Necesitan ese dinero para que funcionen los servicios postales, para hacer llegar millones y millones de papeletas. Por eso, si no aprobamos la medida, no conseguirán el dinero y de esa forma no tendrán sistema de voto por correo universal. No pueden tenerlo y punto.
Así se expresaba Donald Trump en el programa Fox Business refiriéndose a su rechazo a aprobar el paquete propuesto por los demócratas de 25.000 millones de dólares para que su Servicio Postal nacional reciba los recursos que ahora mismo no tiene para hacer frente a la oleada de peticiones de voto postal que habrá para las próximas elecciones presidenciales de noviembre.
En este año de pandemia y depresión económica, ni las empresas pseudo públicas tienen el dinero para el reto ni muchos ciudadanos querrán (o deberían) acercarse a los centros de voto tradicionales. Y el actual presidente, en su habitual línea de osadez dicursiva, no se ha cortado a la hora de manifestar su rechazo a ciertas políticas, aunque al hacerlo haga un reconocimiento público (una vez más) de que está intentando limitar derechos civiles de la población estadounidense.
¿Por qué está Trump en contra del voto por correo? Porque todas las encuestas indican que el porcentaje de gente que optaría por esta opción es en un altísimo grado demócrata. La gente que, a pesar del coronavirus, afirma que acudirá a las urnas, es en un 65% conservadora y en un 32% liberal, mientras que a la inversa, los que lo enviarían por carta, son en un 76% demócratas y un 20% republicanos. La media de encuestas le está dando un amplísimo margen de triunfo a los azules, un 50% de apoyos a Biden frente al 42% de Trump, con lo que el actual huésped de la Casa Blanca necesita y va a hacer todo lo que esté en su mano para reducir las posibilidades de voto de sus rivales.
No es un hecho aislado: el presidente también ha amenazado con retener los fondos públicos de los estados que faciliten el voto, tanto presencial como por correo, y sus aliados republicanos en distintas regiones del país han endurecido leyes de identificación del votante, depurado censos y reducido el número de localizaciones de voto en las zonas urbanas, lo que facilitará que los residentes no suburbiales tengan que hacer cola durante horas para poder votar. En todos los casos se trata de medidas que empeoran las opciones de voto de forma desproporcionada de minorías, más favorables al voto demócrata.
De las acusaciones de fraude: Trump lleva ya meses preparando el terreno de cara a sus votantes escudándose en que los resultados de las próximas elecciones serán “el mayor fraude de la historia”, y dice que será por el voto por correo. La estadística dice otra cosa: en un análisis de cientos de millones de papeletas tramitadas en los últimos 20 años en Oregón sólo se han registrado 12 casos de fraude. Otro análisis exhaustivo de elecciones tenidas en todo EEUU entre 2000 y 2012 sólo se cuantificaron 491 votos fraudulentos de entre miles de millones de votos.
Quitando directamente la maquinaria de recuento: si ya contaban con un número de operadoras insuficientes para hacer frente a la demanda que provocará la situación sanitaria, los trabajadores de UPS de todo el país están denunciando que se están retirando máquinas (o programando su retirada en los próximos meses) sin que se esté dando ninguna explicación clara.
El movimiento encaja dentro de la estrategia de los últimos tiempos del nuevo director general del Servicio Postal, Louis DeJoy, un recaudador de fondos republicano y donante de Trump, bajo el cuál el servicio se está resintiendo en todos sus ámbitos, no renovando a trabajadores necesarios, no ampliando en las necesitadas horas extra para cubrir los mínimos y provocando acumulaciones y retrasos en las oficinas, movimiento que algunos interpretan como una preparación para su completa privatización.
¿Y si Trump, en caso de perder, no quisiera irse de su cargo por las buenas? Esta es una teoría que está siendo analizada ya por varios politólogos, con textos al respecto que han estado en las portadas de medios como Washington Post o The New York Times. Hay quien anticipa una “crisis constitucional”: si los resultados fuesen muy apurados (como ocurrió en las pasadas elecciones) y fuese una cuestión de cientos de miles de votos, si Trump quisiera perpetuarse y su partido le apoyase entraríamos en un territorio de la necesidad de intervención de la Corte Suprema y del ejército.
Foto: Joshua Roberts.
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