Rob Schneider sufrió un linchamiento masivo en redes sociales por parte de la orgullosa comunidad española. ¿El motivo? La creación de una paella un tanto heterodoxa, por no decir totalmente ficticia, en la que se incluían ingredientes de todo tipo, desde chorizo hasta guisantes, amén de estar cocinada en una olla. Al margen de lo nulo apetecible de su aspecto, aquello era claramente un arroz con cosas, y no una de las muchas paellas tradicionales que el visitante puede encontrar de forma exquisita en la costa valenciana.
El baño de humillación, al igual que el de Jamie Oliver, ha llegado a la prensa británica, en la que ha quedado patente, una vez más, el amplio orgullo con el que los españoles defendemos nuestros productos culinarios. Y estamos en nuestro derecho: demasiadas tropelías se han cometido en el nombre del chorizo. Pero tampoco nos libramos de culpa. Desde aquí hemos creado otras abominaciones culinarias de la peor calaña, repudiando, pasando por encima e insultando a tradiciones culinarias que han quedado tan indefensas como la nuestra en manos de Jamie Oliver.
Veamos algunos ejemplos.
1. La pizza convertida en ensalada
Si hay un país que tiene puede protestar contra el maltrato de su gastronomía, ese es Italia. Su popularidad universal es tal que "pizza" y "pasta" tiempo ha que dejaron de ser exclusivos de la península itálica. A cambio, han quedado manoseadas y pervertidas por toda clase de desalmados que, al modo de Telepizza, han decidido convertirlos en híbridos amorfos. Como la pizzalada, un crimen contra el paladar aún no castigado.
2. Cualquier espirituoso producido en España
En España bebemos mal los espirituosos. El vodka es pobre, el whisky sabe a rayos y el ron es un producto industrial que sistemáticamente mezclamos con Coca-Cola. Nuestro concepto de "cubata" es bastante único en el mundo. Si quieres probar un buen vodka, un buen whisky o un buen ron, olvídate de Smirnoff, de Negrita o de DYC (ese error de juicio): viaja a otros países y pídelos solos, sin más aderezo. Se crearon para eso.
3. La pizza con nachos, el doble insulto
Sólo la italiana supera a la mexicana en cocinas manoseadas y deformadas por la intelligentsia culinaria internacional. El resultado espantoso de la mezcla de ambas es la pizza con nachos, otro infame recuerdo de las cadenas de comida italiana rápida que mezcla lo peor de ambos mundos (un mal concepto de pizza y un peor concepto de nachos) para dejar a la paella con chorizo como una exquisitez a la altura del tartar de atún.
4. Nuestro concepto de "comida rápida china"
Dicho de otro modo: Yatekomo. O cualquier cosa que compramos reciclada en un envase que pone "ramen oriental", y que consumimos alegremente tras haber vertido agua por encima calentada en el microondas. Pese a ser un alimento consumido internacionalmente, esto tiene poco o nada que ver con la tradicional comida china que se estila en el riquísimo gigante asiático. Algo relativo es aplicable a todos esos pollos con almendras random que solemos llevarnos a la boca en las noches menos imaginativas de nuestros días.
5. La pizza con "échale lo primero que se te ocurra"
El combo definitivo: se han visto pizzas con huevos fritos, con chorizos, con sobrasada, con longaniza, con casi cualquier cosa que tenga cierta perseverancia en nuestra gastronomía local. No nos importa en absoluto lo que un italiano pueda pensar de nuestras bárbaras costumbres, de modo que debería resultarnos lógico que un señor noruego decida incluir guisantes en un plato de arroz. Vale también para nuestra idea de "salsa boloñesa" que nada tiene que ver con la receta original o, pero aún con lo que sigue a continuación.
6. La carbonara hecha con nata
No. No. Y no. Si tu hijo o tú mismo de pequeño odiabas la salsa carbonara, es completamente normal. La idea italiana original no consistía en echarle nata como si no hubiera un mañana a un plato, la pasta, ya de por sí bastante consistente, sino añadirle dos huevos batidos y parmesano (de verdad, no del Mercadona). La idea era maximizar recursos y aprovechar los huevos, no crear una masa pastosa y cementosa de sabor inconcreto.
7. Sushi espantoso por doquier
Japón, con honrosas excepciones en restaurantes dignos de tal nombre, es otra nación que ha observado como hordas de españoles se abalanzaban sobre su rica herencia gastronómica para no dejar siquiera los huesos del esqueleto que la conforma. A menudo comemos sushi mal hecho, mero arroz enrollado en alga congelada y servido con un pez crudo que no sabe a nada. Aquí hay un pequeño decálogo para saber cuándo un restaurante cutre pretende darse un aire de sofisticación cosmpolita incluyendo sushi en su carta. Hay que andar al acecho.
8. Nuestra forma de beber café
Empezando por esa gruesa capa de espuma que le echamos al capuccino y que jamás debería haber estado ahí, continuando por el café con leche más propio del tazón de cereales que de la sobremesa y terminando por nuestra habitual costumbre de rellenar el café solo con azúcar. El buen café debería saborearse sin aderezo alguno: de otro modo es imposible distinguir su fragancia, sabores y origen, para pasmo de un colombiano cualquiera.
9. El guacamole es otra cosa distinta
Recuperamos México. No sólo se trata de esos tacos y enchiladas que encontramos en múltiples establecimientos y que parecen un conjunto de clichés extraídos de las peores escuelas de gastronomía estadounidenses, sino también por el guacamole que tan de moda está ahora en nuestras casas. Solemos hacerlo mal, utilizando ingredientes erróneos y dejando de lado cosas tan relevantes como el cilantro o el chile serrano.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario