—Entiendo que una de sus prioridades era tener un gobierno paritario. ¿Por qué esto era tan importante para usted? —Porque es 2015.
Pese a no tener el inigualable carisma de su padre, Justin Trudeau ha iniciado su periodo como Primer Ministro de Canadá del modo más mediático e ideológico posible. En tres palabras: "Porque es 2015". Sin mayores ademanes, Trudeau ha despachado de este modo una pregunta sobre su sorprendente primer gobierno, uno en el que la mitad de los miembros son mujeres y en el que hay representadas varias minorías étnicas del país. En Canadá ya es 2015. ¿Dónde aún no lo es?
Porque la respuesta de Trudeau, además de franca y directa, es un mensaje político en toda regla a cualquier país del entorno cercano de Canadá (y, por descontado, a los gobiernos conservadores que le han precedido). Es, de hecho, una acusación: si un gobierno donde prima el equilibrio numérico entre hombres y mujeres es 2015, ¿qué son todos aquellos gabinetes occidentales donde el género femenino está infrarrepresentado? Vestigios del pasado, símbolos de atraso, algo a superar. Las cuotas son debatibles, pero Trudeau ha zanjado la discusión de forma redonda.
El gobierno de Trudeau se enmarca dentro del gran debate sobre la desigualdad, aunque en esta ocasión, enfocado a la desigualdad de género. Existe y es palpable. Lo vimos hace poco con motivo del vídeo publicado por la revista Elle: si borras a los hombres de las fotos que ilustran el poder mundial, las mujeres se quedan solas. Muy solas. A nivel estadístico, sólo dos países del mundo cuentan con más mujeres diputadas que hombres. El resto están por debajo. Algunos, muy lejos.
Aún no es 2015 en muchos países occidentales
Canadá estaba, de hecho, en una posición mediocre. Tan sólo el 25,3% de los miembros electos del parlamento eran mujeres antes de las últimas elecciones. En otros países, las cifras o bien descendían o bien mejoraban poco. Pero si nos fijamos en los gobiernos, la imagen es aún peor.
Empecemos por casa. En la actualidad, el gobierno de Mariano Rajoy está compuesto en su gran mayoría por hombres. Sólo encontramos a cuatro mujeres: Soraya Sáenz de Santamaría (vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno), Ana Pastor (ministra de Fomento), Fátima Báñez (ministra de Empleo y de Seguridad Social) y Isabel García Tejerina (ministra de Agricultura), quien accedió al cargo tras la marcha de Arias Cañete a la Comisión. Representan menos del 30% del gabinete. Cifra por debajo de su presencia en el Congreso.
Y continuemos con esta tabla. ¿Cuántos países superan el 50% de mujeres en sus gabinetes? Son una contada minoría. Para ellos, el 2015 de Justin Trudeau aún queda lejos.
País | Nº de mujeres | % de mujeres |
---|---|---|
Francia | 9 | 56,2% |
Canadá | 15 | 50% |
Suecia | 12 | 50% |
Noruega | 9 | 50% |
Países Bajos | 5 | 41,6% |
Italia | 7 | 41,1% |
Alemania | 6 | 37,5% |
Chile | 9 | 37,5% |
Reino Unido | 6 | 31,5% |
Dinamarca | 5 | 29,4% |
Colombia | 5 | 29,4% |
España | 4 | 28,5% |
Bélgica | 4 | 28,5% |
Estados Unidos | 4 | 23,5% |
Australia | 5 | 23% |
Portugal | 3 | 20% |
México | 3 | 16,6% |
Japón | 3 | 15% |
Grecia | 0 | 0% |
Con la notoria excepción de Francia, ningún país cuenta con más mujeres que hombre en sus gobiernos. El segundo gabinete de Manuel Valls es, en ese sentido, una rareza: nueve de sus ministras son mujeres. Le siguen de cerca Noruega y Suecia, países pioneros en la lucha contra la desigualdad de género y en la introducción de cuotas. Hoy se les ha unido la Canadá de Justin Trudeau. Se suman así al club de 2015. El resto oscila entre lo cercano y lo remoto, como Grecia, donde Alexis Tsipras no ha elegido a una sola mujer para su segundo gobierno.
La realidad es que, visto con perspectiva y al igual que sucede con su presencia en los parlamentos europeos y americanos, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas a nivel político.
Igualdad: qué ha dicho cada líder
En el fondo, se trata de una cuestión de cuotas, aunque sea discutible hasta qué punto son útiles para conseguir una más justa representación de la mujer dentro del sistema. Al margen de ello, la decisión de obtener gobiernos paritarios es siempre política. Trudeau, al igual que Zapatero en su momento, se ha decantado por ella en términos que hacen referencia implícita al progreso. Como es lógico y a tenor de los datos, el resto de sus homólogos están lejos de entrar en sintonía con su discurso.
Mariano Rajoy se ha manifestado en varias ocasiones contrario a las cuotas introducidas por Rodríguez Zapatero en sus dos legislaturas previas. Sus números no engañan: la designación de mujeres dentro de su mandato ha sido baja. Cuestionada por ello, su portavoz, Sáenz de Santamaría, explicó que "Rajoy ha elegido a sus ministros pensando en los mejores, no en los hombres y las mujeres", y que el número no era importante, sino "el objetivo" que se marcara el gobierno.
La posición de Obama ha sido más difusa. Pese a que, en términos genéricos, sus dos mandatos han supuesto una decepción en términos de "gender balance", desde la Casa Blanca siempre se ha intentado remarcar que la administración ha trabajado por buscar la igualdad de género a todos los niveles. En su segundo mandato, Obama sí ha tratado cuestiones como la desigualdad entre hombres y mujeres (y más especialmente la Primera Dama), pero sus palabras nunca ha tenido traducción en el terreno de los hechos. Visto en imágenes, queda así.
David Cameron ha mostrado una posición semejante. Antes de las elecciones de este año, ganadas con comodidad y contra todo pronóstico por los conservadores, su gobierno contaba con aún menos mujeres que el actual. Ed Miliban, antiguo líder de la oposición, trató de atacarle por esa vía. Cameron se defendió así: "Sobre el importante asunto de incluir a más mujeres en la vida pública... Esto es muy importante para nuestro país, porque no representaremos a nuestro país propiamente a no ser que tengamos más mujeres a todos los niveles en la vida pública y en política".
Acto seguido, admitía que tenía mucho trabajo por delante. La representatividad de mujeres en la Cámara de los Comunes es muy baja, al igual que en su gobierno. Los laboristas, ahora liderados por Corbyn, sí están optando por la paridad. Lo mismo se puede decir de François Hollande y Manuel Valls: tanto el primer gobierno de Valls como el actual han sido paritarios, y Hollande siempre ha mostrado su intención de contar con gobiernos lo más diversos e igualitarios posible.
Por último, merece la pena citar la posición de Merkel: es la única gran líder del mundo mujer, pero no ha tenido reflejo en la paridad de su gobierno. La canciller se había mostrado reacia a la introducción de cuotas en las empresas (para lograr que haya más mujeres en puestos directivos), pero finalmente sí promovió la aprobación de una ley de cuotas, aprobada este marzo: desde entonces, todas las grandes empresas deberán tener un 30% de mujeres mínimo en su dirección.
2015 aún es una vaga promesa futura para las mujeres de muchos países del mundo. Trudeau, de momento, ha vuelto a poner encima de la mesa el debate sobre la igualdad de género y las cuotas.
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