual de Fox, incluyendo uno de los grandes estudios históricos de Hollywood (21st Century Fox); una de las marcas televisivas más consumidas por el público estadounidense (Fox, Fox Sports, Sky en Reino Unido y Europa, National Geographic); y el 30% de Hulu, el segundo servicio de streaming más popular de EEUU.

Por nombres: Los Simpson, de Disney; Alien, de Disney; X-Men, una de las pocas franquicias taquilleras que escapaba a su control, ahora también de Disney (incluyendo Dark Phoenix); los Cuatro Fantásticos, de Disney; Cómo conocí a vuestra madre y otras series, de Disney. La operación se tasó en 71.000 millones de dólares. Jamás en la historia reciente del entretenimiento tanto (dinero) había estado concentrado en tan pocas manos. Es un emporio inabarcable. AOL-Time-Warner-Pepsico-Viacom-Halliburton-Skynet-Toyota-Trader-Joe's Records ya existe. Es Disney.

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