Representaciones de la realidad y no realidad por sí mismos, los mapas tan sólo capturan nuestra imagen del mundo en un momento y en un lugar. Tanto los políticos, preñados de ideología, como los geográficos, ausentes de toda evolución. Pese a ello, la naturaleza sigue su curso. Las montañas se erosionan. Los mares transforman los litorales. Los continentes se mueven. A velocidades bajas, imperceptibles para el ser humano. Pero no siempre.
El mejor ejemplo es el de los ríos. Sus cauces jamás son las líneas estables y aparentemente eternas que dibujan las cartografías. En su lugar, están en un permanente estado de alteración. Las crecidas y decrecidas forman meandros y que se pliegan y repliegan sobre sí mismos, quedando a menudo aislados del cauce originario, mientras otros se generan a varios cientos de metros de distancia. Una coreografía observable en tiempo real.
Y que torna en espectáculo visual cuando se acelera a través de un vídeo corto. Es lo que hace este gif, que ilustra las profundas transformaciones del río Mamoré, frontera entre Bolivia y Brasil, a lo largo de más de tres décadas. Lo hace utilizando las imágenes tomadas por Landsat, uno de los satélites más célebres de la NASA, y acelerando el paso del tiempo hasta los dos segundos de duración. Un proceso lento que, de repente, torna en surrealismo abstracto y móvil.
El caso del Mamoré es llamativo por sus características especiales. Es uno de los principales afluentes en la cuenca sur del Amazonas, y a su vera prosperaron, hace siglos, civilizaciones pre-colombinas. Por su carácter caudaloso, fruto de un territorio muy húmedo sometido a lluvias estacionales, el Mamoré cambia mucho. Su cauce se retuerce sobre sí mismo, haciendo y deshaciendo meandros en el camino.
Una característica acelerada durante los últimos años por la acción humana. La construcción de numerosas presas de mayor o menor escala en el interior de Brasil ha provocado que sus riadas en el curso alto, ya en Bolivia, revistan un carácter cada vez más destructivo para las comunidades y los agricultores locales. Muchos de ellos pobres, obligados a huir y perder sus pertenencias ante lo descomunal de las riadas.
El resultado es un río que tiene que ver muy poco hoy con el de hace treinta años. Tales procesos de radical transformación son ahora menos comunes en Europa, aunque antaño no tanto. El Ebro, por ejemplo, generó tras su enorme riada de 1961 el galacho de Juslibol. En esencia, un meandro abandonado a su suerte que prosperó de forma independiente, y que se convirtió en un vergel para múltiples especies aviares.
En ocasiones, los cambios en el cauce del río deparan conflictos políticos imprevistos. Los cursos fluviales han servido durante toda la historia de ejes fronterizos, al ser fácilmente definibles y defendibles. Ahora bien, ¿qué sucede cuando cambian pero las líneas fronterizas dibujadas por los estados no lo hacen? Sucede en Serbia y Croacia, donde el Danubio ya no sigue la división trazada en los mapas. El resultado son áreas de soberanía solapadas, y otras que caen en tierra de nadie (y que permitieron el surgimiento de la micronación Liberland).
En zonas muy habitadas y desarrolladas, los ríos han sido domesticados poco a poco. La elevación de motas, de azudes, de presas y de embalses han permitido neutralizar el efecto de las mareas, establecer asentamientos protegidos de las riadas y fomentar la navegación. En rincones de la geografía tan extremos como deshabitados, ya sea el Amazonas o Siberia, los ríos siguen siendo libres. Y en muchos casos, más bestiales.
Precisamente el Mamoré ha sido el objeto de una reciente investigación de la Universidad de Texas sobre la "migración", el desplazamiento de los cauces de los ríos. Es una cuestión relevante a la hora de acometer trabajos de regulación fluvial. Pues bien, el estudio del Mamoré desveló que a mayor sinuosidad del cauce, más probabilidades de que el río transforme su recorrido de formas más drásticas y abruptas.
Una relación sencilla que cobra vida en el gif de más arriba. Y que en su momento, nos regaló una de las ilustraciones más fascinantes y bellas del siglo XX, sobre cuya existencia escribimos en su día: los mapas coloridos del Misisipi y su cauce cambiante. Dos caras de una misma moneda, la del poder total de los ríos.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario