Al pueblo de Santa Claus le está pasando lo mismo que a Florencia o Barcelona. El turismo ha subido el precio del alquiler

Rovaniemi vive con una mezcla de sentimientos el auge del enclave. Se están dando problemas de ciudades como Barcelona o Florencia

A situaciones inéditas, medidas algo desesperadas. En los últimos años estamos viendo una gran cantidad de casos donde las naciones tratan de poner coto a espacios “irrespirables” por las grandes masas. Por ejemplo, en un pequeño enclave de Japón con vistas privilegiadas al Fuji comenzaron a llegar hordas de turistas. Solución: construir una barrera que tapara la icónica imagen. En Italia, por ejemplo, se han inventado tasas de todo tipo. Sin embargo, Finlandia en invierno parecía coto privado para las masificaciones. Hasta ahora.

El pueblo de Santa Claus. La aldea temática de Santa Claus, en Rovaniemi, Finlandia, se ha convertido en los últimos tiempos en un imán turístico que nadie vio llegar, uno que atrae a más de 600.000 visitantes anuales, especialmente, por supuesto, durante la temporada navideña. Los turistas llegan para disfrutar de actividades como paseos en trineo de renos, cócteles en bares de hielo y encuentros con Santa Claus, generando ingresos significativos para hoteles, restaurantes y comercios locales.

Este auge turístico, impulsado por nuevas rutas aéreas y la creciente popularidad del Ártico como destino invernal, ha llevado a los residentes de Rovaniemi a registrar un récord de nada menos que 1.2 millones de pernoctaciones en 2023, un 30% más que en 2022. El problema es que no todos están contentos con estos números.

El ”pero” del turismo masivo. Sin embargo, esta bonanza económica del turismo ha traído desafíos importantes. Los residentes locales, como contaba a los medios el fotógrafo Antti Pakkanen, han expresado su preocupación por el impacto del sobreturismo, el mismo que ha transformado el centro de la ciudad en un espacio transitorio irrespirable para turistas. Durante la temporada alta, la afluencia de visitantes supera diez veces la población de la ciudad, saturando la infraestructura y el centro urbano.

No solo eso. Al parecer, se está dando un fenómeno muy conocido allí donde se producen estas masificaciones: la proliferación de alquileres a corto plazo en Navidad, los de tipo vacacional, han desplazado a los residentes permanentes, incrementado los precios y reducido la disponibilidad de viviendas. Además, y aunque la ley finlandesa prohíbe servicios de alojamiento profesional en edificios residenciales, los locales critican la falta de control en su aplicación y el libre albedrío. Otra vez, un fenómeno que se repite en tantos otros lugares.

División de opiniones. La situación ha generado un debate en la comunidad. Mientras que algunos exigen regulaciones más estrictas para proteger a los residentes y preservar el carácter local de Rovaniemi, otros, como la alcaldesa Ulla-Kirsikka Vainio, destacan los beneficios económicos del turismo. Qué duda cabe, la proliferación de alquileres a corto plazo representa una fuente importante de ingresos para muchos propietarios, lo que dificulta la implementación de medidas restrictivas sin generar resistencia.

Por su parte, Tiina Maatta, gerente del hotel Original Sokos, prevé que 2024 será otro año récord para el turismo en la ciudad, con una demanda que continúa superando la oferta de alojamiento. Esto sugiere que, a corto plazo, las regulaciones necesarias para equilibrar el turismo masivo y las necesidades de los residentes no tienen pinta de estar listas, dejando a la comunidad local enfrentando las mismas tensiones durante las próximas temporadas.

La dualidad del turismo. Sea como fuere y a pesar de las críticas locales, el pueblo de Santa Claus sigue siendo un destino de ensueño para los visitantes. Además de la “magia” de la Navidad, la oportunidad de ver las auroras boreales o la atmósfera única del Ártico son atractivos difíciles de resistir para viajeros como Joy, una turista de Bangkok que describe a Rovaniemi como el lugar perfecto para vivir una experiencia navideña inolvidable. El aumento del turismo también refleja el interés global por las culturas nórdicas y las experiencias invernales auténticas.

En definitiva, los finlandeses (y las características climáticas de la nación) seguramente jamás pensaron que iban a tener los problemas que adolecen ciudades como Barcelona o Florencia, pero tener el “pueblo de Santa Claus” parece demasiado goloso para una industria tan “global”. Si se quiere también, la particularidad de Rovaniemi es otro caso emblemático donde el turismo parece revitalizar una economía local más aislada mientras exacerba tensiones sociales y ambientales.

Imagen | Henna K.

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