Pese a su discreto peso en la esfera mediática y referencial, este mes se cumple el 125 aniversariode la tragedia de Khodynka, una de las avalanchas humanas más mortíferas de la historia reciente de la humanidad. Los hechos tuvieron lugar durante los fastos de la coronación de Nicolás II, de forma icónica a tenor de los hechos que sucederían dos décadas después, la última de toda la historia del imperio ruso. Tal día como hoy en una explanada a las afueras de Moscú, más de 1.300 personas perdieron la vida en una espantosa aglomeración.
Los relatos sobre lo acontecido en Khodynka aquel día son horribles, como sólo la narración de una avalancha humana de semejantes características puede serlo. Durante el último siglo la humanidad ha presenciado diversos escenarios semejantes. El más reciente tuvo lugar en Mecca, durante la peregrinación de miles de musulmanes a su lugar más sagrado. La pobre planificación y seguridad desplegada por Arabia Saudí llevó a una avalancha humana gigantesca en la que perecieron más de 2.000 fieles. Años antes, en Bagdad, una peregrinación semejante (pero chií) se había saldado con más de 900 muertos*.
Una de las características más distintivas de Khodynka, además de la dimensión de los hechos, es su archivo visual. A finales del siglo XIX las fotografías ya formaban parte de la vida diaria de muchos europeos, y eventos de estas características ya raramente quedaban sin inmortalizar (no así dos hechos previos semejantes, como el incendio del Brooklyn Theatre o la estampida del Victoria Hall en Sunderland). Con motivo del aniversario, hemos recopilado algunas de las fotografías de los acontecimientos, grabados y dibujos relacionados y otras imágenes de la coronación de Nicolás II, la última de un zar.
Las dimensiones de la celebración y del gentío reunido en Moscú impidieron que, en un primer momento, todos los presentes en la festividad se enteraran de lo que había sucedido. Tal fue así que las celebraciones continuaron tal y como estaban previstas. Es seguro que ni el zar ni la zarina fueron conscientes de la situación hasta más adelante, cuando la situación se había despejado. Sin embargo, y, al parecer, pese a la voluntad inicial de Nicolás II, las ceremonias oficiales durante la velada de aquel 18 de mayo continuaron.
Como se explica en este reportaje de Time, la situación supuso un importante revés para la imagen pública de Nicolás II. Pese a su consternación declarada, las amplias ayudas públicas a las familias afectadas, el día de luto declarado y su visita a los más de 1.300 heridos aún en los hospitales, Nicolás II acudió esa misma noche a una fiesta en la embajada francesa en su honor. Aquella situación resultó inaceptable para muchos rusos, que veían en el zar una figura paternal que velaba, en última instancia, por su seguridad y justicia. Tal frivolidad, ideada para no plantar a la delegación francesa, desprestigió su figura.
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