Tras dos meses de confinamiento estricto, los países europeos regresan, poco a poco, a la normalidad. La desescalada obedece a tres motivos: el económico (comercios cerrados, despidos, consumo desplomado); el epidemológico (la situación está más controlada); y el social. Simple y llanamente necesitamos salir a la calle y relacionarnos con otros. Retomar nuestras vidas. Tomarnos unas cañas. Todo ello conlleva riesgos.
Un vídeo. Conscientes de ello, las autoridades del Véneto, una de las regiones del norte de Italia más golpeadas por la epidemia, han lanzado un vídeo muy compartido durante las últimas horas: "No se necesita mucho. Unos centímetros menos, un despiste, una palmada en la espalda, una risa inocente o un apretón de manos. Una ligereza y todo volverá a cerrar". Lo ha compartido su presidente, Luca Zaia, y ya lleva 8K retuits.
Realidad. El anuncio es muy poderoso porque intercala escenas cotidianas con imágenes de ancianos enfermos en un hospital. Y también por su verosimilitud: esa despreocupación en el saludo, esas mascarillas colgando de las muñecas, esas otras colocadas bajo la papada. Todos lo hemos visto durante las últimas semanas, en España, Italia, Francia o Alemania. Con el regreso a lo cotidiano, volvemos al riesgo.
Fase 2. Italia, en concreto, ha pasado a su segunda fase de desescalada. El gobierno ha permitido la apertura de bares y clubes nocturnos en todo el país. Los italianos han recogido muy amablemente la invitación llenando las terrazas y las plazas públicas durante el pasado fin de semana. Las imágenes han recorrido las cuatro esquinas de la red causando una ola de indignación entre los alcaldes y los presidentes regionales.
La movida. El vídeo del Véneto se entiende mejor en este contexto. A la hora del italianísimo aperitivo, los bares parecían tan concurridos como siempre. Las autoridades sancionaron a más de 500 personas y cerraron una docena de locales por incumplir las restricciones, con multas de hasta 40.000€. Ha sido un fenómeno transversal, de norte a sur, en un país especialmente golpeado por el coronavirus.
Advertencias. Numerosos gobernantes han reiterado su disponibilidad a cerrar las calles si no se cumplen las recomendaciones. Perugia y Brescia lo han hecho de forma inmediata, imponiendo limitaciones, franjas horarias y un toque de queda a partir de las 21:00. En Bolonia, Ferrara o Palermo las advertencias han sido similares, desde las multas hasta los cierres, pasando por la imposición obligatoria de la mascarilla.
Uno de los más agresivos ha sido el propio Zaia: "Personas con bebidas en la mano y sin mascarillas, esto es un sentido del respeto cívico igual a cero. Un amigo me ha enviado fotos de muchísimas personas. Le respondí lo siguiente: 'Los esperaremos en la puerta del hospital'". En el Véneto y en el resto de Italia, el mensaje de las autoridades es claro: toda la ligereza que mostremos ahora la pagaremos más tarde.
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