El arte y la creatividad no se detienen, un claro ejemplo es como siguen surgiendo corrientes que mezclan elementos y técnicas, dejando de lado las reglas no escritas y jugando con una especie de técnica libre, donde cualquiera puede hacer lo que quiera, sin ningún tipo de restricciones, logrando así maravillosas obras que nos siguen sorprendiendo.
Shinichi Maruyama, artista y fotógrafo japonés, juega con el tiempo y los elementos, crea esculturas de agua con la ayuda de la fotografía en alta velocidad, con la que congela la escena y nos presenta obras efímeras que apenas vivieron un segundo, pero que han sido inmortalizadas en imágenes permanentes.
Creadas por el hombre, creadas por la naturaleza
Maruyama inició su carrera profesional como fotógrafo comercial, algo que le dio la oportunidad de conocer equipos de última generación, donde aprendió a experimentar y jugar con las formas y técnicas. A partir de ahí, su trabajo derivó en fotografía creativa aplicada en la publicidad, donde descubrió una particular preferencia por los líquidos en movimiento, congelados a través de la fotografía.
Posteriormente, abandonaría Japón y su trabajo en agencias de publicidad para mudarse a Nueva York y crear su propia obra, con la idea de exponerla y crearse así un nombre dentro del circuito artístico de la ciudad. Aquí fue donde nacieron dos de sus trabajos más reconocidos y admirados.
Water sculpture
Por un lado 'Water sculpture', que nos presenta esculturas de agua cristalina capturadas en pleno cambio, arrastradas por la gravedad y que estallan en momentos no determinados.
Kusho
Por otro lado esta 'Kusho', un trabajo abstracto basado en la estela que deja la tinta china en el aire. Las imágenes capturan la breve trayectoria del liquido, deteniendo el tiempo, presentándonos bellas esculturas que no existen más.
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