Los trasteros siempre fueron el patito feo del mercado inmobiliario. Hasta que se expandieron los "minipisos"

La oferta y empresas de "self storage" se expanden coincidiendo con el aumento de los pequeños estudios

Está la España vaciada. Y está la España hacinada, a la que por cuestiones de disponibilidad y precios del mercado inmobiliario no le queda otra que vivir en apartamentos minúsculos en los que encajar muebles, ropa y demás pertenencias se convierte en un desafío apto solo para maestros del Tetris. Entre estos últimos hay un objeto de deseo cada vez más codiciado: los trasteros. Los demandan las familias. Y los demandan las empresas. Su auge no es nuevo —ya os hablamos de su "boom" en otras ocasiones—, pero el mercado da señales claras de que cada vez están más requeridos y las empresas que los explotan se expanden por el país.

Es el otro efecto del aumento de los micropisos.

Quien tiene un trastero… Tiene todo un tesoro. El "boom" que ha experimentado la demanda de trasteros en las ciudades de España no es nuevo; pero —a falta de estudios más precisos y actualizados— llega echar un vistazo a los periódicos regionales para encontrar noticias que muestran hasta qué punto están hoy requeridos. Hay localidades en las que empiezan a escasear y otras en las que, alentados por su alta demanda, se están abriendo negocios dedicados al alquiler de espacios de almacenaje. En ocasiones impulsados por grandes cadenas.

En Castellón hablaban hace unos días de su "proliferación", en Vigo de que la oferta está "en mínimos", con apenas una veintena de anuncios en Idealista, y en Barcelona y Madrid del "auge" de su alquiler. Noticias similares o sobre el aumento de la oferta se encuentran en Extremadura, Jerez, varios puntos de Galicia, Vitoria o Cáceres. Varían los detalles, pero el dibujo es siempre el mismo: una demanda que está tensionando el mercado e incentivando nuevos alquileres.

Datos para reflexionar. Hay más indicadores. El último informe anual de la Federación de Asociaciones Europeas de SelfStorage (Fedessa) revela que, con una cuota de mercado de alrededor del 10,4%, España es el cuarto país de Europa en lo que espacios de auto almacenamiento se refiere. Por delante solo tiene a Reino Unido, con una cuota del 32,9%, Francia (13,4%) y Alemania (10,9%).

Es más, la federación habla de un crecimiento del 68% en número de centros en cuestión de cinco años y del 18% si de lo que hablamos es de superficie. Un estudio de Savills mostraba en 2023 que mercado del self-storage supera ya el millón de metros cuadrados en España, con un marcado peso de Madrid y Barcelona.

Mirando a los hogares. Aunque los espacios de self-storage los demandan también empresas y autónomos, para entender su auge hay que comprender antes los cambios en los propios hogares. Al fin y al cabo el alza de demanda y aperturas de negocios de self-storage coincide con otra tendencia: el "boom" de los pisos de pequeñas dimensiones, de menos de 30 m2, lo que dificulta a las familias disponer de espacio en el que almacenar sus muebles, ropa y demás enseres. Los datos del INE muestran que se han disparado en España. Y en cuestión de unos años.

El Censo de Población y Viviendas del INE refleja que en 2021 había en España 167.134 viviendas familiares principales de menos de 30 m2 y casi 1,02 millones de entre 30 y 45 m2. La misma encuesta de 2011 arroja resultados bastante inferiores: 50.438 y 535.426, respectivamente, si bien en este último caso el INE precisa que se refiere a "superficie útil". Hay otra forma de plantearlo: en apenas una década, entre 2011 y 2021, el peso de los pisos de menos de 30 m2 sobre el total de viviendas principales aumentó hasta representar casi una de cada diez.

Cuestión de demanda… y locales. La demanda y las buenas perspectivas de negocio no son la única clave para entender el auge de los trasteros. Habría otro factor más. Con la oferta particular en niveles bajos, las empresas dedicadas a su alquiler se han topado con un aliciente a mayores: la elevada disponibilidad de bajos y almacenes vacíos que ahora se reenfocan hacia un negocio que, según Fedessa, deja un alquiler medio anual neto por m2 de 275, 56 euros.

Hace poco Viva Jerez explicaba que en la localidad andaluza se habían creado entre 2.500 y 3.000 plazas en naves y locales comerciales en desuso. Y el suyo no es un caso único. El sector cuenta además con margen para darse a conocer.

Para almacenar, y más cosas. El auge de los trasteros se explica en gran medida por la deriva del mercado inmobiliario y la escalada de sus precios. Y es ese mismo factor el que está detrás de otros usos bastante menos ortodoxos: hay quien los está usando como dormitorios. La cadena COPE alertaba en marzo de que, ante la falta de vivienda asequible, en A Coruña había gente que empezaba a pernoctar en trasteros. Y de nuevo, no se trata de un caso único. Hace apenas tres meses el Gobierno balear impuso una multa de dos millones de euros a una empresa que gestionaba los alquileres de 68 trasteros y habitáculos como viviendas.

Imágenes | Bluespace y Joshua Coleman (Unsplash)

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