Una pregunta atenaza de forma regular a miles de dueños de mascotas. ¿Qué pasa si fallezco y nadie recoge el cadáver? ¿Qué haría mi querido perro, mi idolatrado gato? Los rincones más perversos de nuestra imaginación tienden a proyectar un escenario donde los animales, hambrientos tras días sin ser alimentados, recurren al trozo de carne más evidente postrado sobre el suelo. Nuestro cuerpo.
Tantos años observando documentales de la sabana han programado nuestra memoria para ponernos en lo peor. Y lo peor, en realidad, es que es un miedo muy racional.
Los perros. Pese a la leyenda que coloca sobre los gatos la acusación, ellos también se comerían tus restos llegado el momento. Son escasos los estudios dedicados (por razones evidentes), pero hay suficiente evidencia como para confirmar el peor de los escenarios. Este estudio recopila 65 casos a lo largo de veinte años en los que un perro devoró el cadáver de su dueño. Algunos hallazgos recopilados por National Geographic:
- Tienden a comernos la cara, especialmente la nariz y la boca (73% de los casos). También el cuello (43%). Brazos (29%) y manos (26%) les resultan menos apetitosos, al parecer.
- La hipótesis más común es el hambre. Pero no siempre. En 1997, un pastor alemán empezó a comerse a su dueño inmediatamente después de quitarse la vida. En el 24% de los casos analizados, los animales acudieron a la carroña en menos de un día.
- ¿Memoria salvaje? No tanto. En el 73% de los casos, como hemos visto, atacan la cara. En contraste, los cánidos salvajes (lobos, coyotes, dingos) tienden a optar por el pecho y el abdomen.
Por razas. Un factor importante. Hace algunos años, una forense desveló al New York Post ciertas diferencias entre razas: tu golden retriever no te devoraría, pero tu tabby sí. En los casos conocidos, hay hasta tres decapitaciones por parte de pastores alemanes. Predominan las razas de tamaño medio y grande, por razones lógicas, aunque se sabe hasta de un beagle que ha optado por la carroña de su dueño una vez muerto.
En general, el carácter (animales inseguros y ansiosos) parece predominar sobre la raza. En algunas ocasiones las pobres mascotas tratan de despertar a sus dueños lamiendo su cara... Hasta que, nerviosos ante la ausencia de señales, comienzan a morderle.
Peor juntos. Uno de los casos más extremos data de 2011, cuando una pareja residente en Saskatchewan, en lo más remoto de Canadá, sirvió de alimento a sus siete perros durante una semana. La multitud podría haber despertado ciertos reflejos atávicos en los animales, incentivando una mayor agresividad. Algunos documentos históricos, como La Ilíada o el Antiguo Testamento, recogen bastantes casos similares.
Los gatos. Los amigos felinos no pueden cantar victoria tan pronto. El último trabajo al respecto data de febrero de este año: un grupo de investigadores forenses estaba estudiando el proceso de descomposición de varios cadáveres cuando dos gatos callejeros comenzaron a comérselos. El comportamiento se repitió durante días, y cada uno de los mininos incluso mostró cierta predilección regular por uno u otro cuerpo.
Muy común. Testimonios así son harto comunes. En 2008, una mujer rumana fue devorada post-morten por sus más de veinte gatos. Similar destino sufrió otra mujer británica en 2013 y un hombre uruguayo en 2017. Cierto es que, al igual que en el caso de los perros, hay factores que contribuyen a despertar el hambre de nuestras mascotas. Muchos dueños solían estar aislados socialmente y tener patologías previas.
Inquietud. ¿Hasta qué punto debería inquietarnos la idea de nuestro perro o gato alimentándose alegremente de nuestras entrañas? Como una experta en comportamiento animal relata a Wired, no demasiado: "No hay razón para entrar en pánico por una epidemia de mascotas comiendo humanos ". Además, "sólo porque los animales coman parte de un cadáver no significa que te vayan a comer cuando estás vivo". Un gran ¿alivio?
Sea como fuere, y aunque lo más probable es que no termine sucediendo (al igual que hay casos de perros y gatos comiendo cadáveres humanos, hay centenares de ellos en los que no llegan a hacerlo), conviene siempre tener en cuenta que son... Animales. Y que un día fueron predadores (los gatos ni siquiera están del todo domesticados). Por perturbador que resulte, la presa podríamos terminar siendo nosotros mismos (ya muertos).
Imagen: Joshua Daniel