Los edificios, incluso los más grandes del mundo, siempre puede llevar a engaño. Una cosa es la fachada, y otra muy distinta su interior
Ocurre en prácticamente cualquier gran ciudad, y es posible que hayas pasado por delante y no te dieras cuenta. Nos referimos a esa arquitectura que "parece que es", pero en realidad no es absolutamente nada. Edificios falsos o, como también se les denomina, “follies” urbanos. Espacios cuyas fachadas están tan bien construidas que nos imaginamos vida en su interior, y que en una ciudad como Nueva York adquieren un halo más especial.
El concepto. Lo explicaba perfectamente en un pasaje de su novela El Péndulo de Foucault Umberto Eco, cuando dos personajes hablaban de una casa que no en realidad no era lo que parecía. “La gente pasa por delante de esta casa en París”, leemos, “y no saben la verdad. Que la casa es una falsificación. Es una fachada, un recinto sin espacio, sin interior. Es en realidad una chimenea, un conducto de ventilación que sirve para liberar los vapores del metro regional. Y una vez que lo sabes, sientes que estás parado en la boca del inframundo…”.
Lo curioso es que, como veremos a continuación, estamos rodeados de este tipo de arquitecturas engañosas.
El ejemplo en Nueva York. La escena descrita anteriormente no solo es real, pasa mucho más de lo que pensamos. El ejemplo más repetido lo llevamos en la portada (imagen de la derecha), y lo es por lo fascinante de su entorno. Se da en el 48 de Joralemon Street, cerca del East River, en Brooklyn Heights (Nueva York). Aparentemente, es una vivienda más de un barrio que podría aparecer en una película de Woody Allen, pero sus ventanas oscurecidas la hacen “rara” y dan una pista.
Originalmente construida como residencia privada en 1847, la realidad es que se convirtió en un edificio de ventilación/salida de emergencia durante la construcción de la extensión del túnel de la calle Joralemon por la Interborough Rapid Transit Company desde Bowling Green en Manhattan hasta Borough Hall en Brooklyn, que se inauguró en 1908 (pasan los trenes 4 y 5 actualmente).
Dicho de otra forma, en realidad estamos ante una planta de ventilación oculta del metro de Nueva York y una salida de emergencia, y los edificios a ambos lados siguen siendo viviendas normales y corrientes. De hecho, una se vendió hace poco por 6 millones de dólares.
La isla de Roosevelt. La siguiente visita a una de estas casas falsas de la Gran Manzana está en su extrarradio. De hecho, necesitamos tomar un pequeño ferry que nos lleve hasta la isla de Roosevelt. Allí se encuentra el Strecker Memorial Laboratory. Construido en 1892 como laboratorio para el City Hospital, abrió como "la primera institución del país para la investigación patológica y bacteriológica", una actividad que tiene todo el sentido del mundo en mantenerse separada de un entorno urbano denso.
¿Qué ocurrió? El tiempo hizo mella. Abandonado en los años cincuenta, más tarde se convirtió en otra instalación de metro, específicamente en una subestación de conversión de energía. Desde entonces, ni rastro de "vida" dentro.
Otro edificio ventilador. Saltamos ahora hasta un edificio enorme que salta a la vista en el Muelle 34, uno que también cumple una función esencial para el transporte público de Nueva York: ventilar el humo y los gases de escape del túnel Holland. Y sí, como el resto, en realidad también está "vacío", es falso.
Sin embargo, todas estas estructuras, propiedad de agencias públicas y operadas por ellas, cumplen funciones bien descritas y ampliamente documentadas. Vamos, que no son secretas del todo, solo que la mayoría las desconocemos. De hecho, el único edificio que realmente tiene un “historión” al que le podemos incluir el apelativo de “secreto” es el que menos pensamos. Se trata de un rascacielos, y también está en Nueva York.
La torre de AT&T. Lo contamos hace un tiempo. Ubicado en el lado este de Church Street, entre las calles Thomas y Worth de Manhattan, se levanta una estructura de estilo brutalista con una fachada de losa plana de hormigón. El edificio tiene 29 pisos sin ventanas, probablemente para que nadie supiera lo que pasaba dentro. Antaño, la arquitectura fue una central telefónica que contenía tres grandes conmutadores de clase 4 utilizados para telefonía de larga distancia, dos de ellos propiedad de AT&T.
Oficialmente conocido como el “Long Lines Building”, la probablemente torre más triste de Nueva York fue diseñada en 1974 por el arquitecto John Carl Warneke. Aunque su característica más notable es su total falta de ventanas, el edificio también es famoso por sus techos, inusualmente altos, y por estar diseñado para soportar una gran cantidad de peso por metro cuadrado. Esta “fortaleza” se creó originalmente para albergar los intercambios de operadores de AT&T para sus conmutadores telefónicos y equipos de larga distancia.
El más seguro. Aunque hoy continúan con ese propósito, también almacena una parte del procesamiento del centro de datos de la empresa. No es un detalle baladí, ya que este elemento efímero de la infraestructura tecnológica se ha considerado tan importante que el edificio está construido para sobrevivir a las consecuencias de una explosión nuclear, pudiendo seguir funcionando sin conexión durante un máximo de dos semanas.
Por ello, muchas veces se hace referencia a esta arquitectura fantasma como uno de los edificios más seguros de Estados Unidos, uno no encontrarás gente, pero una torre completamente autosuficiente y autónoma que contiene sus propios suministros de gas y agua.
Plot twist. En definitiva, una obra fascinante donde, atención, hoy sabemos que se ha utilizado como centro para el espionaje de la NSA, un arma física del estado de vigilancia. Sí, tal y como explicaban en The Intercept o The New York Times, el rascacielos fortificado no solo se hizo para salvar los equipos de telecomunicaciones esenciales, una especie de fortaleza para la era de la información, sino que también alberga equipos para la controvertida recopilación de datos gubernamentales y escuchas telefónicas.
Otras obras “fake”. Como decíamos al inicio, hay muchísimas arquitecturas de este tipo repartidas en todo el mundo. Diseños que parecen edificios comunes pero que en realidad tienen funciones muy diferentes y, sobre todo, no están habitados en absoluto. En París, varios edificios han sido diseñados para encubrir ventilaciones del metro o entradas a infraestructuras subterráneas.
Un ejemplo es la estructura en la Rue La Fayette que es solo una fachada detrás de la cual se ocultan equipos del sistema de metro de la ciudad. O en Londres, donde también hay muchos follies urbanos, algunas áreas cercanas a la famosa central eléctrica de Battersea presentan fachadas falsas cuya función es de lo más simple y acompaña al resto de arquitecturas anteriormente descritas: cubrir otras estructuras, en este caso de ventilación para el sistema de transporte subterráneo.
De paso, también sirven para engañarnos e imaginarnos historias que nunca fueron.
Imagen | Inhabitat, Dominio Público, Jim.henderson, Tdorante10, Dhaluza
En Xataka | Nueva York se está hundiendo (y la culpa la tienen sus rascacielos)
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